viernes, 30 de abril de 2010

La habitación 415


Agapito Pazos fue abandonado a los tres años en la puerta de un hospital. Era un niño enfermo de distrofia muscular y con discapacidad psíquica. Desde entonces ha ocupado la habitación 415 de ese hospital excepto dos días en los que un celador lo llevó a ver el mar: 77 años menos dos días en los que a veces fue feliz y a veces no.

jueves, 29 de abril de 2010

Sancho pierde la compostura (Cap. 2.47)


El capítulo nos propone dos situaciones en las que el bueno de Sancho pierde la compostura necesaria como gobernador de la ínsula Barataria. Había superado con éxito la prueba en el juzgado: el sentido común y la tradición popular le habían ayudado a solventar eficazmente los casos con trampa que le habían propuesto. Pero fuera del juzgado los Duques han sabido prepararle dos episodios que le harán perder la prudencia, incluso en el lenguaje, puesto que Sancho abandona ese tono impostado que como gobernador quería adoptar.

Conocedores de lo que supone la comida para el nuevo gobernador, la primera situación juega con el hambre de Sancho: ve pasar platos que no puede comer. Es evidente la tradición folclórica del asunto: la comida escamoteada, que se muestra pero no se alcanza. Para comprenderlo mejor tenemos que situarnos en la época cervantina, en la que corrían relaciones de los grandes banquetes de los poderosos a los que el pueblo estaba invitado a asistir para mirar -y, con suerte, comer los restos-. Comer, comer con abundancia y variedad, varios platos en una sola y larga comida, era signo de posición social. También era un sueño para los que no podían hacerlo y que construían mitos populares como la tierra de Jauja, repetidas veces llevada a la literatura desde la Edad Media. Ya vimos algo similar con motivo del episodio de las bodas de Camacho.

Aquí el instrumento de los Duques es el inolvidable doctor Pedro Recio de Agüero, natural de Tirteafura y graduado en Osuna, contra el que vierte su cólera Sancho:

-Pues, señor doctor Pedro Recio de Mal Agüero, natural de Tirteafuera, lugar que está a la derecha mano como vamos de Caracuel a Almodóvar del Campo, graduado en Osuna, quíteseme luego delante, si no, voto al sol que tome un garrote y que a garrotazos, comenzando por él, no me ha de quedar médico en toda la ínsula, a lo menos de aquellos que yo entienda que son ignorantes; que a los médicos sabios, prudentes y discretos los pondré sobre mi cabeza y los honraré como a personas divinas. Y vuelvo a decir que se me vaya, Pedro Recio, de aquí; si no, tomaré esta silla donde estoy sentado y se la estrellaré en la cabeza; y pídanmelo en residencia, que yo me descargaré con decir que hice servicio a Dios en matar a un mal médico, verdugo de la república. Y denme de comer, o si no, tómense su gobierno, que oficio que no da de comer a su dueño no vale dos habas.

En el personaje de Pedro Recio hallamos la habitual burla literaria sobre los médicos que aquí se eleva, además, hacia un tipo de universidades de segundo orden -como la de Osuna en la que, para aumentar la broma cervantina, parece que no se estudiaba medicina- que proliferaron en España hasta el siglo XVIII y cuyas virtudes académicas eran escasas o nulas, aunque ahora en esas localidades se presuma de haber sido sede universitaria en el pasado.

La segunda situación que provoca una nueva explosion de furia de Sancho es la intervención de un labrador negociante, procedente de Miguel Turra. La indignación del gobernador va en aumento ante las desproporcionadas descripciones que hace el labrador tanto de Clara como de su propio hijo, en las que se aprecia una fina intertextualidad con Quevedo. Pero termina de reventar el bueno de Sancho cuando el labrador expone su petición de una dote para su hijo. Sancho se violenta, tanto por lo impertienente de toda la situación -que le pilla, además, en ayunas- como por el hecho de que el solicitante ignore la imposibilidad de que, con tan pocas horas en el cargo, haya podido hacerse con esa suma (obsérvese la aguda crítica a la corrupción de los gobernantes):

-¡Voto a tal, don patán rústico y mal mirado, que si no os apartáis y ascondéis luego de mi presencia, que con esta silla os rompa y abra la cabeza! Hideputa bellaco, pintor del mesmo demonio, ¿y a estas horas te vienes a pedirme seiscientos ducados?; y ¿dónde los tengo yo, hediondo?; y ¿por qué te los había de dar, aunque los tuviera, socarrón y mentecato?; y ¿qué se me da a mí de Miguel Turra, ni de todo el linaje de los Perlerines? ¡Va de mí, digo; si no, por vida del duque mi señor, que haga lo que tengo dicho! Tú no debes de ser de Miguel Turra, sino algún socarrón que, para tentarme, te ha enviado aquí el infierno. Dime, desalmado, aún no ha día y medio que tengo el gobierno, y ¿ya quieres que tenga seiscientos ducados?

Entre una y otra, a la ínsula llega una carta del Duque que le pone en aviso sobre un posible ataque enemigo: la misiva sirve para equilibar el capítulo como transición entre los dos estallidos de cólera de Sancho, con algunas bromas sobre los vizcaínos, y para anticipar los acontecimientos finales de la estancia en el gobierno de Sancho que, como veremos, esconderán una broma tan pesada como la de los gatos de don Quijote. Como vemos, la progresión de la provocación de los Duques y sus secuaces va en aumento.

Pero no anticipemos, veremos qué pasa en el capítulo XLVIII que comentaremos el próximo jueves.

miércoles, 28 de abril de 2010

Rumor en Salamanca


En Salamanca, la gente se junta en corrillos para comentar que, por la noche, el diablo se ha llevado a Félix de Montemar.

A esa hora incierta en la que los que agotan la noche se encuentran con los que marchan a trabajar temprano el rumor es insistente. El diablo ha venido en forma de mujer ,vestida con telas vaporosas, tan finas que apenas ocultaban el cuerpo seductor en el que el estudiante vio un reto más de los muchos que había vencido a lo largo de su vida. No pudo contenerse don Félix, le arrastró todo lo que era y a lo que no estaba dispuesto a renunciar: siguió aquel fantasma hasta apurar la muerte, abrazado a él.

En cada relectura de El estudiante de Salamanca (1837) pienso que Espronceda hoy hubiera sido un autor de éxito: tiene todo para ser nuestro contemporáneo, incluso los avatares biográficos. Esta obra, que recogía las diferentes tradiciones del seductor y las mezclaba con la literatura gótica y una pizca de sorna romántica, construye como pocas un ambiente y un personaje rotundos. Don Félix de Montemar, a diferencia del Don Juan Tenorio de Zorrilla no se enamora: no puede hacerlo. Por eso mismo es capaz de jugarse a una carta o a los dados no sólo el retrato, sino a la misma dama que acaba de morir por su culpa, junto a su propia vida. Quizá hoy se entienda de otra manera su forma de hablar de la muerte de Elvira que cuando Espronceda lo escribió:


Era vuestra hermana hermosa:
la vi, me amó, creció el fuego,
se murió, no es culpa mía;
y admiro vuestro candor,
que no se mueren de amor
las mujeres de hoy en día.

La clave está en que, por suerte, la mujer hoy -al menos en nuestra cultura- es libre de amar y de decidir con quién quiere o no quiere estar y cuándo y por lo tanto cuando es burlada hay dolor, pero no pecado social. Por eso, lo que dice don Félix de Montemar hoy se entiende de otra manera: pero si lo vemos con su sombrero, capa, espada y botas altas sabemos de lo que habla. Aunque parezca que las pasiones son universales, no lo son, no pueden serlo porque siempre hay una parte cultural en lo que sentimos.

El estudiante de Salamanca tiene una buena película dentro que alguien debería saber encontrar: tendría éxito porque el primer borrador del guión es inmejorable. El personaje de don Félix es un regalo para cualquier galán joven que sepa cómo sumar la palabra seductora y el gesto arrogante:


Galán de talle gentil,
la mano izquierda apoyada
en el pomo de la espada,
y el aspecto varonil:
Alta el ala del sombrero
porque descubra la frente,
con airoso continente
entró luego un caballero.

No sería muy difícil tener éxito porque este tipo de literatura hoy es la que se lee mayoritariamente: pasiones desbordadas, acción, personajes en el límite de la existencia, historias de fantasmas. ¿Por qué no se lee hoy El estudiante de Salamanca cuando leemos cosas de menor calidad que repiten muchos de sus hallazgos?

Quizá sólo le faltó a Espronceda comprender, como se hacía ya en otras literaturas europeas, que el futuro de estas historias no era el verso sino la prosa. A él y a Zorrilla hoy estaríamos leyéndolos en el metro si en la España del momento no hubiera pesado tanto la tradición del poema narrativo. Escribieron para ser declamados y hoy nadie declama ni lee en alto la poesía. Pero merece la pena adentrarse por estos versos y dejarse llevar. Si lo hiciéramos más no nos sorprenderían tanto algunos autores de ahora.

martes, 27 de abril de 2010

La fachada de mi casa es amarilla


Hoy me he desorientado. Qué hacer cuando uno espera que el semáforo se ponga verde para cruzar la calle y no recuerda el camino a casa. El daltonismo hace que el verde no sea más que una posición y cuando se pierde el sentido de orientación tampoco sirve de nada pintar la fachada de la casa de amarillo.

lunes, 26 de abril de 2010

Don Quijote bejarano y noticias de nuestra lectura



En el zaguán del Teatro Cervantes de Béjar, que ya ha protagonizado alguna de las entradas de esta lectura, se encuentra la obra de la imagen, que se presentó a la VI Bienal de Escultura Mateo Hernández, que se convoca regularmente en Béjar con el nombre de quien fuera un ilustre artista de esta localidad. Mostré mi interés por ella en el viaje que hice a Béjar el pasado año invitado por Luis Felipe Comendador y Celestino (nuestro querido Pancho), que tan amablemente me acompañó durante toda mi estancia, recogió el guante. Ha sido él quien encargó fotografiar la escultura -que está en un lugar en el que la posición y la iluminación dificultan la toma de una buena imagen, por lo que es asombroso el resultado de las que aquí publico- a otro de los amigos de Béjar, Manuel Casadiego.

La VI Bienal, según me informa Manuel, coincidió con las celebraciones del IV Centenario del Quijote, por lo que su tema monográfico fue "El mundo del Quijote". Se titula El triunfo de Don Quijote y junto a ella deben pasar todos los espectadores para acceder al patio de butacas. Qué mejor lugar pudo darle una ciudad tan cervantina. Es obra del escultor cordobés Jorge Domínguez Conde.

Con amigos que se vuelcan tanto en este proyecto, se puede seguir en la locura, desde luego. Mil gracias.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

Noticias de nuestra lectura

Antonio Aguilera, en amable conversación telefónica, se disculpa por no intervenir en este capítulo: las muchas obligaciones de la estación le impiden ser lo revulsivo y lateral que quisiera...

Firvulag, que, como sabéis, es la última incorporación pública a nuestra lectura, juega con acierto con la construcción del nombre de Dulcinea a partir de Aldonza. El personaje ausente de la dama y sus muchas trasformaciones a lo largo de la novela cervantina es una de las claves más importantes para la lectura.

Cosmo se acerca al episodio gatuno con mirada triste y señala la crueldad de la broma: como todos los lectores, se apiada del pobre hidalgo.

Merche Pallarés resume las claves de la pesada broma: es de las que más ganas tiene de que abandonen la casa de los Duques.

Jan Puerta se ilusiona pensando que Altisidora pueda sentir algo por don Quijote y acierta cuando ve que la separación de los personajes no puede durar mucho. La imagen quijotesca nos lleva a Chile, enfermos por nuestra lectura. No os perdáis ni el grabado dieciochesco ni el enlace que propone.

Manuel de la Rosa, Tuccitano, comenta la pesada broma y la relaciona, con razón, con costumbres rurales. No os perdáis el regalo que le han hecho sus hijos ni los enlaces de su entrada. El día del libro, cuando camina hacia la inauguración de una librería -¡milagro!-, se encuentra en un acto bien quijotesco que no puede menos que salir aquí.

Pancho, además de comentar el resto de la broma, se fija con mucho acierto en los matices con los que el narrador nos cuenta el tiempo -recordemos que la acción se ha desdoblado.

Paco Cuesta, en su entrada, presta atención a los sentimientos de don Quijote en relación con la fidelidad y desarrolla el tema de la posición de la mujer al respecto en la época de Cervantes.

Asun aprovecha el día del libro y nos regala un Quijote bien actual. ¡Gracias!

Abejita de la Vega comenta el capítulo llenándolo de gatos y cencerros, como corresponde. Después publica la nota del Sanchico, gracias a Ele Bergón: el chaval es una nueva generación en las cosas del amor, hasta que crezca... Pero antes ha hecho un excelente paréntesis para regalarnos un emotivo recuerdo del historiador Manuel Fernández Álvarez, recientemente fallecido y que en sus últimos años se convirtió en uno de los mejores divulgadores de la historia española a través del difícil género de la biografía, enlazándolo todo con la celebración del día del libro.

Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
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Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.

domingo, 25 de abril de 2010

sábado, 24 de abril de 2010

Una exposición insuficiente: Escrito está. Poesía experimental en España (1963-1984)




Sale uno de esta exposición sin comprender su necesidad y lamentando su insuficiencia tal y como está mostrada. Escrito está. Poesía experimental en España (1963-1984) se clausura mañana en el Patio Herreriano, de Valladolid, un museo de arte contemporáneo que no termina de arrancar, lamentablemente, y que urge potenciar. El comisario es Fernando Millán y ha sido organizada por el Museo Patio Herreriano y Artium, en donde se expuso con anterioridad. Las obras proceden de la colección privada del propio Fernando Millán (aquí puede verse una visita guiada por él en Artium y aquí su prólogo al catálogo de la exposición).

Millán, que es un personaje significativo en la vanguardia de aquellos años y desde hace tiempo estudioso y divulgador de sus logros, ha recopilado en la selección para esta exposición, una serie de documentos de interés indudable pero no ha sabido explicarlos ni prescindir de los redundantes. Y es un tanto extraño que haya sido así, porque es uno de los mejores conocedores de la poesía experimental española de la década de los sesenta y los setenta. Ni la forma de exponer los materiales ni la estructura elegida aporta más que cierta curiosidad del producto al visitante, sobre todo si éste desconoce la materia de la que se trata. Uno intuye que en esta exposición hay un guión de una exposición importante, un primer borrador de algo que sí es necesario: la explicación de los diferentes movimientos, intentos y logros de la poesía experimental española de aquellos años, tal y como uno se espera bajo ese título. Ni siquiera el pequeño muestrario monográfico dedicado a Francisco Pino y Felipe Boso les hace justicia.

No se puede decir que sobre nada de lo que está, pero la repetición de las formas hubiera podido simplificarse para dar paso a otros ejemplos y autores: quizá el problema está en que la muestra expuesta no responde a un título tan genérico y hubiera sido mejor ajustarla a los orígenes y primeros años del grupo al que perteneció el mismo Millán, puesto que uno intuye que es su verdadero objeto. Sin duda, la exposición hubiera ganado en claridad. Pero como se nos ofrece como una muestra ambiciosa, hay que decir que es muy pobre la sección de la poesía objetual o la muestra de formatos nuevos en revistas y libros, que faltan autores y obras de los autores sí presentes, que no se abre a nuevas posibilidades que fueron apareciendo, en especial en los años ochenta. Y que tal y como está, uno comprende el inicio temporal (1963) pero no el final (1984). Los videos expuestos son oportunos pero escasos. Por otra parte, en las dos ocasiones que fui a verla, no funcionaban correctamente los ordenadores ni los audios de los poemas sonoros.

El visitante de la exposición no podrá sacar conclusiones acertadas de ella si no tiene conocimientos previos: podría malinterpretarla y pensar que es producto de un grupo de colegiales, lo que sería muy injusto con el esfuerzo realizado por los pioneros de la poesía experiemental de aquellas décadas.

Y es una lástima, porque todavía está por hacer la historia de la poesía experimental española de la postmodernidad. Quizá haya un desenfoque general: se ven demasiado las más que obvias relaciones con la vanguardia de la primera mitad del siglo XX y no tanto el contexto de una nueva época histórica que se gestó a finales de los años cincuenta y que ha llegado hasta nuestros días. Y ese desenfoque provoca confusión porque la poesía experimental en parte es heredera de la poesía de vanguardia, pero no pertenece al mismo tiempo histórico.

Quizá el problema de esta exposición proceda del exceso y desenfoque entre el título y su realidad. Posiblemente en los tiempos de bonanza económica ninguno de los muchos museos de arte contemporáneo que han proliferado por estas tierras la hubiera programado de esta manera. Pero desde hace unos meses observamos cómo las exposiciones temporales buscan formatos baratos para llenar varias salas: se acabaron los tiempos del derroche aunque suponga una reducción en la calidad de la forma de exponer. Es un error que va en perjuicio de lo mostrado. Esta exposición hubiera sido más digna con una tercera parte del espacio físico que ha ocupado, lo que hubiera obligado a centrarla.

viernes, 23 de abril de 2010

Cuando se pierde la ciudad


En la tristeza hay un momento en el que se pierde todo: es mucho antes de que se descubra el mundo con otros ojos. No sé si todos pasamos por la experiencia necesaria de sentirnos tan vacíos que parecemos roídos por dentro con un descorazonador metálico. No hay forma de ser equilibrado sin haber perdido previamente todo lo que se lleva por dentro. Quien no ha sentido ese dolor no sabe lo que es una noche.

Rafael Alberti lo expresó en uno de los mejores poemarios de la poesía española y, quizá, el mejor de los suyos en la línea de la vanguardia. Sobre los ángeles (1929) cuenta la experiencia de quien ha llegado a ser sólo carcasa para poder volver a la vida a mirarla de otro modo, si sobrevive. Hay algo (el desamor, la soledad, el descubrimiento de que lo que le dijeron a uno antes de la madurez no le vale para el resto de la vida) que nos empuja a la más brillante de las derrotas, la de perdernos por dentro sin hacer nada para impedirlo:

Llevaba una ciudad dentro.
Y la perdió sin combate.
Y le perdieron.

Sombras vienen a llorarla,
a llorarle.

-Tú caída,

tú, derribada,
tú,
la mejor de las ciudades.

Y tú, muerto,
tú, una cueva,
un pozo, tú, seco.

Cuando nos dormimos somos de otra manera nosotros: y es en el sueño en el que se declara la tempestad que puede devastarnos: hasta la ceniza.

Te dormiste.
Y ángeles turbios, coléricos,
la carbonizaron.
Te carbonizaron tu sueño.

Y ángeles turbios, coléricos,
carbonizaron tu alma, tu cuerpo.

Qué pena los que nunca se perdieron por dentro, los que nunca sintieron el dolor del vacío y la soledad más absoluta: la que nos muestra que todo lo que creíamos ser ya no es cierto. No es un alivio sentirse seguros.

jueves, 22 de abril de 2010

Hasta los Duques se dan cuenta (Cap. 2.46)


El capítulo tiene varias funciones: continuar con el experimento narrativo provocado por Cervantes al separar a los dos protagonistas, con lo que tiene que narrar en capítulos alternos historias que ocurren al mismo tiempo; dar cuenta de la respuesta de don Quijote a los amores fingidos de Altisidora, que son una parodia de aventuras similares de la literatura caballeresca y, a la vez, una forma más del muestrario amoroso que hallamos en la obra.

A pesar de que don Quijote haya tenido suficientes muestras de que todo lo que le ocurre en casa de los Duques es producto de la burla, en su imaginario es perfectamente posible que una joven adolescente se enamore de él y no sospecha: es, por una parte, ingenuidad, por otra vanidad. El pobre y viejo hidalgo no puede más que caer en la trampa. Todo lo que ocurre a partir de ahí responde a una convención amorosa propia de la literatura caballeresca: el caballero que ama no puede ser infiel a su dama. Por eso, don Quijote responde con una canción a la canción de Altisidora, en la que afirma su amor por Dulcinea.

La parodia del amor se transforma en burla de mal gusto, como sabemos. Cencerros y gatos: con uno de estos tiene un mal encuentro don Quijote, que le deja herido por fuera y por dentro.

Pero el capítulo tiene una función no menor que se añade a estas dos indicadas. La broma resulta tan pesada por lo vulgar y por sus consecuencias, que hasta los mismos Duques se dan cuenta, en esta ocasión, de que se han extralimitado. Cuando ven a don Quijote magullado y en la cama se les amarga la risa en la boca:

Los duques le dejaron sosegar, y se fueron, pesarosos del mal suceso de la burla; que no creyeron que tan pesada y costosa le saliera a don Quijote aquella aventura, que le costó cinco días de encerramiento y de cama

Este párrafo nos avisa de que la estancia en casa de los Duques ya no puede dar más de sí. Hasta los Duques se dan cuenta de que no pueden seguir aumentando su diversión a costa de bromas tan pesadas que repercuten en la salud de su huésped por muy loco que lo crean. Cervantes sabía que tenía que terminar de alguna manera y las consecuencias de la broma de los cencerros y los gatos marca una inflexión. A partir de este momento, toca preparar la salida de don Quijote y Sancho de las propiedades de los Duques que tanto se habían divertido a su costa.

Pero aún tendremos que ver cómo continúa el gobierno del bueno de Sancho en la ínsula Barataria. Lo comentaremos el próximo jueves, con la lectura del capítulo XLVII.

miércoles, 21 de abril de 2010

Lo que nos da límite es la sombra

Lo que nos da límite es la sombra. No es bueno limpiar tanto nuestras imperfecciones: el resultado será siempre hipócrita.

martes, 20 de abril de 2010

Xavier Mascaró y el óxido


Tiene razón Xavier Mascaró en esta obra. Estos guardianes impasibles, llenos de herrumbre, en apariencia idénticos pero cada uno con sus propias huellas temporales que lo individualizan del resto, dialogan entre sí y con el entorno urbano en el que se instalan en cada exposición, pero también con nosotros, que paseamos entre ellos camino de nuestros quehaceres, sorprendidos de que alguien haya podido retratar la esencia más exacta de nuestro esqueleto verdadero, sometido a la verdad única del tiempo y el final inevitable. Por mucho que corramos para cumplir las tareas de cada día.

lunes, 19 de abril de 2010

Del palillo de dientes al don que no corresponde y noticias de nuestra lectura.


El lunes pasado vimos cómo, a partir del juego intertextual con El Lazarillo, Cervantes incidía en la crítica de una sociedad que vivía en la apariencia. En el capítulo de esta semana continúa con esa crítica, de larga tradición literaria, cuando Sancho manifiesta no sólo no tener don -de hecho no se reconoce en ese don Sancho Panza con el que se le trata- sino que, de durarle el gobierno cuatro días, arrancaría los muchos dones falsos que sin duda abundarían en la ínsula.

Desde nuestra perspectiva de ciudadanos iguales en derechos y obligaciones tras las ideas de la ilustración y las constituciones liberales, podríamos no comprender este pasaje o malinterpretarlo. En efecto, en aquellos tiempos no todo el mundo tenía derecho a anteponer el don a su nombre: era un tratamiento que implicaba un estado social que no tenía Sancho, por ejemplo.

En una sociedad tan jerarquizada, los tratamientos tenían una importancia que hoy puede sorprendernos. Eran una manifestación de la estructura social, como el derecho a llevar espada, ir en coche de caballos o que los caballeros pudieran mantener la cabeza cubierta en determinadas situaciones.

Pero toda sociedad de este tipo provoca que en muchos casos se juzgue a la gente por estas manifestaciones externas y que se use de la apariencia para engañar a los demás. Era frecuente que la gente usara don sin tener derecho, como llegó a darse el caso de mujeres de mala vida que se paseaban en coche de caballos, ante los ojos escandalizados de muchos. No era tanto una afirmación de igualdad como una burla pícara de las normas sociales en provecho propio, pero la abundancia del abuso y lo absurdo de unas reglas que iban en contra de la evolución de la sociedad, cada vez más marcada por la posición económica, antes que por el nacimiento, provocó una desintegración desde dentro.

En estos pasajes del Quijote, por lo tanto, no tenemos tanto una defensa de la jerarquía como una crítica de costumbres de una sociedad que se enredaba tanto en la apariencia y en el ritual. Igual que en cientos de textos literarios de la época. Sin embargo, hemos de recordar que, en realidad, a pesar de que hay lecturas que nos lo han vendido así, ni Sancho ni don Quijote son personajes revolucionarios en el sentido moderno del término. No pretenden cambiar las reglas de la sociedad sino que estas se cumplan en el sentido más justo: es decir, contra la corrupción que se daba en la época. Curiosamente, por paradójico que parezca, esta intención es, en sí misma, revolucionaria puesto que cuestiona las costumbres del momento.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

Noticias de nuestra lectura

Asun nos muestra un aspecto de nuestra lectura que sale de las páginas del libro para enlazar amistades y viajes. No os perdáis su crónica. Su experiencia en Israel ha sido provechosa y enlaza la lectura del capítulo de la semana con aquel país.

Kety aporta sus versos, una vez más oportunos en nuestra lectura, para cantar la fidelidad de Don Quijote a Dulcinea, que no cede ante los encantos de Altisidora...

Merche Pallarés presta atención a los tres casos que debe juzgar Sancho y a lo bien que resultan sus sentencias, con o sin brindis al sol.

Jan Puerta manifiesta su incertidumbre ante la lectura del capítulo, que comparto en gran medida. Nos regala, como siempre, una foto acompañada de un recuerdo que os aconsejo leer con calma, un grabado y un enlace sobre el proyecto de Terry Gilliam del que ya hemos hablado aquí en otras ocasiones y que incluso creó un debate sobre el actor protagonista.

Paco Cuesta, tras notar la sorpresa inicial del capítulo ve la sabiduría de Sancho en ese instinto del hombre común que le hace salir con bien porque sabe dónde está la justicia.

Pancho también comenta la sabiduría del sentido común que salva a Sancho de ser un personaje totalmente ridículo en manos de la burla de los duques. La tradición ayuda a quien la oye, sin duda. Magníficas las ilustraciones con las que acompaña su entrada.

Abejita de la Vega inicia su comentario del capítulo con una oda en imágenes al sol, como si fuera nuestro narrador, pero cuando nos va a contar un recuerdo infantil vuelve la voz del mayordomo, ahora espía de los Duques. Pero las evocaciones de nuestra infancia insisten hasta que brotan. Pero no hay recuerdos con los que no pueda un mayordomo servil, aunque gracias a él vemos una abejita hacendosa. Termina su relato el mayordomo, que se pregunta por la Duquesa, de la que no sabe nada. Después publica la nota del Sanchico, gracias a Ele Bergón, que está bien orgullo de su padre.

Manuel de la Rosa, Tuccitano, comenta el capítulo centrándose en la división narradora del relato y el tratamiento de la ínsula Barataria con su éxito posterior. No os perdáis los enlaces.

Cosmo, en el comentario del capítulo, también resalta la lucidez del sentido común de Sancho, que le salva, por ahora, de las risas de los que conocen la burla.

Celebramos la incorporación de un nuevo participante en nuestra lectura. Firvulag, autor del blog La Tierra multicolor, se ha impuesto un plan según el cual pronto alcanzará el ritmo de la mayoría. Podéis ver sus propósitos y cómo difunde la inciativa en su entrada de hace unas semanas.


Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
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Enlace con la entrada en la que encontraréis sugerencias si os incorporáis con la lectura ya iniciada, aquí.
Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.

domingo, 18 de abril de 2010

LIbertad de expresión


Una de las noticias más importantes de los últimos días en España no ha tenido la repercusión que merecía. La sentencia que absuelve a los directivos del periódico Egunkaria, precintado por orden judicial el 3 de febrero de 2003, nos enfrenta con uno de los más terribles actos que se puede dar en un estado de derecho. En esa fecha, el juez del Olmo ordenó la suspensión provisional del periódico por presunta vinculación con ETA. La sentencia que se da 7 años después no puede reparar las graves consecuencias personales que tuvo el cierre injustificado de entonces, pero recupera, de forma explícita, la libertad de expresión como una de las piedras fundamentales del edificio de cualquier sistema democrático.

Una de las carencias más notables que tiene España hoy, quizá porque la historia de la democracia en el país tiene demasiados paréntesis y uno (la dictadura de Franco) reciente y grave, es que no se acepta fácilmente la libertad de expresión y la opinión del otro como parte del sistema y, a partir de ellas, la construcción del diálogo. Vemos con demasiada frecuencia que cualquier acto público se convierte en un escándalo, alentado por los medios de comunicación. Oímos, casi cada mes, que cualquier ejercicio de esa libertad se convierte en un atentado contra la democracia en la opinión de quien no está de acuerdo con lo expresado. Curiosamente, suelen acusar quienes poco antes hicieron lo mismo cuando les interesaba. En realidad, la práctica de la exageración demagógica en lo que hace a la libertad de expresión esconde siempre la falta de creencia en el diálogo y la razón democrática.

No aceptar la libertad de expresión o impedirla es más grave que ejercerla de forma imprudente o incluso delictiva. Esto último puede denunciarse ante un juzgado en cada caso, lo primero es violentar una de las esencias de la democracia y dejar que al sistema lo corroa el óxido. Puede que no nos guste la línea editorial de un medio de comunicación, pero cerrarlo es una de las acciones más graves que puede hacer la justicia de un país democrático.

sábado, 17 de abril de 2010

Archigram y la arquitectura soñada


Hubo un tiempo en el que la presión de lo ideológico resultó tan insoportable que sólo pudo combatirse por la utopía de un mundo sin ideología. Es un presupuesto falso en sí mismo pero justificable, en parte, porque para muchos intelectuales resultaba imposible avanzar en un mundo en el que las tablas se resolvían con agresivos aspavientos con los que se mostraban los contendientes tradicionales los arsenales atómicos y la posición geoestratégica en un mapamundi surcado de guerras en las que se enseñaban los dientes unos a otros sin reparar en el número de muertos.

En gran medida, el nacimiento de la postmodernidad a finales de la década de los cincuenta y sus manifestaciones artístico-culturales responde a este planteamiento. Paradójicamente, como ha sucedido en otros momentos históricos, un presupuesto que es falso se convierte en la palanca desde la que se desmoronan los dominantes. La gente acoge, con cierto alivio, una propuesta que se presenta diferente y que muestra una esperanza, quizá el retrato utópico de un mundo mejor, más amable y humano. Lo que aparentamente no tenía ideología propone una que consigue derribar la situación de bloqueo a la que se había llegado. Aunque el inicio de la postmodernidad contiene ya las insuficiencias manifestadas en su final, en el momento en el que apareció sólo podía acogerse como la única superación posible de un mundo enfrentado extremadamente hasta la paranoia fomentada por cada parte en conflicto, que se presenta a sí misma como la única garantía posible frente a la otra.

De aquellos años procede la aparición de la propuesta arquitectónica del grupo ARCHIGRAM constituido por Peter Cook, Warren Chalk, Ron Herron, Dennis Crompton, Michael Webb y David Greene en la Architectural Association de Londres, cuyos más conocidos resultados se ofrecen en la exposición Archigram. Experimental Architecture (1961-74) (Sala de Exposiciones de La Pasión de Valladolid hasta el 2 de mayo).

En apariencia, las propuestas del grupo se descargan de los contenidos sociales con los que se presentaban muchos proyectos de revisión de la arquitectura del momento -tanto en el bloque socialista como en el capitalista- y proyectan un mundo futurista y despreocupado en el que la técnica resuelve los grandes retos de una sociedad postindustrial mediante la aplicación de elementos nuevos, intercambiables, desechables y en continua renovación y experimentación. Para ello, en sus proyectos mezclaban elementos procedentes del cómic, de la cultura pop, de la utopía tecnológica de los años sesenta (de la que proyectaba mundos positivos, no apocalípticos), etc. Muchas de sus propuestas han sido aplicadas por proyectos arquitectónicos más prácticos pero otras son, porque así nacieron, una arquitectura en gran medida imposible porque está pensada para una sociedad que no existe pero que quizá desarrollemos cuando nos establezcamos en la Luna o en otros planetas o en éste si sucediera la hecatombe en la que vuelve a creerse ahora como se creía en los años en los que naciera el grupo. Veáse, por ejemplo, la Walking City.

Visitar esta exposición es, en cierta medida, viajar a un momento del pasado en el que se soñaba con un futuro que no ha llegado pero del que estamos más cerca de lo que parece aunque tenga otras formas. En Archigram veremos por qué la postmodernidad resultó tan atractiva en su inicio pero también lo que la ha condenado ante un mundo diferente a aquel en el que surgió -como, por otra parte, les sucede a todas las grandes épocas culturales-, no sin antes dejar, un legado que debemos aprovechar en la medida que aun nos es rentable.

jueves, 15 de abril de 2010

Sancho, gobernador de Barataria (2.45)


Al fin Sancho llega a su deseada ínsula y su ascenso lo refleja el narrador de forma irónica tanto en el título del capítulo al llamarlo el gran Sancho Panza como en el párrafo introductorio, un modelo perfectamente barroco de parodia de la épica clásica y la narrativa de caballerías: de ahí la forma en la que pide la protección del dios Apolo para poder cantar con certero pulso las andanzas del nuevo gobernador.

Todo en este capítulo tiene múltiples facetas que explota sabiamente Cervantes. Por mucho que algunos comentaristas tengan muy claro su significado, soy partidario de que se nos propone, de nuevo, un argumento con aristas incluso contradictorias que hemos de interpretar dejándonos llevar por pequeños detalles.

No todos en Barataria están al tanto de la broma que supone el nuevo gobierno, pero tanto los que son instrumento burlón de los Duques como los que no, toman parte en la mascarada, lo quieran o no, como le ocurre al mismo Sancho. Porque el paréntesis de la ínsula tiene aire de mascarada carnavalesca en la que Sancho, no lo olvidemos, es el pelele en el sentido más exacto de este término.

Sin dejarle tiempo para respirar, a Sancho se le sienta para que juzgue tres casos porque así, se le dice, sus gobernados tendrán una idea cabal de cómo será su actuación futura. Los tres casos -el del sastre y las caperuzas, la vara con los escudos de oro y la mujer forzada- los toma Cervantes de textos anteriores con fuerte raíz folclórica, según se supone, aunque hay quien ha negado la tradicionalidad de estos cuentos proponiendo un origen literario anterior al Quijote y una difusión posterior debida al mismo éxito de la novela. Pero tanto sea el origen literario como tradicional los tres se construyen según parámetros folclóricos y, por lo tanto, es verosímil la actuación de Sancho, quien sentencia según una sabiduría que puede tener sin estudios ni más experiencia que la memoria de casos similares aprendidos de forma oral. Cervantes lo deja actuar, por lo tanto, con el sentido común del hombre de pueblo tal y como lo ha construido la tradición folclórica y subraya el asombro de que sentido común sorprenda a los habitantes de la ínsula. Esto es lo que ha llevado a muchos a proponer la lectura del capítulo como una utopía de gobierno natural de lejana raíz erasmista: no se necesitaría más que el buen fondo de la naturaleza humana para dictar sentencias justas. De ahí nacería también la crítica que hace Sancho a la costumbre de usar el don cuando no corresponde, en lo que se suma a muchos textos de sátira costumbrista de la época, pero en ella también observamos otro aspecto del carácter de Sancho: una defensa de la jerarquía social de la sociedad de la España de los Austrias. Sancho no es un rebelde, aunque tampoco sea ciego ante las injusticias.

Esperemos a los próximos jueves para enjuiciar de forma completa la actuación de Sancho como gobernador, aunque por ahora el narrador saltará al palacio de los Duques, lo veremos con el comentario del capítulo XLVI.

miércoles, 14 de abril de 2010

Como un panda con dos pistolas.


Qué cosas te pasan cuando no te debería pasar nada. El andamio de la vida no es estable: quien lo crea, se engaña o lo ha apuntalado tanto que no vive. Aunque subamos a él con todos los elementos de seguridad, ni el cinturón atado a la soga ni el casco nos protegen, porque la vida en un momento desarbola las cosas y te deja tirado y sólo te sirve ya lo que llevas encima porque en el fondo siempre estás solo, apenas tienes tiempo de recoger lo imprescindible, hacer un hatillo con tus tripas y volver al camino. Y viene el patrón y se porta como un panda con dos pistolas.

lunes, 12 de abril de 2010

El Lazarillo y el Quijote y noticias de nuestra lectura

En el capítulo de la semana pasada hay un interesante juego intertextual con el Lazarillo. Recordemos que, tras despedirse de Sancho e insistir en que nadie le ayude a desvestirse, a don Quijote se le saltan unos puntos en la media al descalzarse. Este incidente provoca una reflexión sobre la pobreza y, en especial, sobre la que recae en aquellos que, por su condición, necesitan aparentar un tren de vida adecuado a la posición que ocupan en la jerarquía de la sociedad de la época.

La mención explícita, en estas circunstancias, de la pobreza, la honra y el palillo de dientes con el que se finge haber comido («¡Miserable del bien nacido que va dando pistos a su honra, comiendo mal y a puerta cerrada, haciendo hipócrita al palillo de dientes con que sale a la calle después de no haber comido cosa que le obligue a limpiárselos! ¡Miserable de aquel, digo, que tiene la honra espantadiza, y piensa que desde una legua se le descubre el remiendo del zapato, el trasudor del sombrero, la hilaza del herreruelo y la hambre de su estómago!») nos llevan directamente al Tratado tercero del Lazarillo, que cuenta las desventuras de Lázaro cuando sirvió a un escudero.

Si en el Lazarillo se advierte un fuerte contenido de crítica social al mostarnos una sociedad vacía que se mantiene de la apariencia y de un nefasto concepto de la honra, el juego intertextual en el Quijote va todavía un paso más allá al encontrarse en un aparente elogio de la pobreza entendida a la manera de la moral cristiana puesto en boca del narrador moro Cide Hamete, que no la comprende del todo.

La cita indirecta del pasaje del Lazarillo descubre dos cosas: por una parte, la filiación del Quijote en la línea de la narrativa realista creada por la obra anónima medio siglo antes y de la que parte la novela moderna; por otra, la vinculación ideológica con lo que tiene el Lazarillo de crítica costumbrista de fuerte raíz moral y evidente cercanía a las tesis erasmistas.

Este pasaje, introducido de tal manera que sólo un lector atento pueda fijarse en él, que homenajea sin citarla una obra que ya era leída como una clara oposición al sistema social imperante en España (de hecho, fue prohibida por la Inquisición, que sólo permitió nuevas publicaciones tras expurgarla) es una huella que nos quiere dejar Cervantes en su texto para que comprendamos la línea de la que procede tanto en género como en pensamiento.

Os animo a mandarme imágenes que reflejen la iconografía cervantino-quijotesca o a que las publiquéis en vuestros blogs, para acumular toda la información posible sobre Cervantes y el Quijote. Sobre todo me gustaría publicar imágenes no usuales, aquellas de pequeños lugares.

También os pido que me remitáis autorretratos quijotescos. Recordad que debéis estar con un ejemplar del libro o en actitud quijotesca.

Noticias de nuestra lectura

Abejita de la Vega está hacendosa y busca bibliografía para comprender el galimatías en el que nos mete Cide Hamete, y bien que sale del apuro . Después, encuentra a don Quijote, que se había escondido de Altisidora y contiúa el comentario del capítulo de la semana. Finalmente, nos regala, gracias a Ele Bergón, el mensaje del Sanchico, que está a la espera del comportamiento de su padre en el gobierno: que no se entere de que han bajado las notas.

Merche Pallarés, al galimatías lo llama encaje de bolillos, pero lo comprende bien puesto que hasta llama cuco a Cervantes: es tanta la pasión que pone que cualquier día la vemos entrar en acción quijotesca.

Manuel Tuccitano comenta de forma muy inteligente el capítulo: sólo haciéndose las preguntas que él se hace se puede obtener las respuestas adecuadas y disfrutar del todo la lectura.

El comentario de Paco Cuesta es el un lector que ya sabe cómo se las gasta Cervantes y está atento a ver por dónde sale el juego narrativo. Cervantes pedía a los lectores este esfuerzo para llegar al fondo.

Jan Puerta aplazó su comentario por falta de tiempo, pero nos regala una fotografía con comentario divertido sobre el hambre de don Quijote y unos enlaces que debéis visitar. Al publicar el comentario da con una clave de lectura que se me había pasado, la afirmación de que a un narrador se le debe alabar por lo que deja de escribir: tiene razón Jan, esta valoración del silencio introducida en este contexto explica mucho y da una muestra más de la modernidad cervantina. Nos regala otra magistral foto quijotesca y un grabado alusivo.

Cosmo comenta el capítulo de la semana centrándose sobre todo en que ya no se necesitan historias intercaladas por la fuerza de la historia principal y la frase sobre el engaño de la Dueña Dolorida que avala que nuestros protagonistas saben el papel que les han adjudicado los Duques.

Pancho da con la clave estructural del capítulo. Me gustaría llamar la atención sobre su forma de comprender el capítulo como un tratado -puesto en práctica- sobre la teoría de la novela moderna, en la que la cita del Lazarillo no es en vano. Las ilustraciones, excelentes.

Antonio Aguilera escribe una de sus buenas entradas que viene y va del Quijote a una llamada que recibe en el móvil. Todo ello para explicar el capítulo y enlazarlo con Nabokov y su Lolita. No os lo perdáis.


Enlace con el índice de nuestra lectura, elaborado por Raúl Urbina : Primera parte y Segunda parte.
Enlace con el blog construido por Manuel Tuccitano expresamente para esta lectura y que puede considerarse un agregador con los enlaces de todos los blogs participantes de forma regular, aquí.
Enlace con el grupo en Facebook, aquí. (Este grupo no sustituye a la lectura en este blog y no estáis obligados a uniros: lo usamos sólo como complemento, para informarnos, preguntar y debatir.)
Enlace con la entrada en la que encontraréis sugerencias si os incorporáis con la lectura ya iniciada, aquí.
Si me he olvidado de alguien, hacédmelo saber y lo subsanaré. Recordad enlazar vuestras entradas con La Acequia, para poder encontrarlas.
Vale.

domingo, 11 de abril de 2010

El robot periodista y el periodista robot


Hace unos días se informó de que se ha desarrollado un robot que puede redactar noticias y crónicas como cualquier periodista humano sin que el lector perciba las diferencias. Este robot periodista, desarrollado en la Universidad de Tokio pero con hermanos más o menos avanzados que él en otras partes del mundo, es capaz de percibir su entorno, buscar documentación sobre lo que sucede y redactar un texto (por ahora básico pero suficiente y no más necesitado de revisión posterior que lo que entrega cualquier periodista en la redacción) adoptando diferentes puntos de vista y estilos según las circunstancias y para lo que haya sido programado, adaptándose al tipo de publicación, público a la que va dirigida, ideología requerida, etc.

Es decir, en el caso de un partido de fútbol, el mismo robot podría redactar de forma simultánea dos crónicas: una apta para ser publicada en el periódico de la localidad en la que se celebra y otra para la de procedencia del equipo visitante. Y podría redactar una tercera, más aséptica, para un medio de comunicación de cobertura nacional. Es más, si en sus parámetros el robot percibiera que conviene despedir al entrenador del equipo perdedor, por los resultados últimos y la hostilidad manifestada por los aficionados, y ello entrase en los intereses de la empresa periodística a la que pertenece, redactaría un texto que se inclinara por esa decisión.

En el caso de tocarle redactar una información sobre un caso de corrupción política, el robot periodista sabría adoptar, de forma inmediata, la línea editorial del periódico. La ventaja es que, además, el robot periodista no tiene sentimiento de culpa ni escrúpulos profesionales ni familia a la que mantener ni toma cervezas con amigos que puedan recriminarle nada y, por lo tanto, la empresa propietaria del medio de comunicación podría prescindir de los controles intermedios que vigilan escrupulosamente el cumplimiento de la mencionada línea editorial y que suelen ser implacables con quien las incumple. Por otra parte, el robot periodista trae de serie la corrección ortográfica y un diccionario con diferentes niveles de acceso según convenga redactar la noticia con mayor o menor riqueza de vocabulario, todo ello muy superior al bagaje de un licenciado medio reciente en una Facultad de periodismo. Y accede con facilidad, rapidez y eficacia a las bases de datos fotográficos, sonoros y de texto.

La información ha sido tomada en parte a broma por los profesionales porque creen que jamás podrá pasarles como a los que trabajaban en las fábricas y fueron despedidos cuando se generalizó la automatización de los procesos, especialmente de los más complicados y sensibles a los errores: la ven como algo propio de la ciencia ficción cuando en la redacción de la empresa periodística para la que trabajan ya hay máquinas que anticipan ese futuro inmediato. La mayoría piensan que sólo la mirada del comunicador y su acento humano puede transmitir información y adaptarse a las circunstancias. Pero cada día los medios de comunicación vienen llenos de errores que una máquina correctamente programada jamás cometería. Por ejemplo, en la misma página de la versión impresa en papel del periódico El país (en la que lo más humano e imposible de sustituir por un robot -por ahora- es el magnífico chiste de Forges) en la que Margarita Rivière bromea y presume de generación al comentar la noticia del robot en un artículo muy endeble en la argumentación y escrito sin duda para amenizar un rato del domingo, la defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, corrige una información publicada en el periódico en la que se le vuelve a adjudicar la frase "estoy en política para forrarme" a Zaplana, el dirigente político del partido popular que no la pronunció. Como la atribución no es correcta pero es verosímil (y más en estos días), la leyenda sobre el personaje se la ha pegado a la biografía de tal manera que jamás podrá desprenderse de ella. El redactor humano tira de memoria y leyenda y vuelve a reproducirla, supongo que sin mala intención o con mala intención pero con la seguridad de que Zaplana la pronunció y que él mismo la oyó. Un robot periodista detectaría la frase correcta en décimas de segundo, a través de su conexión a las bases de datos, y redactaría el texto de forma adecuada. A no ser, claro, que intervenga una mano humana en la programación previa de la máquina o en la revisión final del texto que torciera la redacción del robot. Cosa que ha sucedido a diario en las redacciones de todos los periódicos que han existido y existen sin necesidad de robots, por supuesto.

A nuestro alrededor, en cualquier momento del día, hay procesos automatizados que son realizados por máquinas con menor posibilidades de error que cuando eran acometidos por seres humanos: algunos robots, incluso, pueden adaptarse a circunstancias sobrevenidas y no anticipadas por su fabricante mejor y más rápidamente que cualquier humano. Por supuesto que estas máquinas han sido programadas por personas, que han tenido que introducir las variantes adecuadas para que funcionen correctamente, con lo que en ellas laten pulsos humanizados de comportamiento que orientan sus funciones para lo bueno y para lo malo, pulsos que, por otra parte, suelen ser los causantes -junto a la fatiga del material- de sus defectos y errores más habituales. Lo importante es que son capaces de realizar procesos que antes sólo llevaban a cabo seres humanos y de hacerlo a satisfacción de todos. Hay incluso experimentos muy interesantes de literatura electrónica creada en exclusiva por un programa de ordenador.

El dilema no es si rechazamos o no el robot periodista -o sus otras variantes como el locutor virtual en la televisión, la gestión diaria de la información adecuada para cada receptor individual sin intervención directa de una persona que decida qué remitirle en cada caso, etc.-, porque por una parte ya se usa en los medios de comunicación en versiones más primitivas y por otra parte sería una discusión estéril: está ahí y se utilizará.

Con todo, entre las aristas del debate que provocará la aparición de este robot y que deberemos ir analizando, me quedo con una: si a los periodistas se les ha robotizado desde hace décadas en los grandes medios de comunicación exigiéndoles que escriban al dictado de la línea editorial, qué más da ahora que estos grandes medios den el paso lógico hacia los robots periodistas puesto que les darán menos problemas y, a la larga, resultan más baratos y eficaces. Estoy por apostar que no distinguiremos el contenido pero mejorará la redacción y la capacidad de ilustrar lo que se dice de forma adecuada. Yo, cada vez más, confío menos en lo que leo y oigo en los medios de comunicación más importantes pero pido, al menos, que tenga calidad de estilo. Después, pienso.

sábado, 10 de abril de 2010

Un balón y dos horas de espectáculo.

A estas horas, casi todos los españoles y muchos aficionados de fuera de España se encuentran ante el monitor de televisión viendo el partido de fútbol que enfrenta en Madrid al Real Madrid Club de Fútbol y al Fútbol Club Barcelona. Desde horas antes y hasta horas después, no habrá ninguna otra noticia ni circunstancia que merezca más comentarios y, según sea el resultado, nada provocará más euforia o decepción entre los seguidores de ambos equipos. Los ecos del partido continuarán ocupando a los medios de comunicación durante días. Sobre el campo habrá en juego mucho más dinero del que se se invierte en un año en cuestiones culturales en la misma ciudad en la que se enfrentan estos dos clubs de fútbol, que es la capital de España. Posiblemente, más que en esas dos principales ciudades españolas de las que proceden los dos equipos. En estas dos horas, no habrá crisis económica, nadie estará en el paro, no habrá ningún conflicto bélico en el mundo y nadie sufrirá prisión por sus ideas. Muchos defenderán que los millones de espectadores que vean el partido tienen derecho a la diversión y a hacer un paréntesis en sus vidas, incluso a entrar en plena contradicción ideológica con su pensamiento sobre los medios de comunicación o la eficacia y responsabilidad en la gestión. Y que los jugadores que se enfrentan hoy cobren los sueldos, primas y derechos de imagen en consonancia a los beneficios económicos que aportan a sus clubs.

Soy el primero en disfrutar de un buen espectáculo deportivo. Pero en estas dos horas, el deporte ha sido lo de menos. Por cierto, dentro de unos días habrá una huelga convocada por la Asociación de Futbolistas Españoles, que reclama, entre otas cosas, que centenares de jugadores de fútbol que no militan ni en el Real Madrid ni en Barcelona pero ayudan a sostener el espectáculo cobren el dinero que les adeudan sus equipos, que han firmado grandes contratos sin poder pagarlos o, al menos, sin poder hacerlo en plazo.

viernes, 9 de abril de 2010

Una puerta hacia el infierno.

El paseante de La Acequia se ha quedado encerrado en el laberinto del metropolitano: busca la puerta de su infierno para entablar conversación amena con los demonios.

jueves, 8 de abril de 2010

Todo al revés (Cap. 2.44).


Otro capítulo de transición en el que Cervantes aprovecha para jugar con la técnica de la novela. De este juego, ya lo sabemos, nacen nuevos territorios para la novela (no sólo para el Quijote en particular sino también para el género) y su desarrollo futuro. Todo parte de una propuesta de inversión de los motivos convencionales, de lo que podía esperar el lector de su época. Se ordena el capítulo en tres puntos: la nueva intervención de Cide Hamete, la despedida de Sancho que marcha a ocupar el cargo de gobernador y la soledad de don Quijote tras la marcha de su escudero.

Cide Hamete interviene de forma tan novedosa que algunos estudiosos antiguos han considerado incomprensibles sus palabras (Clemencín denominó este párrafo como galimatías). Es tan rabiosamente rupturista la propuesta que se esconde en el primer párrafo, que continúa el juego con la figura del narrador del que ya hemos hablado en varias ocasiones, que tardó en ser aceptada y seguida: el narrador Cervantes habla de oídas (Dicen que) y comenta que el primer narrador, Cide Hamete, en el original de la obra, se queja de la fidelidad de la traducción (que no pudo conocer) y de cuánto le cuesta sacar adelante una narración tan poco lucida como la historia de don Quijote y Sancho al prescindir de las novelas intercaladas con las que amenizó la Primera parte. Hay varias cosas en esta afirmación.

En primer lugar, el uso del término historia para la obra y el de novela (al estilo del uso italiano) para las narraciones breves intercaladas, en especial para las ajenas a los hechos de don Quijote y Sancho. En un momento en el que se diversificaba el género de la ficción narrativa y en el que, en español, no existía más término que el general de novela, Cervantes juega con todos los posibles elementos conceptuales y teóricos en beneficio propio para volver a debatir -ya se había hecho con la intervención de Sansón Carrasco- algunas de las características del Quijote como novela de novelas, muestrario de fórmulas narrativas del momento y la técnica habitual en la época en la que se introducían narraciones secundarias en la principal. Ya hemos aludido a que en la Segunda parte se prescinde de las más ajenas a la historia principal.

En segundo lugar, la queja de Cide Hamete sobre la infidelidad de la traducción y de todo el esfuerzo que tiene que hacer para mantenerse en los estrechos márgenes de lo que acontece a don Quijote y Sancho, contra lo que él mismo quisiera hacer, pone de manifiesto de forma divertida la propuesta cervantina de que el Quijote pertenece a un tipo de narración (nacida, sin duda, con el Lazarillo, al que significativamente se le homenajea unas pocas líneas más adelante) que se somete a lo que acontece a los personajes en cada momento, sin digresiones enojosas del narrador ni alardes de fantasía. Lógicamente, un autor a la antigua, como parece ser Cide Hamete (Y así, en esta segunda parte no quiso ingerir novelas sueltas ni pegadizas, sino algunos episodios que lo pareciesen, nacidos de los mesmos sucesos que la verdad ofrece; y aun éstos, limitadamente y con solas las palabras que bastan a declararlos; y, pues se contiene y cierra en los estrechos límites de la narración, teniendo habilidad, suficiencia y entendimiento para tratar del universo todo, pide no se desprecie su trabajo, y se le den alabanzas, no por lo que escribe, sino por lo que ha dejado de escribir), no puede estar contento con el desarrollo de la historia dado que no puede intervenir en ella a la manera de la narracción tradicional y se debe contentar con el nuevo papel que le asigna la modernidad narrativa del Quijote. Pero protesta y deja constancia de ello, en un divertido juego cervantino.

Por lo tanto, este magnífico párrafo inicial, que tanto sorprendió a los primeros estudiosos, es mucho más que un debate sobre la pertinencia o no de las historias intercaladas. En él se contiene una propuesta que resume las claves narrativas del Quijote.

El segundo motivo desarrollado en el capítulo y que anticipa otra novedad técnica -la narración paralela de las historias separadas de don Quijote y Sancho- es el de la despedida de los protagonistas. Es de reseñar que la intervención de Cide Hamete venga justo antes de esta novedad. En la despedida, Sancho y don Quijote se han dado cuenta de que el mayordomo asignado por los Duques para acompañar al nuevo gobernador no es otro que la dueña Dolorida. Esto les pone sobreaviso de que siguen siendo bufones al servicio de los Duques y prometen mantenerse informados.

El tercero y más extenso, se centra en la soledad de don Quijote y sus consecuencias. La primera es un cierto ánimo melancólico: don Quijote echa de menos a Sancho. La soledad de don Quijote le deja en manos de sus anfitriones y por eso, en parte, su petición de que nadie entre en sus aposentos, a pesar de la insistencia de la Duquesa, que ya prepara la nueva burla. No puede hacer nada don Quijote para evitarla: ya le hemos visto, en otras situaciones, que a pesar de su afirmación de fidelidad a Dulcinea no deja de ser presa fácil para sus fantasías sobre las mujeres que le salen al paso. Sin duda la Duquesa, como buena lectora de la Primera parte, se aprovecha de aquellos acontecimientos que sucedieron en la venta para fabricar una historia de amores.

Pero antes vemos una reflexión sobre la pobreza a partir de una situación cotidiana: al descalzarse, a don Quijote se le saltan los puntos de la media. Un acontecimiento tan trivial lo deja desarmado y provoca una meditación sobre la pobreza que tiene mucho de irónica al concretarse en la pobreza de los que, por situación social, no deberían padecerla o no están preparados para sufrirla porque deben fingir un buen pasar. En las palabras que siguen, por inversión de su significado, hay una durísima crítica a la hipocresía social que obliga a vivir de puertas afuera como no se puede hacer de puertas adentro. En todo este pasaje hay un juego intertextual con el Lazarillo, al que se homenajea. El hecho de que se cite de forma indirecta esta novelita aquí no sólo aporta verdadero significado al doble juego con la pobreza (crítica ideológica , de fuerte raíz erasmista, de la hipocresía social y de la moral pública que basa la honra en la apariencia más que en la realidad de las cosas) sino que aclara defintivamente el primer párrafo del capítulo.

El falso enamoramiento de Altisidora nos presenta una inversión de las historias de amor convencional. Don Quijote, cincuentón y poco agraciado, se muestra pudoroso: no quiere que nadie, sobre todo doncellas, entren en su cuarto y lo ayuden a desvestir. Frente a él se le propone una chica de catorce años que adopta el rol de mujer enamorada que corteja la reja de su amante y a la que no importa proclamar en un romance cantado (también paródico) su amor rubricando todo con su nombre. La situación es ridícula y se inserta en un contexto en el que se suceden las burlas contra los protagonistas, pero el carácter del pobre hidalgo le hace caer en la trampa inevitablemente:

-¡Que tengo de ser tan desdichado andante, que no ha de haber doncella que me mire que de mí no se enamore...! ¡Que tenga de ser tan corta de ventura la sin par Dulcinea del Toboso, que no la han de dejar a solas gozar de la incomparable firmeza mía...! ¿Qué la queréis, reinas? ¿A qué la perseguís, emperatrices? ¿Para qué la acosáis, doncellas de a catorce a quince años? Dejad, dejad a la miserable que triunfe, se goce y ufane con la suerte que Amor quiso darle en rendirle mi corazón y entregarle mi alma. Mirad, caterva enamorada, que para sola Dulcinea soy de masa y de alfenique, y para todas las demás soy de pedernal; para ella soy miel, y para vosotras acíbar; para mí sola Dulcinea es la hermosa, la discreta, la honesta, la gallarda y la bien nacida, y las demás, las feas, las necias, las livianas y las de peor linaje; para ser yo suyo, y no de otra alguna, me arrojó la naturaleza al mundo. Llore o cante Altisidora; desespérese Madama, por quien me aporrearon en el castillo del moro encantado, que yo tengo de ser de Dulcinea, cocido o asado, limpio, bien criado y honesto, a pesar de todas las potestades hechiceras de la tierra.

No pudo vencer la curiosidad inicial y, aunque ahora cierre de golpe la ventana, antes la había abierto y anunciado su presencia con un fingido estornudo.

Veamos cómo se desarrollan los acontecimientos en el capítulo XLV, que comentaremos el próximo jueves.