Con las lluvias y el calor, proliferan los caracoles. Tienen buena fama, quizá porque su caminar es más humano que el nuestro.
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Aunque usemos un palillo de plata, hay algo en la forma de comernos un caracol que nos regresa al primate que fuimos.
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De niño, me quedaba mirando la carrera del caracol o su peripecia al trepar por las paredes o las hojas de hierba. Eran años de descubrir lo diminuto, como las hormigas. Excavar un hormiguero, descubrir sus galerías y encontrar los huevos. Estos días también se afanan las hormigas, que trazan tenaces sus caminos, como si supieran que el verano pasa.
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Haced la prueba. Mirad cara a cara a un coracol, vedlo salir de su concha, observad sus tentáculos y las contracciones musculares que les permiten mover su pie y avanzar cabeceando a un lado y a otro. No te inquietes, él no sabe que tú estás ahí. Aunque lo puedas destruir pisándolo, no le importas. Es su victoria. Piensa con calma en esa cara del caracol, que te ignora.
10 comentarios:
No creo que me vean comiendo un caracol, nada más pensarlo, me da repelús.
Los caracoles hoy guardan en sus entrañas la ponzoña con la que hemos previamente envenenado la tierra.
No comería caracoles ahora, sólo los comí alguna vez con mi padre en La Riojana, cerca de Capitanía, en realidad solo mojaba pan en la salsa picantita. Alguno metí en mi boca... Se decía que los gitanos los cogían en la tapia del cementerio, que allí eran más gordos, que eran los habituales proveedores. No, no comería caracoles.
El caracol es un bichito muy interesante para observarlo con ojos de niño. Y hay seres humanos como caracoles...
Con el caracol me has trasladado a mi niñez recuerdo que siempre que veía uno lo cogía y le cantaba la canción del caracol.
Besos.
Yo comí caracoles anoche. En Andalucia hay mucha costumbre de comerlos con un guiso de reminiscencia árabe con muchas especias y picantes, pero no son estos caracoles tan grandes, sino los pequeñitos que dan menos repelús, y a mí me encantan.
Já apreciei mais caracóis, agora quase não os como.
Besos, amigo mio
A mi me gusta comer caracoles. Tiempos aquellos en los que mi madre los cocinaba con tanto amor y cariño...¡Recuerdos de otros tiempos!
Con el trascurrir de los años yo también me he trasformado un poquito en caracol. Yo voy a lo mío.
😘 Un abrazo.
Te veo muy optimista con los caracoles aunque seguro que sabes que son una mínima plaga para los que tenemos huerta. Curiosamente las lombrices tienen mala prensa y solo un buen síntoma para el compost de un hortelano.
Confieso que no me gustan nada los caracoles. Tengo una prima que no se los pierde después de un día de lluvia. Ella es feliz cogiéndolos y luego cocinándolos.No es esa mi felicidad. Si acaso el ver sus contracciones cuando se le toca los cuernos y el recuerdo de aquella canción de la niñez: sal caracol, con los cuernos al sol que tu padre y tu madre van a Aragón.
Besos
Si hay algo que no como es caracol...
y nos los veo como amigos de mis plantas :-)
Abrazos
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