sábado, 12 de enero de 2019

Civilización y Kultur: las fuerzas opuestas en Los cuatro jinetes del Apocalipsis de Blasco Ibáñez y noticias de nuestras lecturas.


Inicialmente, Los cuatro jinetes del Apocalipsis se nos presenta como una saga familiar. Julio Desnoyers pertenece a una familia argentina en la que se mezclan diversas procedencias: americana, española, francesa y alemana. Su padre, Marcelo, emigró a Argentina huyendo del reclutamiento forzoso en tiempos del segundo imperio francés. Allí se casa con Luisa, la hija mayor de un rico hacendado, Julio Madariaga, para el que trabaja. La segunda hija, Elena, lo hace con Karl Hartrott, emigrante de origen alemán. Blasco Ibáñez detiene la narración inicial -el proyecto de matrimonio de Julio con Margarita, tras el divorcio de esta- para relatarnos la historia familiar. Para ello, salta de un París civilizado y superficial en las costumbres, en el que se desarrolla la historia de amor de ambos jóvenes, a la naturaleza inmensa del campo argentino en el que todo cobra dimensiones enormes y las relaciones humanas se rigen por normas bien distintas. En esas páginas, define los personajes con precisión, separando los fuertes de los débiles, aquellos que van de frente de los que esconden las razones de sus actos, los personajes que son pura acción de los soñadores. El núcleo familiar pronto se desintegra tras la muerte de Madariaga. Por un lado caminan los Hartrott, que aspiran a insertarse en la alta sociedad alemana. Por otro, los Desnoyers, que retornan a Francia y llevan una vida típica de un nuevo rico, que pueden permitirse por su gran fortuna.

Mientras tanto, Julio es un hombre sin demasiado carácter, enamoradizo y superficial en su forma de vida. Después de intentar otros caminos, desea ser pintor, pero no trabaja en su obra por falta de voluntad. Vive de noche y duerme de día: su vida es la de un joven de familia rica con un carácter bohemio y su mayor virtud es bailar con gran maestría el tango, que se ha puesto de moda en París. Al enamorarse de Margarita, una mujer casada, provoca un escándalo en la sociedad parisina y es rechazado por su padre.

Este rasgo de saga familiar en la que se enfrenta la naturaleza abierta de las tierras argentinas con el refinamiento parisino, es uno de los elementos que contribuyeron, sin duda, al éxito de la novela. La historia está armada con precisión y es fácil de seguir.

Blasco Ibáñez usa la historia de estas dos familias enfrentadas para su objetivo principal: contar cómo se pudo llegar a la primera guerra mundial en un mundo civilizado. Y lo hace sin ocultar su posición ideológica. Desde el primer momento, es claro su rechazo del belicismo y supremacismo germánico. La primera parte nos muestra a los alemanes partidarios de la guerra para imponer su forma jerárquica y racista de entender el mundo y su gobierno. Añade un elemento, insistiendo en su peligro: a diferencia de otras ocasiones, detrás del belicismo se encuentra una casta de profesores de universidad e intelectuales, que han fabricado el concepto germánico de la Kultur, que justifica ideológicamente todas las atrocidades que van a cometerse. En el otro lado, Francia es la representante de la Civilización, un concepto más integrador y democrático, que parte del respeto al individuo. Pero Francia no está preparándose para la guerra.

Blasco Ibáñez deja la explicación de ese brutal choque entre Civilización y Kultur a un curioso personaje, vecino del estudio de Julio, el socialista ruso Tchernoff, quien desarrolla las diferencias entre ambas y llega a igualar el socialismo y el cristianismo, solo diferenciados por el sentido de justicia del primero y de piedad del segundo.

En pocas horas, el despreocupado y superficial Julio Desnoyers, asiste a un curso intensivo de realidad: la conversación con su primo de Berlín, Julius von Hartrott, un intelectual racista y belicista, y el encuentro con Tchernoff, que termina de explicar toda la perspectiva ideológica con la que afronta el autor la novela y también la razón del título, no le permiten ya cerrar los ojos.

Es el 1º de agosto de 1914. Los cuatro jinetes del Apocalipsis (la Conquista o la Peste, la Guerra, el Hambre, la Muerte), saltan de las páginas de la Biblia y de los grabados de Durero, a las tierras europeas. Blasco Ibáñez necesita explicitarlo más, hurgando en la sensibilidad de su lector: una vecina embarazada, de origen alemán, se arroja desde la ventana de su casa.

Este es el gran acierto del autor que convertirá la novela en un libro de éxito. Lo que comenzaba como una historia de amor y adulterio y continuaba como una gran saga familiar, da el salto narrativo: Europa se convierte en un campo de batalla en el que se enfrentan dos concepciones antagónicas del mundo y se decide el futuro de la humanidad.

Noticias de nuestras lecturas

Paco Cuesta escribe un acercamiento a la novela por derecho: con esta entrada suya se comprende todo lo principal para quien comienza la novela, contexto, intención, esquema y recepción. Para no perdérsela.

Gelu comienza su lectura de la novela proponiendo que nos fijemos en unos pasajes de la introducción. Y completa su comentario con enlaces muy oportunos con referencias cinematográficas.

Luz del Olmo nos cuenta su recepción de la obra y un alegato final sobre la posibilidad de que no haya guerras... ¿Lo veremos?

Mª del Carmen Ugarte profundiza en la visión de la guerra en la novela y las relaciones con ella de hombres y mujeres. Una mirada muy interesante que te invito a leer.

Pancho se lanza al comentario de la novela de Blasco Ibáñez por derecho, indicando lo novelesco y personalísimo de su carácter y vida y el éxito de su obra. Para no perdérselo.




Pancho lo vuelve a hacer. No sé cómo, pero es capaz de enlazar a García Márquez, una historia de calendario sexual y dicción esmerada con Mark Nopfler. Aquí, si quieres saber cómo avanza en su lectura de Cien años de soledad, que nos ocupó hace unas semanas y aquí cómo comenta una de las claves de la novela: las relaciones de Macondo con el mundo exterior. Además, nos trae a Lorca en la voz de Estrella Morante, todo un regalo.

Cambios en el listado de lecturas del presente curso
 y otras noticias

  • El próximo martes 22 de enero celebraremos la sesión presencial para comentar Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Será una reunión muy especial, porque la haremos conjunta con el Aula de historia de Alumni UBU, que ha abordado la primera guerra mundial en un curso titulado De la euforia de la catástrofe a la catástrofe de la historia.  Una ocasión inigualable para charlar sobre la primera guerra mundial, sus causas y consecuencias. Tendrá lugar a las 16:30 hs., en el salón de actos de la sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua, en el burgalés Palacio de la Isla. La entrada es libre hasta completar el aforo (se reservarán plazas para los miembros del club y los asistentes al curso del aula de historia).


  • Como a la ocasión la pintan calva, los miembros del club de lectura nos sumamos al proyectado viaje de Alumni UBU a Sevilla con motivo de la exposición que conmemora a Bartolomé Esteban Murillo en el Museo de Bellas Artes de aquella ciudad. Por esta razón, en el mes de febrero leeremos la novela El color de los ángeles de Eva Díaz Pérez (Planeta, 2017), que recrea la vida del pintor y la Sevilla de su tiempo. Así, las lecturas continuarán de la siguiente manera:

- Enero: Tras el comentario de Los cuatro jinetes del Apocalipsis, leeremos Cuaderno de vacaciones, el poemario de Luis Alberto de Cuenca, premio nacional de poesía.

- Febrero: El color de los ángeles, de Eva Díaz Pérez.
- Marzo: Los amores equivocados, de Cristina Peri Rossi.
- Abril: Concierto barroco, de Alejo Carpentier.
- Mayo: Tea Rooms, de Luisa Carnés.
- Junio: La Tesis de Nancy, de Ramón J. Sender.


Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos. Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales, como este), en este blog, Información sobre el presente curso en el club en este enlace.

ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

5 comentarios:

Fackel dijo...

Una pregunta de la que me gustaría obtener una respuesta tuya. ¿Por qué Blasco Ibáñez es un desconocido para las generaciones no digo ya más jóvenes sino para las nuestras mismas?

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Hola, FACKEL: Se suman varias razones, algunas muy obvias y otras que provienen de los prejuicios de los críticos e historiadores de la literatura. Además, claro, de que en este país hay muy mala memoria. Como decía Zorrilla, aquí nadie se acuerda en octubre de lo que se dijo en mayo...

En primer lugar, Blasco Ibáñez es sepultado por la vanguardia. No hay nada más alejado estéticamente a la misma que la forma de narrar del valenciano. Los manuales de literatura se construyen con la novedad y Blasco Ibáñez no encajaba en ella. No pasaba de ser un elemento extraño y así se hacía constar. De hecho, no se le ha recuperado en los mismos hasta hace apenas unas décadas y casi nunca es objeto de explicación en una clase. Por lo tanto, quienes deben trasmitir conocimientos literarios apenas lo conocen y casi ninguno lo ha leído.

Los críticos, en su época, se encargaron de fustigar su estilo y sus novelas. Se pusieron exquisitos con él, tanto por razones ideológicas como por recelos ante sus éxitos.

En segundo lugar, Blasco Ibáñez fue un personaje muy popular en su época pero tremendamente incómodo. Ni siquiera sus afines ideológicos se encontraban bien con una personalidad tan fuerte e individualista, que solía dejarlos en evidencia con sus actos. Por lo tanto, no se encargaron de difundirlo ni se cuidaron de que se le leyera. Sus enemigos, como es proverbial en nuestro país, no le dieron ni agua.

También anda por el medio derechos de autor y de propiedad. Fíjate cómo será la cosa, que hace unos días saltó a la prensa que Valencia puede perder la oportunidad de hacerse con su legado: https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20190108/453980413717/valencia-perder-legado-blasco-ibanez-escrito-politico.html

Durante mucho tiempo sus novelas desaparecieron de la oferta comercial editorial, salvo excepciones. Cuando se le recuperó, se le había pasado el tiempo. Todos recordamos, por ejemplo, las adaptaciones televisivas de algunas de sus novelas. Hoy es fácil encontrarlas, pero ningún "preceptor" las recomienda, difunde y explica adecuadamente.

Y es una lástima. Hoy, muchos éxitos comerciales narrativos de carácter nacional e internacional no le llegan a los zancajos. Y su vida daría para novelas, películas y series de televisión.

Espero haber respondido a tu pregunta. Gracias por hacerla.

Luis Antonio dijo...

Siempre tuve curiosidad por Blasco Ibáñez, quizás porque sus obras estaban prohibidas. He leído varias y también tuve oportunidad de visitar su casa de la Malvarrosa en Valencia y la que tenía en la Costa Azul, en Mentón, cerca de Mónaco y la frontera italiana.

Gracias por despertar y avivar buenos recuerdos

pancho dijo...

La biografía de Blasco Ibáñez es apasionante, poca gente habrá que haya hecho tantas cosas en su vida. Un padre fundador: funda un periódico, un partido político, un pueblo en la Argentina y escribe novelas que los lectores se quitaban de las manos.
Los cuatro jinetes es una novela escrita con mucho oficio y nadie puede decir que no sea buena.La parte final es magistral, creo que oscurece el relato particular de los miembros de la familia Desnoyers; y la del barco también por la reproducción a escala del conflicto entre franceses y alemanes.
Seguiremos poco a poco con Gabo y sus neuras en Cien años de Soledad.
A ver si pido también el libro de Luis Alberto de Cuenca que lo tendrán que pedir y eso tarda.
Un abrazo.

Abejita de la Vega dijo...


Aquellas adaptaciones televisivas, a finales de los setenta, me movieron a leer un poco a Blasco Ibáñez, al menos las novelas de ambiente valenciano. Sin embargo esta de "Los cuatro jinetes del Apocalipsis" era completamente desconocida para mí y me sorprendió...mi total desconocimiento. Una pintura magnífica de la Primera guerra Mundial, algo que nos viene muy bien porque por aquí a la Gran Guerra la tenemos algo desdibujada, seguramente influye el que España no interviniera. Y, para colmo, la versión cinematográfica de 1962 se permite el lujo de cambiar la primera por la segunda guerra mundial, gran disparate histórico literario.

Un acierto la elección de esta novela. La he leído dos veces, en invierno y en verano, disfrutándola, más todavía la segunda vez...Pero no he sido capaz de redactar una entrada en el blog que sea para dar al "publicar". Y me da mucha rabia no poder hacer lo que hace tantos años que hago. Espero superar el bloqueo antes de empezar a leer "Cuaderno de vacaciones".

Un abrazo, Pedro Ojeda. Mañana hay clase...