sábado, 29 de septiembre de 2007

Acerolas.



La última vez que vi un acerolo fue en Mahallos. ¿Habrá cumplido su ciclo como anticipaban las ramas arqueadas por el peso?

Al final, no pude ir a coger su fruto como deseaba.

Hoy, al pasar por un puesto junto al mercado, he comprado un puñado de humildes acerolas.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede que sea sorprendente, pero nunca habia visto unas acerolas hasta ahora...solo sabia de esos frutos a traves de una cancion que cantaban en unos ejercicios espirituales a los que me llevaron los curas del colegio..." No cojas las acerolas" creo que decia la letra

Pedro Ojeda Escudero dijo...

No me extraña. Es una fruta que difícilmente encuentras a la venta, excepto en algunos puestos de los mercados o fruterías muy tradicionales. La acerola, además es una fruta "poco moderna": no tiene un aspecto lucido y tiene pepitas. Nadie se ha preocupado de buscar una variedad más aceptada por el gusto medio.
La consecuencia es que, excepto en algunas huertas con frutales antiguos o en algunos jardines privados con función ornamental, no se plantan acerolos. El árbol, además, es de crecimiento muy lento y ahora ya no tenemos paciencia para velo crecer.
Puede parecer una estupidez, pero he visto en algunas páginas el acerolo entre las plantas en peligro de desaparición por su fuerte regresión.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Recuerdo una canción que decía algo así: No cojas las acerolas / déjalas para verano.
Pero yo juraría habérsela oído a Labordeta. ¿Alguien la tiene?

nachocarreras dijo...

Hola Pedro:
Cuantos recuerdos me traen, mi más tierna infancia...
Hacía, no sé los años, que no tenía noticias de acerolas, llegué a pensar que se habían extinguido.

Luis Felipe Comendador dijo...

Disfrútalas, colega, mirando a una ventana que dé a un patio de luces gris y oscuro.

Verás qué bien te saben.

Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Hola, Nacho: quien probó esta fruta de niño siempre recordará su sabor, aunque haya olvidado su nombre. En Valladolid puedes encontrarlas en algún puesto del Mercado del Val y en uno callejero en la Plaza de España, esquina con la Calle de la Mantería. Pero, te aviso, el precio está en consonancia con su rareza comercial... Casi sale mejor que plantes un acerolo y dentro de unos cuantos años cojas el fruto (o tus hijos).

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Gracias, Luis-Felipe. Ese es el "contexto": es una fruta de final de verano y principios de otoño, cuando apetece buscar ese sol final porque comienzan las nubes.

jg riobò dijo...

El plato, ese plato de siempre con el fruto otoñal que anuncia otro fruto de mi tierra, la castaña.
Magnífico fondo para el bodegón que nos trae el otoño y el cambio absurdo de hora.

Anónimo dijo...

Jamás he probado esos frutos...pero tienen buena pinta.

Luis Miguel Avendaño dijo...

Este fin de semana, pasé por Valladolid y muy cerca de la Plaza Mayor, una señora vendía acerolas. Nos dejó probar y nos llevamos unas cuantas bolsitas. Tienen un sabor agradable y según leo, buenas propiedades en cuanto a vitamina C. Pero lo que me ha hecho gracia es leer el nombre "Mahallos". Yo nací en Villamayor de Treviño. Entonces se decía: Sordillos, Mahalos y Villamayor, tres pueblos de poco valor. Para mí, es todo lo contrario. Los tres tienen su río Odra, con sus sotos. Sordillos un viejo Molino y su torre de espadaña. Villamayor, los restos de un viejo convento... Los tres, ese cielo alto que se crece de tanto mirar a él. LLanuras inmensas, páramos en estado puro, puestas de sol que no envidian las auroras boreales y una Peña Amaya singular, referencia absoluta, pared y frontera abierta al cierzo que al caer la tarde del verano saluda con olor a Cantábrico. Para mí, no hay mejor y pero paisaje, cada uno es único y la belleza se encuentra disfrutándolos a pie, descubriendo aromas, oteando horizontes o viendo pacer a un rebeco.
Bueno, lo que dan de sí unas acerolas. Un saludo
Luis Miguel Avendaño

andandos dijo...

Investigaré las acerollas por aquí, y recordaré a Labordeta: polvo, niebla, viento y sol.

andandos dijo...

En mi frutería habitual no saben lo que es la acerolla, pero seguiré investigando. He recordado que en mi camino habitual, el del Penchat, hay una higuera, un mangrano (da granadas, creo que se llaman diciéndolo bien) y un jinjolero, que es lo que más se parece a la acerolla y cuyos huesos, cuando yo era pequeño, tirábamos con un canuto. Lo mismo hacíamos con los litones, que debía de ser el fruto del litonero. Todavía más adelante, en el mismo camino, hay un palosanto que desde ahora y hasta Navidad, quizás ya antes, irá perdiendo las hojas y solo quedaran colgados los frutos, que nadie recoge. Continuaremos.

Un abrazo