sábado, 2 de mayo de 2020

He faldeado la sierra esta mañana


Hoy hemos podido salir a pasear o hacer deporte durante unas horas. Siguiendo nuestra costumbre, hemos buscado el camino hacia la sierra. Hemos subido hasta Santa Ana, en las faldas del monte, pero lo suficiente para hacernos la ilusión de que íbamos más allá, imaginándonos en mitad de los robles cubiertos de líquenes, saltando los arroyuelos, caminando por senderos y callejas. Mirando hacia arriba, la vegetación nos llamaba tentadora y sirénida. Luce limpia, pletórica de colores -verdes, amarillos, azules, blancos-. El horizonte hacia la Peña de Francia estaba despejado y se ofrecía a la mirada lejana que nos ha faltado estos días.

Sin embargo, lo qué más ha llamado mi atención, en contra de lo que yo pensaba, no era lo que estaba lejos (cuántas veces estos días me he imaginado sentado en una peña mirando todo el valle), sino lo más cercano, la delicada hierba, las escobas, el musgo y los líquenes, la vida entre las piedras y las rocas. la flor violeta y blanca de la vicia, la blanca pura de la arenaria. ¡Qué delicadeza libre la de estas hierbas!

En televisión he visto a la gente salir a la calle, felices y sonrientes caminando por calles, plazas, paseos. La mayoría cumpliendo con las recomendaciones, satisfechos de hacerlos aunque con el temor al contagio. Parece mentira, me he dicho, pocas veces he visto la luz de la sierra tan pura, las plantas con tanta exuberante belleza, el aire limpio. Gracias a las lluvias de abril todo está renovado, pero no nos confiemos, aún nos queda mucho esfuerzo y tristeza por delante. No sé qué habrán aprendido los demás, pero yo sé qué tengo que hacer y cómo comportarme, no solo con los otros, sino también con esta sierra que hoy he faldeado durante una hora.

He vuelto a casa con una felicidad intensa, con el periódico bajo el brazo y una hermoso pan zamorano.




8 comentarios:

José A. García dijo...

Es una pena, pero ya volverá la humanidad a arruinar lo que se logró recuperar en estos meses.

Saludos,

J.

Ele Bergón dijo...

Me alegra mucho vuestra salida y esa felicidad que es verdad te va embargando mientras caminas, porque la naturaleza es la misma y otra, más ella y por lo tanto más bella.

Me gusta esa palabra de faldear, nunca la había oído y no sé si la has inventado tú.

Besos, muchos besos de felicidad. Ya sé que hay que tener precaución, pero, al menos por unos instantes, disfrutémosla plenamente.

Emilio Manuel dijo...

Una pena que aquello que estamos viendo, escuchando, leyendo desaparezca cuando todo vuelva a la "nueva normalidad", que me temo que, de nueva, tendrá poco, será "peor".

Fackel dijo...

Así es, gocemos con cautela, aún queda un recorrido incierto, seamos prudentes.

Abejita de la Vega dijo...

Apunto el nombre de esas flores blancas, tan blancas y te acompaño en tu faldear. La sierra no podía menos que ofrecerse tan limpia y luminosa, en el día de la suelta.

Esta mañana, segundo día de suelta, la dediqué a ver si el Espolón seguía en su sitio. La querencia.

Doctor Krapp dijo...

Es el cambio la que ha llenado de policromía tu mirada, casi estoy seguro. Ayer en un paisaje bien distinto yo sentía algo parecido. No conocía la expresión faldear.

El Deme dijo...

Si somos capaces de emocionarnos con el horizonte lejano igual que con los detalles cercanos, entonces es mucho lo que hemos aprendido en estos días.

XuanRata dijo...

Para mi lo más inesperado ha sido la intensidad de los olores provocada no solo por la apertura de los sentidos confinados sino también por el frescor de las primeras horas de la mañana. Quién me lo iba a decir: esta hora obligada ha sido un regalo.