lunes, 5 de julio de 2021

Javier García Riobó. Necrológica.

 


Un día, en los inicios de este blog, apareció Javier García Riobó. Su primera intervención fue escueta, pero iba directamente al punto central de lo que se trataba y, a la vez, abría el campo de forma creativa. Más tarde comprendí que en él era lo habitual. No perdía el tiempo en lo accesorio, que sabía desbrozar rápidamente. En los días siguientes, fue hacia atrás con minuciosa atención, hasta leer las entradas ya publicadas y comentar en casi todas. Siguió haciéndolo durante muchos años, mientras mantuvo abiertos sus blogs. Cuando cerró el último de ellos, seguía leyéndome, pero dejó de comentar por escrito y lo hacíamos en persona.

Después de aquellas primera semanas, no tardó en escribirme para que tomáramos un café, el primero de los muchos que vendrían después. Y ya en esa primera ocasión me regaló una tirada impresa y encuadernada de las entradas de La Acequia hasta ese momento. Para que las conservara porque, aunque era un experto en el mundo del arte digital nunca llegó a fiarse de que todo esto permaneciera en el tiempo. De una u otra manera, siempre procuraba que tras transitar por lo digital todo tuviera una huella analógica. Era una persona sosegada, lo que le hacía contrastar con mi actividad habitual, que siempre ha sido frenética. Establecimos la costumbre de vernos una vez a la semana, casi siempre en La flor de la canela de Valladolid, una de las pocas cafeterías de la ciudad en las que la televisión, la música o el ruido no se impone a la conversación.

De su mano, viajé por vez primera a Béjar ya no como turista o visitante ocasional tal y como había hecho en ocasiones anteriores. Me llevó a su tierra para que conociera personalmente a Luis Felipe Comendador primero y luego a tantos amigos de allá, finalmente a Mayca. Quizá Javier no era consciente de que Béjar me cambiaría la vida tanto, aunque voy pensando que nada de lo que hacía era por accidente.

De aquellos cafés salieron muchos proyectos, algunos realizados y otros esbozados, uno de ellos pendiente de realización y que terminaré en los próximos meses. Su influencia en mi mirada fotográfica es notable. Javier fue un gran artista visual. He hablado tantas veces de su obra, que no quiero repetirme, sino invitar a leer las entradas que se corresponden con su etiqueta en este espacio. Estuvo muy presente en la vida artística de la ciudad en los años ochenta y primeros noventa, para retirarse luego a su mundo de estudio y experimentación, en el que era más importante el aprendizaje continuo y la concepción de una obra que su realización material final, que solo llevaba a cabo en contadas ocasiones y casi siempre por insistencia de los demás. Aún así, ha expuesto con cierta frecuencia en todas las salas expositivas importantes de Valladolid y en otras ciudades, ha colaborado en proyectos cinematográficos y musicales (era un melómano excepcional). Sus últimas exposiciones han contado con textos míos en los catálogos porque, como él decía, nos conocíamos tanto que yo escribía lo que él pensaba sin necesidad de hablarlo.

Y se me ha muerto en la madrugada del sábado 3 de julio. En la tarde de ayer domingo, despedimos sus cenizas en el cementerio de Las Contiendas de Valladolid. Después de cinco años de una enfermedad que le fue minando físicamente, pero nunca en su serenidad y capacidad artística. Aún le recuerdo el pasado noviembre preparando la instalación artística Despojos en la Sala Narciso Alonso Cortés de la Casa de Zorrilla, cambiando toda la disposición inicial del espacio, pasando por debajo de las mesas, cargando con objetos, como si la ilusión por el montaje de esa exposición que condensaba todo su pensamiento artístico le hubiera dado nuevas fuerzas. 

Todavía le escucho decirme más cerca y más despacio. Eran las claves de su mirada.

15 comentarios:

sociedaddediletantes.blogspot.com.es dijo...

Lo lamento mucho, Pedro.

Sor Austringiliana dijo...

Su nombre siempre en tu acequia,desde aquellos tiempos de la lectura quijotesca. Un abrazo, Pedro.

Emilio Manuel dijo...

Es como hay que mirar, "más cerca y más despacio", especialmente "al otro" y a todo lo demás. Un buen legado.

Saludos

Juan Luis Garcia dijo...

Qué pena lo de Javier. Lo conocí a través de los blogs, donde nos frecuentábamos mutuamente. Él, como bien dices, siempre escueto, pero siempre certero y reflexivo. Compartimos la lectura colectiva de El Quijote, aquella aventura que juntó a lectores tan variopintos y que nos unió de una forma tan especial, cada uno dando su aportación desde su punto de vista y su manera de expresarlo. Su blog La otra mirada era una delicia y lo admiraba sinceramente. Repasé su blog muchas veces, porque con su capacidad de expresar tanto a través de la imagen, hacia ver lo cotidiano de forma distinta. No pocas veces me sacaba una sonrisa.
Recuerdo que cerró su blog abruptamente debido a que tuvo un problema con su disco duro que llevó al traste gran parte de su trabajo en formato digital. Eso hizo, además de pillarse un notable sofocón, que renegara furibundamente de dicho formato, incluidos los blogs. Recuerdo que intenté convencerle argumentando que el formato digital requería de copias de seguridad, de lo contrario era como guardar sus cuadros en un balcón expuestos a la lluvia y el sol.

Putas enfermedades, que nos arrebatan demasiado pronto a personas que tienen tanto que decir y que aportar a los demás.

Hasta siempre Javier, que descanses en paz allí donde estés. Aunque únicamente nos relacionamos durante un tiempo a través de las redes sociales, que sepas que disfruté de tu compañía y aprendí a usar esa otra mirada, a ver las historias que encierra lo que nos rodea y no solemos prestar mucha atención

Un fuerte abrazo Pedro, extensivo a todos sus familiares y amigos.

La seña Carmen dijo...

Lo siento.

Me sonaba su nombre como lectora de este blog, donde también ha dejado su huella.

Nadie se va del todo, pero menos un artista. Ahí queda lo suyo, aunque sea efímero, transitorio, como esas instalaciones ahora tan de moda.

El papel es algo más duradero que los bytes. Gran regalo.

¡Hasta siempre!

Edurne dijo...

Un fuerte abrazo, Pedro. Son malos tiempos éstos...

impersonem dijo...

Anoche, cuando leí tu post me quedé helado. Le conocía, he compartido con él tiempo y espacio en la misma asociación sociocultural. Una persona afable y tranquila... Lo siento de corazón. Descanse en paz.

Abrazo

Rita Turza dijo...

Todas estas noticias me llegan como un jarro de agua fría, lo siento muchísimo Pedro, te acompaño desde la distancia.

Un abrazo enorme lleno de cariño.



Myriam dijo...

En estos momentos no hay palabras suficientes que yo pueda decirte que consuelen ante una pérdida de un gran amigo como lo era Javier para ti, me consta. Siento también haber llegado tarde a ests entrada, pero aquí estoy para darte mi más sentido pésame y un abrazo muy, muy fuerte con todo mi cariño y otro, desde luego, a Mayca. Bejar está de luto pero Javier vivirá en el corazón y recuerdo de todos sus seres queridos.

Myriam dijo...

Y en su obra artística, desde luego...

Fackel dijo...

Esto de la vida va que chuta. Lo siento mucho por lo que te atañe en tu trato y amistad con él. Yo ya voy acumulando muchos caídos en los últimos años. Qué asco, ¿no?

XuanRata dijo...

Maldita sea, Pedro, no se qué decir. Solo la sensación de que se van cerrando puertas detrás de uno. Trataremos de seguir mirando más cerca, más despacio, siempre, incluso con los ojos cerrados. No olvidar esa actitud de vida. Un fuerte abrazo.

Ele Bergón dijo...

Te reitero mi pésame y a Mayca también. Perder a un amigo, aunque la muerte sea esperada, siempre nos deja una huella que permanece con nosotros.

Recuerdo muy bien sus magnificas fotos y allí en Candelario lo conocí en la presentación de tu libro.

Besos

Luis Felipe Comendador dijo...

Descanse en paz el amigo y crezca su obra en nuestra mirada. Un abrazo enorme, Pedro.

andandos dijo...

Lo leí en su momento. Disparan cerca, creo que decía Vázquez Montalbán o M. Vicent. Es una pena, porque no solemos estar preparados, ni los que mueren ni los que quedamos. Sé que te enseñó a mirar y que tú también le enseñaste a mirar de otra manera.
Qué deprisa pasa todo.

Un abrazo