Despojos es una instalación poética audiovisual de Javier García Riobó (Béjar, 1957) que programamos en Valladolid Letraherido hasta el próximo 9 de diciembre incluido. Gran parte de los visitantes de este espacio conocen la importancia de García Riobó en mi mirada artística en los últimos años y que sus imágenes están presentes en tres de mis libros: Esguevas, Echo al fuego los restos del naufragio y Gracias por su visita. En breve, publicaré otro libro con una serie de fotografías suyas. Hoy ha tenido lugar la inauguración en el jardín de la Casa de Zorrilla de Valladolid. Dejo aquí el texto que he escrito para el folleto de la exposición:
El
Diccionario de la lengua española se extiende en la definición de despojo.
La acepción octava lo define como “sobras o residuos”, es decir, lo que se
desecha, lo que sobra, lo que nadie ha querido. En la quinta, se trata de lo
que se ha perdido. En el uso coloquial, la palabra nos lleva siempre a pensar
que un despojo es la parte inservible de algo, lo que arrojamos al cubo de la
basura. Sin embargo, la etimología y la riqueza de la palabra nos aporta
matices interesantes porque hay violencia en la acción de despojar, renuncia en
la de despojarse. No significa lo mismo despojar a alguien que despojarse uno
mismo de algo, hay casi una ladera ascética en ese gesto de renunciar a algo que
se lleva encima.
Conozco a Javier García Riobó desde hace muchos años y sé de su capacidad de renuncia. Se despoja del ruido, de la furia, de la angustia plastificada del ser humano moderno. Lo hace con naturalidad, como quien se quita un abrigo que no necesita, en realidad. Como quien entra en casa y se descalza. Su vida y su obra artística han llevado siempre este camino. De hecho, gran parte de sus proyectos se basan en la destrucción del objeto de partida para llegar a una fase última en la que solo existe lo virtual, causando la menor huella posible en las cosas. La mayoría de sus trabajos nacen de recortes de prensa en papel: fotografías, anuncios, titulares, que digitaliza y reconstruye a partir de segmentos y acoples o sobre los que interviene con sutiles trazos de pintura. No es solo un proceso artístico, sino filosófico, porque no hay verdadero arte sin un pensamiento ético.
El destino del periódico es el desecho. Pasadas unas horas, unos días, salvo en las hemerotecas, todos los periódicos acaban en la basura. Las noticias, las opiniones, las crónicas más celebradas, los anuncios publicitarios, son pasado en la tarde misma del día en el que se publicaron, pero también el propio objeto que es un periódico. En el mejor de los casos, se recicla el papel para darle una nueva vida. Esto es lo que hace Riobó, dar una nueva oportunidad al papel del periódico y lo que sobre él se encuentra, transformándolo en objeto artístico a partir de la descontextualización. Lo que era una herramienta de información o táctica publicitaria se convierte en algo distinto, quizá más elevado. Este proceso de elevación no se produce solo por la descontextualización del objeto, sino fundamentalmente por la mirada del artista, que selecciona los fragmentos y los dispone de otra manera que a veces anula el mensaje inicial, otras lo resalta y profundiza. El producto final siempre nos sorprende porque nos ayuda a comprender mejor el mundo viéndolo desde otro ángulo. No hay mejor forma de definir la misión artística.
Lo mismo ocurre con las fotografías tomadas de la realidad. Riobó me enseñó, hace años, la importancia de la mirada porque define a cada individuo y lo singulariza. La realidad no existe en nosotros salvo en perspectiva. A partir de esas fotografías de playas o de objeto cotidianos, tomadas todas a una distancia humana alejada de la imagen turística, testimonial o necesitada de trucos y filtros digitales que la dramaticen, Riobó consigue ver las cosas de otra manera y presentárnoslas en un significado que construye un mundo diferente, pero que estaba ahí, delante de todos, y que no supimos ver hasta que el artista nos lo mostró.
Despojos es una instalación poética audiovisual que reúne una parte de las series digitales trabajadas por Javier García Riobó en los últimos años, presentadas con un sentido unitario: la reflexión sobre la sociedad actual y su dependencia de un consumismo que solo nos lleva a ser menos críticos y libres. Consta de cuatro monitores en los que se proyectan imágenes -algunas con texto- y música. El espectador se sumerge en un impacto visual y auditivo, gracias a la música, la oscuridad total y la palabra de Eva Moreno recitando los fragmentos textuales. La intención inicial del artista era presentarnos estas cuatro series (Despojos -sobre fotografías publicadas en la prensa, intervenidas plásticamente con pintura acrílica para después devolverlas al mundo de la fotografía digital-, Poemas sobre negro -titulares de prensa recortados para construir mensajes poéticos con contenido crítico y fotografiados después-, Relato de agua sobre arena -fotografías de playa intervenidas con textos que reflejan el estado anímico- y Atrapados en la red -imágenes fotográficas de redes de supermercado intervenidas con textos para resaltar el consumismo que mide todo por su precio y como símbolo de las redes que tratan a los seres humanos como mercancía-) en bucle continuo. Como cada una tiene su propio latido temporal, lo que inicialmente se nos presentaba sincronizado pronto llegaría a una aparente discordancia, tal y como ocurre en el mundo. Digo aparente porque es la desarmonía la que explica mejor la unidad, aunque parezca paradójico. La armonía de la vida debe acoger también ese caos para que esté completa y podamos aceptar y comprender lo que nos puede causar perplejidad: sin esta difícilmente habría pensamiento reflexivo sobre la sociedad en la que vivimos. Javier García Riobó comprende mejor el mundo aceptando también sus despojos. Sin embargo, la pandemia que nos azota, impide presentar la instalación como fue proyectada y hemos de reducirla a un cuarto de hora durante el que el desajuste es menor, como si el protocolo sanitario nos pidiera regular el mundo, hacerlo menos extraño y más abarcable. No obstante, fuera de la sala sigue la epidemia y la realidad múltiple, acogedora y desasosegante a la vez.
Curiosamente,
entre las acepciones recogidas por el Diccionario, despojar también
significa extraer algo de interés para entender mejor y despojo es el
material de desecho con el que se levanta otro edificio. Este es el verdadero
significado de esta exposición. Lo que fueron desechos -los recortes de papel
del periódico que terminó en el cubo de basura-, acaban, por la virtud del
artista y de su pensamiento, construyendo la mirada que nos explica mejor y
permite que podamos comprender cómo es el mundo al verlo desde otro
ángulo. Como llegar a casa y quitarse el abrigo que no necesitábamos.
Conozco a Javier García Riobó desde hace muchos años y sé de su capacidad de renuncia. Se despoja del ruido, de la furia, de la angustia plastificada del ser humano moderno. Lo hace con naturalidad, como quien se quita un abrigo que no necesita, en realidad. Como quien entra en casa y se descalza. Su vida y su obra artística han llevado siempre este camino. De hecho, gran parte de sus proyectos se basan en la destrucción del objeto de partida para llegar a una fase última en la que solo existe lo virtual, causando la menor huella posible en las cosas. La mayoría de sus trabajos nacen de recortes de prensa en papel: fotografías, anuncios, titulares, que digitaliza y reconstruye a partir de segmentos y acoples o sobre los que interviene con sutiles trazos de pintura. No es solo un proceso artístico, sino filosófico, porque no hay verdadero arte sin un pensamiento ético.
El destino del periódico es el desecho. Pasadas unas horas, unos días, salvo en las hemerotecas, todos los periódicos acaban en la basura. Las noticias, las opiniones, las crónicas más celebradas, los anuncios publicitarios, son pasado en la tarde misma del día en el que se publicaron, pero también el propio objeto que es un periódico. En el mejor de los casos, se recicla el papel para darle una nueva vida. Esto es lo que hace Riobó, dar una nueva oportunidad al papel del periódico y lo que sobre él se encuentra, transformándolo en objeto artístico a partir de la descontextualización. Lo que era una herramienta de información o táctica publicitaria se convierte en algo distinto, quizá más elevado. Este proceso de elevación no se produce solo por la descontextualización del objeto, sino fundamentalmente por la mirada del artista, que selecciona los fragmentos y los dispone de otra manera que a veces anula el mensaje inicial, otras lo resalta y profundiza. El producto final siempre nos sorprende porque nos ayuda a comprender mejor el mundo viéndolo desde otro ángulo. No hay mejor forma de definir la misión artística.
Lo mismo ocurre con las fotografías tomadas de la realidad. Riobó me enseñó, hace años, la importancia de la mirada porque define a cada individuo y lo singulariza. La realidad no existe en nosotros salvo en perspectiva. A partir de esas fotografías de playas o de objeto cotidianos, tomadas todas a una distancia humana alejada de la imagen turística, testimonial o necesitada de trucos y filtros digitales que la dramaticen, Riobó consigue ver las cosas de otra manera y presentárnoslas en un significado que construye un mundo diferente, pero que estaba ahí, delante de todos, y que no supimos ver hasta que el artista nos lo mostró.
Despojos es una instalación poética audiovisual que reúne una parte de las series digitales trabajadas por Javier García Riobó en los últimos años, presentadas con un sentido unitario: la reflexión sobre la sociedad actual y su dependencia de un consumismo que solo nos lleva a ser menos críticos y libres. Consta de cuatro monitores en los que se proyectan imágenes -algunas con texto- y música. El espectador se sumerge en un impacto visual y auditivo, gracias a la música, la oscuridad total y la palabra de Eva Moreno recitando los fragmentos textuales. La intención inicial del artista era presentarnos estas cuatro series (Despojos -sobre fotografías publicadas en la prensa, intervenidas plásticamente con pintura acrílica para después devolverlas al mundo de la fotografía digital-, Poemas sobre negro -titulares de prensa recortados para construir mensajes poéticos con contenido crítico y fotografiados después-, Relato de agua sobre arena -fotografías de playa intervenidas con textos que reflejan el estado anímico- y Atrapados en la red -imágenes fotográficas de redes de supermercado intervenidas con textos para resaltar el consumismo que mide todo por su precio y como símbolo de las redes que tratan a los seres humanos como mercancía-) en bucle continuo. Como cada una tiene su propio latido temporal, lo que inicialmente se nos presentaba sincronizado pronto llegaría a una aparente discordancia, tal y como ocurre en el mundo. Digo aparente porque es la desarmonía la que explica mejor la unidad, aunque parezca paradójico. La armonía de la vida debe acoger también ese caos para que esté completa y podamos aceptar y comprender lo que nos puede causar perplejidad: sin esta difícilmente habría pensamiento reflexivo sobre la sociedad en la que vivimos. Javier García Riobó comprende mejor el mundo aceptando también sus despojos. Sin embargo, la pandemia que nos azota, impide presentar la instalación como fue proyectada y hemos de reducirla a un cuarto de hora durante el que el desajuste es menor, como si el protocolo sanitario nos pidiera regular el mundo, hacerlo menos extraño y más abarcable. No obstante, fuera de la sala sigue la epidemia y la realidad múltiple, acogedora y desasosegante a la vez.
Vídeo de la presentación, pinchando en este enlace.
5 comentarios:
La palabra despojo suena a casquería pero no es malo despojarse así. Recuerdo especialmente sus fotos en tu libro "Esguevas". Suerte a Javier García Riobó en su exposición.
Lo siento, pero además de la semántica de la palabra, la musicalidad también le es un tanto esquiva...
Lo he visto ahora, y se os oye a ambos. Tú al quite de la desinfección. Me gustaría verlo, si no estuviera tan lejos. Y me olvidaba del confinamiento en el que estamos, no recuerdo muy bien cual, pero no podemos salir de la provincia, creo. En fin, otra vez será. Se os ve resistiendo el frío, valientes los tres y los que no se ven.
Un abrazo
Qué buena noticia es siempre una exposición de Javier. Suerte con ella y ojalá tenga la repercusión que se merece.
Un abrazo para los dos.
Lo he visto en diferido y aunque te haces una idea, sigo opinando que mejor es verlo en presencial
Felicidades a Javier García Riobó.
Besos
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