Hace unos días se informó de que se ha desarrollado un robot que puede redactar noticias y crónicas como cualquier periodista humano sin que el lector perciba las diferencias. Este robot periodista, desarrollado en la Universidad de Tokio pero con hermanos más o menos avanzados que él en otras partes del mundo, es capaz de percibir su entorno, buscar documentación sobre lo que sucede y redactar un texto (por ahora básico pero suficiente y no más necesitado de revisión posterior que lo que entrega cualquier periodista en la redacción) adoptando diferentes puntos de vista y estilos según las circunstancias y para lo que haya sido programado, adaptándose al tipo de publicación, público a la que va dirigida, ideología requerida, etc.
Es decir, en el caso de un partido de fútbol, el mismo robot podría redactar de forma simultánea dos crónicas: una apta para ser publicada en el periódico de la localidad en la que se celebra y otra para la de procedencia del equipo visitante. Y podría redactar una tercera, más aséptica, para un medio de comunicación de cobertura nacional. Es más, si en sus parámetros el robot percibiera que conviene despedir al entrenador del equipo perdedor, por los resultados últimos y la hostilidad manifestada por los aficionados, y ello entrase en los intereses de la empresa periodística a la que pertenece, redactaría un texto que se inclinara por esa decisión.
En el caso de tocarle redactar una información sobre un caso de corrupción política, el robot periodista sabría adoptar, de forma inmediata, la línea editorial del periódico. La ventaja es que, además, el robot periodista no tiene sentimiento de culpa ni escrúpulos profesionales ni familia a la que mantener ni toma cervezas con amigos que puedan recriminarle nada y, por lo tanto, la empresa propietaria del medio de comunicación podría prescindir de los controles intermedios que vigilan escrupulosamente el cumplimiento de la mencionada línea editorial y que suelen ser implacables con quien las incumple. Por otra parte, el robot periodista trae de serie la corrección ortográfica y un diccionario con diferentes niveles de acceso según convenga redactar la noticia con mayor o menor riqueza de vocabulario, todo ello muy superior al bagaje de un licenciado medio reciente en una Facultad de periodismo. Y accede con facilidad, rapidez y eficacia a las bases de datos fotográficos, sonoros y de texto.
La información ha sido tomada en parte a broma por los profesionales porque creen que jamás podrá pasarles como a los que trabajaban en las fábricas y fueron despedidos cuando se generalizó la automatización de los procesos, especialmente de los más complicados y sensibles a los errores: la ven como algo propio de la ciencia ficción cuando en la redacción de la empresa periodística para la que trabajan ya hay máquinas que anticipan ese futuro inmediato. La mayoría piensan que sólo la mirada del comunicador y su acento humano puede transmitir información y adaptarse a las circunstancias. Pero cada día los medios de comunicación vienen llenos de errores que una máquina correctamente programada jamás cometería. Por ejemplo, en la misma página de la versión impresa en papel del periódico El país (en la que lo más humano e imposible de sustituir por un robot -por ahora- es el magnífico chiste de Forges) en la que Margarita Rivière bromea y presume de generación al comentar la noticia del robot en un artículo muy endeble en la argumentación y escrito sin duda para amenizar un rato del domingo, la defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, corrige una información publicada en el periódico en la que se le vuelve a adjudicar la frase "estoy en política para forrarme" a Zaplana, el dirigente político del partido popular que no la pronunció. Como la atribución no es correcta pero es verosímil (y más en estos días), la leyenda sobre el personaje se la ha pegado a la biografía de tal manera que jamás podrá desprenderse de ella. El redactor humano tira de memoria y leyenda y vuelve a reproducirla, supongo que sin mala intención o con mala intención pero con la seguridad de que Zaplana la pronunció y que él mismo la oyó. Un robot periodista detectaría la frase correcta en décimas de segundo, a través de su conexión a las bases de datos, y redactaría el texto de forma adecuada. A no ser, claro, que intervenga una mano humana en la programación previa de la máquina o en la revisión final del texto que torciera la redacción del robot. Cosa que ha sucedido a diario en las redacciones de todos los periódicos que han existido y existen sin necesidad de robots, por supuesto.
A nuestro alrededor, en cualquier momento del día, hay procesos automatizados que son realizados por máquinas con menor posibilidades de error que cuando eran acometidos por seres humanos: algunos robots, incluso, pueden adaptarse a circunstancias sobrevenidas y no anticipadas por su fabricante mejor y más rápidamente que cualquier humano. Por supuesto que estas máquinas han sido programadas por personas, que han tenido que introducir las variantes adecuadas para que funcionen correctamente, con lo que en ellas laten pulsos humanizados de comportamiento que orientan sus funciones para lo bueno y para lo malo, pulsos que, por otra parte, suelen ser los causantes -junto a la fatiga del material- de sus defectos y errores más habituales. Lo importante es que son capaces de realizar procesos que antes sólo llevaban a cabo seres humanos y de hacerlo a satisfacción de todos. Hay incluso experimentos muy interesantes de literatura electrónica creada en exclusiva por un programa de ordenador.
El dilema no es si rechazamos o no el robot periodista -o sus otras variantes como el locutor virtual en la televisión, la gestión diaria de la información adecuada para cada receptor individual sin intervención directa de una persona que decida qué remitirle en cada caso, etc.-, porque por una parte ya se usa en los medios de comunicación en versiones más primitivas y por otra parte sería una discusión estéril: está ahí y se utilizará.
Con todo, entre las aristas del debate que provocará la aparición de este robot y que deberemos ir analizando, me quedo con una: si a los periodistas se les ha robotizado desde hace décadas en los grandes medios de comunicación exigiéndoles que escriban al dictado de la línea editorial, qué más da ahora que estos grandes medios den el paso lógico hacia los robots periodistas puesto que les darán menos problemas y, a la larga, resultan más baratos y eficaces. Estoy por apostar que no distinguiremos el contenido pero mejorará la redacción y la capacidad de ilustrar lo que se dice de forma adecuada. Yo, cada vez más, confío menos en lo que leo y oigo en los medios de comunicación más importantes pero pido, al menos, que tenga calidad de estilo. Después, pienso.
Es decir, en el caso de un partido de fútbol, el mismo robot podría redactar de forma simultánea dos crónicas: una apta para ser publicada en el periódico de la localidad en la que se celebra y otra para la de procedencia del equipo visitante. Y podría redactar una tercera, más aséptica, para un medio de comunicación de cobertura nacional. Es más, si en sus parámetros el robot percibiera que conviene despedir al entrenador del equipo perdedor, por los resultados últimos y la hostilidad manifestada por los aficionados, y ello entrase en los intereses de la empresa periodística a la que pertenece, redactaría un texto que se inclinara por esa decisión.
En el caso de tocarle redactar una información sobre un caso de corrupción política, el robot periodista sabría adoptar, de forma inmediata, la línea editorial del periódico. La ventaja es que, además, el robot periodista no tiene sentimiento de culpa ni escrúpulos profesionales ni familia a la que mantener ni toma cervezas con amigos que puedan recriminarle nada y, por lo tanto, la empresa propietaria del medio de comunicación podría prescindir de los controles intermedios que vigilan escrupulosamente el cumplimiento de la mencionada línea editorial y que suelen ser implacables con quien las incumple. Por otra parte, el robot periodista trae de serie la corrección ortográfica y un diccionario con diferentes niveles de acceso según convenga redactar la noticia con mayor o menor riqueza de vocabulario, todo ello muy superior al bagaje de un licenciado medio reciente en una Facultad de periodismo. Y accede con facilidad, rapidez y eficacia a las bases de datos fotográficos, sonoros y de texto.
La información ha sido tomada en parte a broma por los profesionales porque creen que jamás podrá pasarles como a los que trabajaban en las fábricas y fueron despedidos cuando se generalizó la automatización de los procesos, especialmente de los más complicados y sensibles a los errores: la ven como algo propio de la ciencia ficción cuando en la redacción de la empresa periodística para la que trabajan ya hay máquinas que anticipan ese futuro inmediato. La mayoría piensan que sólo la mirada del comunicador y su acento humano puede transmitir información y adaptarse a las circunstancias. Pero cada día los medios de comunicación vienen llenos de errores que una máquina correctamente programada jamás cometería. Por ejemplo, en la misma página de la versión impresa en papel del periódico El país (en la que lo más humano e imposible de sustituir por un robot -por ahora- es el magnífico chiste de Forges) en la que Margarita Rivière bromea y presume de generación al comentar la noticia del robot en un artículo muy endeble en la argumentación y escrito sin duda para amenizar un rato del domingo, la defensora del lector, Milagros Pérez Oliva, corrige una información publicada en el periódico en la que se le vuelve a adjudicar la frase "estoy en política para forrarme" a Zaplana, el dirigente político del partido popular que no la pronunció. Como la atribución no es correcta pero es verosímil (y más en estos días), la leyenda sobre el personaje se la ha pegado a la biografía de tal manera que jamás podrá desprenderse de ella. El redactor humano tira de memoria y leyenda y vuelve a reproducirla, supongo que sin mala intención o con mala intención pero con la seguridad de que Zaplana la pronunció y que él mismo la oyó. Un robot periodista detectaría la frase correcta en décimas de segundo, a través de su conexión a las bases de datos, y redactaría el texto de forma adecuada. A no ser, claro, que intervenga una mano humana en la programación previa de la máquina o en la revisión final del texto que torciera la redacción del robot. Cosa que ha sucedido a diario en las redacciones de todos los periódicos que han existido y existen sin necesidad de robots, por supuesto.
A nuestro alrededor, en cualquier momento del día, hay procesos automatizados que son realizados por máquinas con menor posibilidades de error que cuando eran acometidos por seres humanos: algunos robots, incluso, pueden adaptarse a circunstancias sobrevenidas y no anticipadas por su fabricante mejor y más rápidamente que cualquier humano. Por supuesto que estas máquinas han sido programadas por personas, que han tenido que introducir las variantes adecuadas para que funcionen correctamente, con lo que en ellas laten pulsos humanizados de comportamiento que orientan sus funciones para lo bueno y para lo malo, pulsos que, por otra parte, suelen ser los causantes -junto a la fatiga del material- de sus defectos y errores más habituales. Lo importante es que son capaces de realizar procesos que antes sólo llevaban a cabo seres humanos y de hacerlo a satisfacción de todos. Hay incluso experimentos muy interesantes de literatura electrónica creada en exclusiva por un programa de ordenador.
El dilema no es si rechazamos o no el robot periodista -o sus otras variantes como el locutor virtual en la televisión, la gestión diaria de la información adecuada para cada receptor individual sin intervención directa de una persona que decida qué remitirle en cada caso, etc.-, porque por una parte ya se usa en los medios de comunicación en versiones más primitivas y por otra parte sería una discusión estéril: está ahí y se utilizará.
Con todo, entre las aristas del debate que provocará la aparición de este robot y que deberemos ir analizando, me quedo con una: si a los periodistas se les ha robotizado desde hace décadas en los grandes medios de comunicación exigiéndoles que escriban al dictado de la línea editorial, qué más da ahora que estos grandes medios den el paso lógico hacia los robots periodistas puesto que les darán menos problemas y, a la larga, resultan más baratos y eficaces. Estoy por apostar que no distinguiremos el contenido pero mejorará la redacción y la capacidad de ilustrar lo que se dice de forma adecuada. Yo, cada vez más, confío menos en lo que leo y oigo en los medios de comunicación más importantes pero pido, al menos, que tenga calidad de estilo. Después, pienso.
28 comentarios:
Por lo que dices de este amigo en un párrafo creo que en un momento dado le arrearán una patada con disimulo y caerá por las escaleras.
bueno, muy bueno, no lo sabía.
he leído la niticia hace un tiempo en un blog y me parece muy triste, la verdad... es verdad que hay personas que escriben como si fuesen robots, o como si estuviesen abducidos por una idea pero todavía hay quien escribe poniéndole corazón.
biquiños.
Creo que las noticias descorazonadas hace tiempo que se escriben...en fin... cuando veas las barbas del vecino cortar, pon las tuyas a remojar..da miedo ¿no?.. salud
Pues no conocía esta noticia, ahora mismo me acabo de enterar, gracias a ti, ¡dónde vamos a llegar! ¡esto es increíble!
Feliz semana, Pedro.
Un beso.
Isaac Asimov lo predijo y lo llamaron: cienciaficción.
Si ya se hacen cirugías de alta complejidad con robots que dirijen cirujanos ¿por qué, como dices, no habría de haber periodistas-robots con calidad de estilo?.
Pensar, utilizando la capacidad crítica, es UN DERECHO que debiéramos ejercer siempre.
(para eso tenemos una buena dotación neuronal... que cuánto más se ejercite mejor le va)
Besos
Sí que lo veo posible. Lo que importa en los medios de comunicación (en casi todos) cada día más es estar a bien con los partidos e instituciones de su cuerda, y ganar dinero. (Estos últimos, los intereses comerciales, prevalecen sobre los ideológicos). Lo que importa cada día menos es la investigación veraz, la calidad de los textos, la innovación. Y lo que no se permite es la crítica, la mirada distinta del redactor, su negativa a emplear los lugares comunes acuñados por las empresa.
Si a los periodistas que todavía tienen un atisbo de creatividad y un mínimo de capacidad crítica se les quita de en medio, mejor que mejor.
Además, ¿para qué hacen falta los periodistas, si en todas las ruedas de prensa se entregan notas, libros, folletos, cds. vídeos de los que se nutren después los medios de comunicación?
Que sí, que los periodistas de carne y hueso, con seso, son un estorbo. Que nos pongan robots.
El tema de los errores de los periodistas creo que tiene que ver, entre otras causas (como la mala paga que desmotiva)la enorme velocidad a la que se ven presionados por salir primeros con una noticia. Por eso a veces, no controlan las fuentes.
Mi estimado Señor Ojeda, si no he entendido mal su extensa entrada, la cuestión que usted debate es si Periodista-robot o Robot-periodista.
Usted parece inclinado a lo segundo, pues ya parece que se extendió lo primero con un pésimo resultado a juzgar por la media de los medios en mass-media.
Y confía que sea el lector el menos robotizado en su lectura y con un espíritu crítico y avezado podamos compilar la verdad de la basura, además de distinguir entre buen estilo y mala floritura...
Mi querido Señor Ojeda, mi querido Señor Ojueeedaaa...soy HAL 9000 y de imaginar su sueño se me fundieron los plooooomos, mejor si me desconueftaaaaaaa Sueñooorrr Ojueeeeeee.. Plofff
Suyo, Z+-----
Bueno, estamos rodeados de maquinitas... una más, que más da. Ya nos acostumbraremos.
Mira, que hasta el zorro es una de ellas jajajaaja
Besos, besos.
El hombre del caballito es todo un mecanismo :)
Vista la exposición nos quedamos con el robot-periodista que además, no disfruta ni de vacaciones, ni tiene que ir al médico -ni como usuario ni acompañante de cónyuge, mayor o menor-, no coge bajas laborales, no es conflictivo y no está sindicado. (De momento)
Que el redactor tenga calidad de estilo y el receptor espíritu crítico. Casi nada :-)
Por cierto: el comentario de Myr me hizo recordar el cuento "Sufragio universal" de Isaac Asimov, donde un poderoso robot llamado "Multivac" asume un protagonismo que asusta...
Un abrazo desde el otoño.
Antón.
Un robot podrá escribir sin fallos y calidad de estilo pero siempre le faltará la sensibilidad.
Quien prefiera una crónica periodística redactada por un robot será porque carece de espíritu crítico alguno, y no sé qué es peor. Es obvio que todo periodista tiene su parte de robot, de cuestiones mecánicas que hace sin pensar, sin que le importen en absoluto y con ganas de acabarlas cuanto antes, y que la lógica empresarial de los medios de comunicación contribuye bastante a esta 'comida rápida'. Pero mientras quede un atisbo de personalidad y de crítica, siempre habrá lecturas de las que disfrutar y que destierren inventos como esos robots.
Un abrazo.
Personalmente le tengo pavor, miedo, cangelis a la capacidad nipona por ponernos el culito prieto y la arritmia a tope.
Un abrazo
Acabo de publicar el comentario de D.Q.
Si esta ciencia ficción de los robots llega a calar quizá perderíamos muchos Larras... Muy triste y gris veo el futuro con tanta máquina. Besotes humanos, M.
Mucho se habla y se vaticina sobre la muerte de la prensa en papel; estos improbables robots añaden más leña a este fuego.
Y yo me pregunto: De verdad, ¿No está utilizándose ya ese robot en algunos medios?
saludos
En esta lucha entre periodistas-robots y robots-periodistas, me resultan más simpáticos los segundos que los primeros. Al menos, ellos pueden decir, "es que me programaron así".
No sé, no tengo ni idea de qué nos espera, y la verdad es que pone los pelos como escarpias. Aunque también lo pone la que hay ahora mismo.
Besos muy humanos
No somos nada!!!
Apocalípticos os veo (que quizás dijera Eco). Se suele olvidar que las máquinas las construyen hombres que también programan los ordenadores, por lo que se puede considerar a estos y aquellas como meras extensiones de sus creadores, con defectos incluidos.
Como bien dices, no confiemos en los medios. Pidámosles calidad estética y pensemos.
Un abrazo.
.
puntosdevista_____________
Me he quedado impresionada; no había oído esta noticia. Aún me acuerdo de los primeros traductores que traducían "querido amigo" por "wanted friend" o "teléfono de abonado" por "fertilized telephone".
Estos avances tecnológicos asustan, luego parece que cuando realmente llegan no era para tanto. Ya se verá en este caso. Al fin y al cabo, como dices, no va a cambiar mucho la cosa.
Un beso, Pedro
Estos nipones...
Tu entrada no la podría escribir ningun robot amigo... te lo aseguro jajaja...
Un abrazo profe
Pedirle a una màquina que de las noticias objetivamente, pienos que podría llegar a ser. Pero con calidad de estilo, ni lo sueñe. Jamas una computadora puede tener otro estilo que el que la maneteja detràs. I siempre habrá un detrás. Corrìjame si me equivoco profesor. Saludos!
Al final la clave está en quién parametriza al robot...
Yo me siento del siglo XIX.
Los robots solo se asoman muy timidamente.
Lo de hoy lo dejo en manos de otras generaciones.
Siempre preferiré los errores de un periodista-robot... pero muchos medios merecen ser barridos por robots-periodistas. Se lo están ganando a pulso, claro que hoy por hoy se ha perdido la esencia del periodismo que es informar y la han cambiado por 'opinar'... ¡vaya, igual hasta preciero al robot!
Un abrazo y uena semana, Maese Pedro
Muchos periodistas o cronistas a lo largo de la Historia han escrito al dictado que les exigiera la línea editorial respectiva. El proceso de la robotización no ha sido completo, no ha estado exento de pasiones económicas, egocéntricas, envidiosas, la perversión más absoluta del Periodismo. Afortunadamente algunos han sabido estar por encima de tan tristes pulsiones.
Un robot carecería de estas inclinaciones. En muchas ocasiones, sin duda, la calidad de estilo se agradecería.
Besazos.
Ya hay periodistas-robots. Yo sé lo que va a publicar tal periodista antes de que pasa el hecho. un abrazo.
es verdad, hace poco hablaba con una escritora ya mayor, y ella decía lo siguiente, hay quienes saben escribir y lo hacen extremadamente bien y correcto , son Perfectos...mas sus textos carecen de alma y emoción, sin vida y es lamentable ,porque lo que hace que un texto sea inolvidable o lo hace especial es que quien lo lee lo haga parte de sí , le transmita emociones y sensaciones
y yo estoy totalmente deacuerdo con ella:=)
besitos profe
felicidades
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