domingo, 5 de mayo de 2019

De la luz, el agua y la lengua de buey


En la dehesa todo era luz. En la sombra frío, al sol calor.  Metí el brazo hasta el codo en el agua fría del arroyo que corría bravo y joven hacia el Cuerpo de Hombre. Bajaba nevoso aún pero con el sol de mayo en la piel. A la hora de preparar la ensalada de limones, tan típica por esta sierra a primeros de mayo, me hice el perdido y busqué las maravillas: la flor del ranúnculo silvestre, orgullosamente amarilla; los elegantes jacintos del bosque, que están sin mirar nada de lo que les rodea; las diminutas gotas de extraño azul de la lengua de buey. Volví a tiempo del primer descorche, que celebramos con un bocadillo de panceta. Todo fue así, con la sencillez de las cosas del monte. Llegó la paella, a la que saludamos con vehemencia. Y la conversación amena y en su debido orden. Miraba de vez en cuando a mis amigos, cada uno de su vez y manera, todos sabiéndose mejores juntos. Y el sol, desde lo alto. Primavera al fin, primavera.  Ranúnculos, jacintos. Es curiosa la lengua de buey, llamada así por la forma de sus hojas, pero azurea en latín: azul profundo. Gotas de sangre azul por todo el monte. Y arriba la luz de este feliz sol de mayo.



6 comentarios:

mojadopapel dijo...

Y la amistad.

José A. García dijo...

Pasear sin un rumbo fijo siempre es más interesante que seguir todos los caminos señalados al mismo tiempo.

Saludos,

J.

Sor Austringiliana dijo...

Ya no se me olvidan los ranúnculos ni la lengua de buey. Soy de los que me gustaría que las flores y los árboles llevarán etiqueta.
Amistad y paisaje terapéuticos.
Besos

Ele Bergón dijo...

Os sabéis el nombre de todas las flores. Sin embargo, yo quitando los "pirigallos", esas amapolas rojas, soy incapaz de retener ninguno, pero poco a poco van saliendo por los campos de Castilla, aquí y allá, a veces solo unas pocas, otras, praderas enteras, tierras de labor que no han sido sembradas y entre todas ellas los campos verdes con sus olas que mueve el viento. La primavera en nuestra tierra, es uno de mis paisajes interiores que he vuelto a recuperar y que se mantiene como la amistad verdadera.

Besos

impersonem dijo...

La convivencia en la naturaleza se naturaliza y se hace paisaje de amistad y empatía...

andandos dijo...

Lo condensas muy bien. Hasta a mí, tan lejos de allí, me llega la esencia de todo eso que sientes. Y lo que no dices.

Un abrazo