La rutina le había caracterizado durante toda su vida. Subía todos los días a la cocina a las dos en punto. Tomaba la botella de tinto de Cebreros y llenaba un vaso de vino allí mismo, en la encimera. De espaldas a la puerta, se lo bebía sin prisas. Era una prueba a la que se sometía desde hacía años, desde que decidió que el alcohol no le dominaría más. Sólo ese vaso y ni un sorbo más. Todo lo demás se había derrumbado en su vida: ella lo había dejado con una excusa tonta que ya no recordaba; había perdido el trabajo porque la empresa para la que trabajaba se había acogido a la última reforma laboral y se fue a otras tierras; a sus casi sesenta años nadie le daba trabajo y ya no sentía fuerzas para emprender un negocio o para marcharse de su pueblo; a la salida de un supermercado le habían asaltado e intentó defender la cartera con los últimos billetes que le quedaban para terminar el mes pero no pudo evitar que la navaja le partiera el corazón en dos. No lo sintió. Ya había muerto cuando ella lo dejó con una excusa que no lograba recordar mientras buscaba la explicación por la que la puerta de la cocina de su casa no encajaba bien en el marco a pesar de arreglarla cada mañana.
16 comentarios:
somos una sumatoria de constructos , derrumbes y escombros
besos
Triste história, infelizmente tão próxima da realidade desabrida que é a nossa.
Querido Pedro, bons sonhos
Es la tristeza de las vidas cuando no encajan unas con otras, igual que esa puerta rebelde.
Venía a ponerte un comentario, pero cuando subí a tu blog, un ladrillo del techo de esa cocina destartalada me dio un golpe seco, que dividió mi cerebro en dos partes. Uno quedó bobo y el otro más que bobo. Ahora, no me acuerdo lo que iba a escribirte -perdona- y encima, cuando quise irme quedé atascada en el marco que al final, me llevé encajado, al menos podré hacer leña con él y frío no pasaré en el invierno, gracias a este pobre señor descorazonado.
Besos
Las primeras muertes sino se superan...pueden conducir al filo de la navaja.
Triste historia, pero muy real.
Un abrazo
Luz
Hay puertas que no conviene arreglar...
Besos, Pedro.
No hay mayor mal que estar muerto en vida y seguir deambulando por ella.
Besos, Pedro
Un edificio se derrumba por viejo o mal construido, nosotros por cosas más sutiles.
Un abrazo
A veces parecemos un edificio descarnado, necesitamos reformas, mejor, obras.
Besitos.
Ruina al fin.
Que tragedia!!...cuando hacen que las cosas empeoren, los avances retrocedan...la vida no vale nada.
Da gusto leerte, muchacho, nos llevas con buen pie hasta donde sea y te seguimos fielmente.
Besos
(con puertas o sin ellas)
¡Qué vida más vacía! cuando nada te queda, cuando sientes que no sirves para nada.
Es muy bonita la fotografía.
Un beso.
Así nos veo colectiva e individualmente. Algo que va perdiendo, perdiendo y, al final, nadie lo quiere. Y qué queda sino esperar en un banco, tirado, consumido, y desaparecer entre la indiferencia en un perdido albergue.
Es fácil que todo se derrumbe a nuestro alrededor. Tan fácil como queramos.
Pedro, ¡cuánta fortaleza tenemos que tener! ¡cuánta!
muertos en vida.
bicos,
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