lunes, 19 de abril de 2021

La mucha luz ciega

 



La mucha luz ciega. Es mentirosa cuando aplana las cosas y nos las entrega sin sombras. Cuando se grita luz, luz, hay que aceptar las sombras para que el mundo esté completo.

Salir al mediodía en agosto te convierte en la única sombra. Todo tu interior se oculta, se te oculta y te hace vagar por los rincones de las entrañas como por un territorio desconocido.

A través de la cortina, se filtraba la luz de la tarde sobre tu cuerpo. La reja, la enredadera, el árbol, sobre tu cuerpo desnudo, eran nuevos, ajustándose a la ondulante respiración de tu pecho, como una colina viva que los mecía. Surcaba yo los senderos con la yema de mis dedos, con temeroso afán, procurando aprenderme los caminos para llegar a ti. Dormida, quién sabe dónde te llevaba el sueño. Despierto, procuraba perseguirte en el filo de los lóbulos de la hiedra, en las ondas que iban y venían sobre tu pecho vivo. No quería aún conquistar tus párpados, el sendero secreto hacia tu mar, verde y profundo.

6 comentarios:

Mi nombre es Mucha dijo...

Un placer leerte
Nos vemos

Emilio Manuel dijo...

La vida es eso, luz y sombras.

María dijo...

No conoceríamos la luz sino existiera la sombra. Dualidad como lo es la vida.

Hermoso texto e imagen.

Besos.

Sor Austringiliana dijo...

Luces, sombras y amores en sus juegos, los de los enamorados.

mojadopapel dijo...

Me gustan las imágenes que recreas para llegar a mi.

Ele Bergón dijo...

No nos engañemos, no existe la luz sin sus sombras.

A mediodía en agosto y en los pueblos de Castilla o Andalucía,
los seres con vida, tenemos que buscar hasta nuestra propia sombra.

Ella o él, en sus propios sueños, serán y seremos más únicos y auténticos.

Besos