Vamos tan deprisa que nos olvidamos en cualquier sitio, como un trasto inservible ya.
Andar sobre las aguas y olvidar que no se puede pinchar la superficie del lago con la punta del paraguas.
Esta noche, en la calle Mayor, he oído ruidos y asomé al balcón. Por un lado, el pasado, por el otro, el futuro, así que miré al cielo nocturno como último recurso para sentirme en el presente.
Corría como gallina sin cabeza, pero su carne era muy dura para hacer pepitoria. Acabó como poeta a la moda.
El asfalto seguirá debajo cuando se vaya la nieve.
Todo funciona de forma mecánica, menos la tristeza.
El mundo está mejor que hace un siglo, pero no tanto.
El tataranieto de Abaham Van Helsing salió a la caza de vampiros. Un silencio temeroso se adueñó del mundo literario.
Procuro olvidar cada mañana lo que me sé de memoria.
El tiempo pasa como si no le importaras.
Anochece cuando estás asomado al mundo, solo tú eres prescindible en esa estampa.
9 comentarios:
El paisaje urbano empieza a dibujar una distopía.
Saludos
Francesc Cornadó
Yo procuro recordar cada mañana lo que no he conseguido retener en la memoria.
Convertir en aforismos las percepciones oxigena.
Tus aforismos me llegan muy adentro aunque no todos,no tanto.
El hielo se puede resequebrajar en cualquier momento y engullirnos. Es un buen aforismo el del paraguas.
Cuando nos damos cuenta es porque ya todo se terminó.
Cae el telón, se cierra el cajón/teatro.
Y hasta siempre.
Saludos,
J.
Me parece dificilísimo hacer lo que haces, condensar ideas grandes, universales muchas, en tan pocas palabras.
Un abrazo
Cada aforismo de estos daría y de sobra para llenar una entrada de tu blog. Y sin embargo nos los lanzas en aluvión como si fuera algo que la lluvia dejó en la terraza. Gracias, Pedro.
El tiempo pasa y para nada le importamos nosotros.
La desmemoria en el agua, puede traernos disgustos.
Dicen que el presente no existe, pero sí es cierto, que podemos sentirnos en él.
Me sonrío con tu gallina sin cabeza y el/la poeta a la moda.
Comprobado después de varios días de nieve, el asfalto ahí seguía.
Qué razón tienes en el mecanismo de la tristeza. Me encanta, en especial, este aforismo que nos dejas.
Casi todos somos prescindibles.
Besos
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