Esta pasada noche terminó el último estado de alarma decretado en España a causa de la pandemia por la COVID-19 y cientos de personas se han echado a las calles a celebrarlo como si su no extensión en el tiempo significara también el final de la enfermedad. En las plazas de algunas ciudades se ha bebido, gritado y bailado dejando a un lado las medidas sanitarias. Son pocos, pero los suficientes para que el virus siga propagándose sin barreras. En toda sociedad hay un grupo de personas así, cuya actitud se debe a un conjunto de causas: insolidaridad, inconsciencia, ignorancia, falsas ideas, venganza. Los he oído en los informativos de radio y televisión. Ante la prensa, se crecían, algunos bajo los efectos euforizantes del alcohol. Siempre me ha llamado la atención cómo este tipo de personas está dispuesto a declarar ante un micrófono o una cámara de televisión con la mayor inconsciencia. Buscan su cuarto de hora de fama y los reporteros cubren con ellos minutos de los informativos. Muchos de ellos son muy jóvenes y sus imágenes quedarán asociadas para siempre a estas actitudes y reutilizadas en las redes sociales. Alguno repetía la derivada última de las consignas sobre la libertad de algunos políticos en la última campaña electoral madrileña, fabricadas por expertos que comprenderán la razón última de su éxito, que seguirán aplicando con la misma eficacia en futuras ocasiones poniendo en boca de los políticos ocurrencias de fácil consumo. Afirmaban que se sentían protegidos y amparados porque actuaban a la madrileña. ¿Saben que el principal argumento de la libertad es la aceptación de las responsabilidad sobre las consecuencias de sus actos? No hay verdadera libertad sin esa responsabilidad y a estas alturas del juego no sirve alegar ignorancia. Me temo que en breve viviremos el olvido rápido del sufrimiento.
Mientras tanto, las acacias han florecido. He comido un puñado de sus flores para recordar el sabor de aquellas que de niño tomaba camino del colegio, sabiendo ya que el curso caminaba veloz hacia su desenlace. Avanza mayo estirando abril. Se hará junio pronto.
12 comentarios:
¿Responsabilidades por nuestras acciones? ¿Qué es eso?
Saludos,
J.
En serio ya no toman ninguna medida de prevención por ahí? Suena ridículo incluso. Espero que no haya las lógicas consecuencias de esos actos. Suerte entonces...
Cada uno tiene lo que siembra y nuestra cosecha es horrible.
¿Y cómo seguiremos en junio? UN mérito -triste mérito- de este coronavirus es que explicita la enfermedad social. Y esta trae consigo la ideológica y política. Los políticos carroñeros -los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz- saben aprovechar los comportamientos colectivos y ya sabemos los resultados favorables para ellos. Si han visto que el tema les va bien en el futuro serán más osados. Cuando coarten las verdaderas libertades -cuando tengan controlados los mecanismos de estos- que los irresponsables y votantes de ellos vengan luego reclamando al maestro armero. Lo malo es que lo pagaremos todos. País.
Espero que no se extienda el virus ni los políticos que ofrecen falsa libertad. Y que la danza de los malditos no saque a danzar los contagios. Estoy apañá.
El tiempo de la pandemia es lento y rápido a la vez. Se nos echa encima el verano y hace nada eran navidades.
Salud, ánimo y vacunas.
Se puede decir más alto, pero no más claro: la libertad va emparejada con la palabra RESPONSABILIDAD y a esta parece que la han enviado al ostracismo.
El sabor de las flores de las acacias ha movido mis papilas gustativas evocando recuerdos de infancia.
Saludos.
Un abrazo, para meditar.
Pienso igual. No hay verdadera liertad sin asumir la respobsabilidad por los actos propios.
Me sorprendieron mucho estas medidas sin haberse vacunado la mayor parte de la población. ¡Qué peligro!
Cuídense mucho, por favor.
Abrazos x2
No hemos aprendido nada, nada, nada. ¿Qué es lo que hay que celebrar para salir a la calle y dar brincos de entusiasmo?. Qué mundo tan rato está llegando.
Qué tristeza da todo Pedro, ver estas imágenes después del año que llevamos, no hemos aprendido nada. Estoy contigo, no hay libertad que valga sino asumimos las consecuencias.
Menos mal que la naturaleza sigue su curso y han florecido las acacias.
Un abrazo enorme.
A esas flores, en mi niñez madrileña, las denominábamos pan y quesillo y comerlas, sobre todo del patio del colegio, tenían mucho de transgresión, de disfrute de lo prohibido.
Como votante madrileña, suscribo todo lo que dices y de tanto repetir la palabra "Libertad", de esos polvos, vienen estos lodos, en especial de alguien que todavía no ha sido capaz de tener unos presupuestos hechos, abandonado al sistema sanitario y a los sanitarios en una pandemía y sin embargo, otra vez va a ser nuestra presidenta, nos pese a quién nos pese, volverá a olvidarse de como muy bien escribes, la palabra libertad, implica responsabilidad.
Como puedes observar, estoy bastante indignada.
Besos
Besos
Publicar un comentario