La loca historia de la literatura nos traslada a un futuro próximo en el que un dictador ha prohibido la literatura con el fin de impedir el pensamiento libre y los riesgos que acarrea la imaginación de la gente para los gobernantes. Los últimos de un grupo de rebeldes -los libreros-, han convocado al público para trasmitirle el amor por las historias que cuentan los libros, que ellos han conservado. Este es el hilo conductor de la obra que ha escrito Mon Hermosa para Teatro de Poniente, una compañía profesional salmantina con corta pero interesante trayectoria ya premiada. Los actores Fernando de Retes y Antonio Velasco (ambos con formación en el espacio escénico La Guindalera) recuperan el viejo espíritu del ñaque y caminan por un tipo de obra de gran éxito en la actualidad, en el que podemos encontrar desde monólogos (como los que interpreta de forma tan personal Rafael Álvarez el Brujo), hasta montajes más complejos como los de la exitosa compañía Ron Lalá y que tiene el recuerdo permanente de los juglares medievales y la trasmisión oral de las historias que se ha dado en todas las culturas.
A lo largo de la pieza, los actores utilizan unos pocos recursos escénicos de vestuario (que se muestran al público sobre unos maniquíes), de luz y sonido, muy eficaces todos, y su cuerpo. Resalta, por supuesto, el uso de la máscara en un homenaje implícito al mundo teatral (lo metateatral es continuo en el montaje). Dada la propuesta inicial, se rompe con la cuarta pared y se busca la complicidad continua del público. La variedad del espectáculo está muy medida, alternando pasajes cómicos con otros trágicos; ambos actores se reparten los personajes, declaman, cantan y bailan. Todo ello de forma natural, en un ejercicio exigente de voz y gesto.
Con el hilo conductor mencionado, se hace un repaso de la historia de la literatura que se detiene en la Odisea, el Cantar de Mío Cid, Fuenteovejuna, Don Quijote, Hamlet, Frankesntein, Veinte poemas de amor y una canción desesperada y Bodas de sangre (recomiendo descargar aquí el dossier del montaje). Algunos de los argumentos son narrados, se declaman fragmentos o se interpreta la historia del Cid mediante un reggaeton (junto al rap final, son dos agradables sorpresas). La ventaja de este tipo de propuestas escénicas es que el número y tipo de textos puede ampliarse, reducirse o cambiarse según las necesidades. De hecho, hay espectáculos similares cuyo resultado a lo largo de las temporadas es diferente al inicial. La loca historia de la literatura no se basa solo en el encadenamiento de argumentos, estos buscan una hilazón y una reflexión tanto sobre el entretenimiento como sobre la moral que esconden algunos o el silencio de las escritoras en la historia de la literatura, además de la cuestión inicial que propone que la literatura contribuye a la libertad de pensamiento de los seres humanos.
El resultado final de la obra es muy apropiado para el objetivo que pretende. Tiene ritmo y continuidad, resulta muy entretenida al público general y provoca todo tipo de emociones y complicidades. Ojalá que contribuya también a que, aparte de pasar un buen rato en el teatro, el público acuda a los libros para leer estos y otros textos.
(Aunque la obra se estrenó en 2017, yo no pude verla hasta el pasado 5 de marzo en el Teatro Cervantes de Béjar.)
(Aunque la obra se estrenó en 2017, yo no pude verla hasta el pasado 5 de marzo en el Teatro Cervantes de Béjar.)
3 comentarios:
A mi me gustó muchísimo, y si tuviera hijos en edad escolar los llevaría a disfrutar de esta entretenida loca historia de la literatura... Aprenderían muchísimo.
Me lo apunto. El viejo tema de Farenheit 451. Quizá se también el momento de recordar El derecho a leer de Richard Stallman, disponible en https://www.gnu.org/philosophy/right-to-read.es.htm.
Ahora más necesaria.
Publicar un comentario