lunes, 6 de mayo de 2019

Cornellá y Celidonia


Bandadas de niños y muchos ancianos. En San Ildefonso, un barrio de Cornellá de Llobregat levantado de la nada en los años del crecimiento económico de las décadas centrales del siglo XX, el excelente comunicador que es Jordi Évole -una de las mejores cosas que le han pasado a la televisión española en la última década- se despide del programa Salvados, del que he sido constante admirador en todos estos años. Incluso en los días en los que era más evidente el trabajo de guion que conducía hacia una respuesta ya conocida de antemano, ha sido una isla entre tanta mediocridad televisiva. En Salvados predominaba el diálogo y dejar hablar al entrevistado sea este quien fuera; la presencia de gente normal, el compromiso en los temas más áridos, sobre todo en los sociales; la valentía a la hora de afrontar temas que no suelen tener cabida en las horas de máxima audiencia. Es San Ildefonso un barrio de inmigrantes: andaluces, castellanos. Trabajadores inmigrantes que llegaron niños o jóvenes a una tierra nueva que les ofrecía la posibilidad de una vida mejor para ellos y para sus hijos y a la que entregaron todo su esfuerzo como mano de obra. A los ocho años, su padre y un amigo de este le pusieron frente a la cámara para narrar un documental sobre el barrio. Casi cuatro décadas después regresa para hablar, sobre todo, con la generación de su padre. Aquellos jóvenes trabajadores se han hecho ancianos jubilados después de una vida llena de todo lo que se llenan nuestras vidas: esfuerzo, incertidumbres, amor, desgracias y muertes, familia, alguna alegría. Este programa ha sido una excelente forma de cerrar un ciclo en la carrera profesional de Évole. Volver a los verdaderos orígenes biográficos y sociales del país que somos hoy y dejar hablar a la generación de nuestros padres, aquellos que han construido de verdad la España actual, el mundo en el que vivimos, más allá de las tensiones políticas y la macroeconomía, los que han luchado con la vida día a día desde las calles de su barrio tal y como venía y han visto cambiar la sociedad. En las imágenes del documental antiguo llaman la atención las bandadas de niños: decenas de niños corriendo de un lado para otro, por las calles sin asfaltar, saltando las vías del tren sin vallar, porque aquellos barrios tenían las calles sin asfaltar y las vías de los trenes no tenían vallas y en todas las calles había decenas de niños jugando en los solares sin construir. En el documental reciente, ancianos. Ancianos en los parques, hablando de todo, pero también haciendo cosas cotidianas y extraordinarias. Uno de ellos planta árboles en los parques y los cuida con mimo hasta que agarran fuerte y puede dejarlos a su ser. Otro cuida de su mujer enferma y sigue enamorado de ella aunque ya no puede mantener ninguna conversación sobre su pasado, los hijos o los recuerdos comunes. Viudas, muchas viudas echando o no de menos a sus maridos, añorando la juventud, pero también lamentándose de que la condición de mujer no fuera tan libre en sus tiempos como ahora, del peso de los miedos y la moral de aquellos días.

En el paseo de hoy, mientras pensaba en todo esto, veía la sierra baja amarilleando por la flor de la celidonia. Un amarillo decidido y fuerte. La celidonia sirve para quitar las verrugas y los callos. Yo la he visto hoy en su labor diaria. Y es hermosa.

6 comentarios:

Rita Turza dijo...

Me ha encantado el artículo, del que suscribo hasta la última coma y tu regreso.
No conocía el nombre de esa flor amarilla que está en todos mis paseos desde que llegué al norte.

Besos enormes.

Ele Bergón dijo...

Sí Jordi Évole, nos ha dejado en "Salvados", magníficas entrevistas y retratos de la España de hoy en día. Deseo que su sucesor también esté a su altura y no me parece mala la elección. El buen periodismo se nota, se siente y perdura.

Como Rita, yo tampoco conocía el nombre de esta flor amarilla, pero me gusta verla por los campos, porque además de ser su color decidido y fuerte, como bien dices, a mí se me antoja muy hermosa y especial.

Besos

Doctor Krapp dijo...

No había visto el programa pero gracias a tu hermosa entrada voy a subsanarlo.
Gracias

Abejita de la Vega dijo...

Vamos a verlo, que no lo vi.

mojadopapel dijo...

Merece la pena verlo porque es un viaje de vuelta al primer documental que grabó y que anunciaba la buena semilla de esta estupenda cosecha que sembró.

impersonem dijo...

Creo que el broche que pone fin a su etapa en Salvados estuvo a la altura de todos los que lo precedieron... me gustó...

Gonzo será un digno sucesor... estoy seguro...