Qué lejos todo lo que tenemos cerca. La mayor parte de nuestras penas procede de que no miramos aquí, tan cerca.
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El otro día hablé cinco minutos con un poeta de la amargura. Masticaba la ironía y la cuchillada trapera en cada frase que decía, acompañadas del ataque preventivo y la envida, sin dejarme intervenir más que en el saludo. Le iba bien, pero era incapaz de verlo y seguía creyéndose un poeta maldito adolescente y de oposición.
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Hace unas semanas comenté el final del Quijote, cuando Alonso Quijano agoniza en una habitación y en la de al lado, entre llantos, la sobrina, el ama y Sancho celebraban la herencia. Qué sabio Cervantes.
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En algunas ferias del libro se acoge con dinero público a poetas que dicen que jamás son acogidos por las instituciones ni tenidos en cuenta. Te lo dicen con ceño ofendido tomando copas pagadas por ese dinero público que los arropa y les da el beso de buenas noches.
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Hace un tiempo, en una red social, un joven poeta me advirtió contra un cenáculo de la poesía de su misma ciudad que me había solicitado participar en una de sus sesiones. Su opinión era contundente, despectiva y hasta insultante. Hace unos días lo vi en una fotografía en ese mismo lugar. Y se le veía contento y sonriente. Su sonrisa no había sufrido transición.
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Se reivindicaba como poeta. Así, sin más.
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Últimamente me producen ternura los escritores que solo leen el tipo de literatura que ellos escriben. Me gustaría llevarlos a la guardería para descargar de ese trabajo a sus seres queridos.
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Incurrió uno a uno en todos los defectos de la poesía que criticaba. Sus ataques se dirigían a la poesía sentimental y él pertenecía a la de la amargura. O al contrario, ya no me acuerdo. Da igual, los extremos se parecen en la técnicas que usan y su distancia con el poema.
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Incurrió uno a uno en todos los defectos de la poesía que criticaba. Sus ataques se dirigían a la poesía sentimental y él pertenecía a la de la amargura. O al contrario, ya no me acuerdo. Da igual, los extremos se parecen en la técnicas que usan y su distancia con el poema.
5 comentarios:
El escritor es egoísta por antonomasia, si a eso le añadimos que está ayudado por la oficialidad, miel sobre hojuelas.
Me gusta tu ironía. Es que hablas mucho con ellos, ya lo veo. A veces sin querer.
Un abrazo
Seres humanos al fin, con la que está cayendo y estamos hablando de poetas gruñones. El ego maximizado.
¡Hay, Cervantes! Leas lo que leas, un sabio.
No es envidia, es admiración a los que saben escribir.
Un abrazo
¡¡Qué coco-coo-sas!!
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