lunes, 31 de mayo de 2021

Cuando el mundo siga su latido sin mí

 


Florece ahora el cardo mariano en un artificio tan extraño que parece inventado por una mente extravagante y perdida, pero es naturaleza y nada en ella carece de razón. Sirve para los males de hígado, dicen. A mí me basta con contemplar esa prodigiosa arquitectura que culmina en una flor púrpura que atrae con tanta eficacia a los insectos. Cuando se seque permanecerá enhiesto durante mucho tiempo, con afirmación de sí mismo, pero tan fácil de quebrar que cuando lo veo tan lleno de vida como ahora, todo anticipa ya el otoño.

Ando estos días entre la vegetación de los solares y de las cunetas, la que se apoya contra la tapia última de las ciudades, en los espacios descuidados. Como un anticipo de lo que será cuando no estemos, cuando no esté y el mundo siga su latido sin nosotros, sin mí, que no le hago falta. Qué hermoso todo entonces, tapizado el suelo de verdad.

9 comentarios:

Fackel dijo...

Cuánta belleza hay en esa vegetación, que otros llaman salvaje, de las cunetas y los solares abandonados. Nos sobrevivirá.

mojadopapel dijo...

El mundo seguirá después de nosotros pero nada nos habrá dado más, a cambio de nada.

Emilio Manuel dijo...

No entiendo mucho de botánica, por ello he tenido que buscar el cardo que ya conocía, el borriquera y compararlo con este nuevo cardo que nos muestras, el mariano.
Por estos lares, no se si por ahí es igual, al "cardo borriquero" se le llama a la persona poco agraciada físicamente.

Sor Austringiliana dijo...

El mundo girará sin humanos y tal vez sin cardos ni insectos. Dejará de girar, se lo tragará un agujero negro, a saber. Uy, qué mareo. Vamos a ocupar nuestro rinconcito el tiempo que nos dejen. Y a admirarnos de lo hermoso que puede ser un hierbajo.

São dijo...

O teu texto é uma maravilha de lucidez.


Sim, o mundo prosseguirá depois de nós , sem que lhe façamos falta.

Beso, amigo mio, boa semana :)

Luis Antonio dijo...

Muy trascendental tu texto. Para reflexionar...

Ele Bergón dijo...

A mi prima le encantaba ir a buscar caracoles. A mí nunca me gustaron estos bichos, ni como juego,ni mucho menos comérmelos.

Besos

Esther dijo...

Si la flor está ahí y tiene su razón de ser más allá de la razón que le demos nosotros, porque es naturaleza y se basta a sí misma, ¿no ocurrirá igual con nosotros? A lo mejor también tenemos nuestra razón de ser más allá de la pura utilidad, a lo mejor hay algo bueno, algo bello en cada uno de nosotros que se escapa al juicio. Un abrazo

Ele Bergón dijo...

No sabía que este cardo se llamase "mariano", y te diré que cuando los he visto en primavera, me acordaba de ti, porque los ha dejado por aquí más de una vez y mira que son bonitos en su flor, pero ahora ya con estos calores, no queda nada de esa belleza que se ha esfumado.

También con el calor, poco a poco van desapareciendo esos solares y cunetas llenas de alfombras con flores amarillas, rojas, azules, blancas, moradas....porque el verano ya está demasiado cerca.

Besos

(Se me murió el ordenador y ahora ando con otro, más viejo que el que se fue, por eso te he hecho el comentario en esta entrada que corresponde a la del caracol. Ya sabes hasta que te acostumbras, vas cometiendo errores)