A veces basta la semilla más pequeña de la planta menos hermosa, llevada por el viento o entre el plumaje de un pájaro, como ese mirlo que vi esta mañana. El grano se esconde en la rendija de este muro que bordea la ribera del río hasta que la humedad y la temperatura lo hacen germinar. La planta crece descubriendo el mundo, sale de su escondite y se exhibe al paseante, y florece y durante unas horas parece la más hermosa de todo este sendero urbano. Quizá sobreviva a la tentación de arrancarla -esos ramos de flores silvestres que recogemos de niños-. Luego, la flor se marchita y la planta vuelve a su humildad cotidiana y a esperar la muerte.
Pero esta planta se asienta sobre el granito duro y humano. Esta primera semilla apenas lo roza y crece aprovechándose del polvo fino que lo nivela. Lentamente, año tras año, una semilla y otra, van hendiendo con sus diminutas raíces el filo entre las uniones de la piedra, y la agrietan. Dan paso al agua, al hielo y a nidos de arañas y hormigueros. Y un día sin certidumbre, el muro se viene abajo. El paseante lo ha visto todo en unos pocos minutos, tantas veces, que su mirada apenas muestra sorpresa. Hoy se agacha, coge el trozo de piedra desgajado y lo sopesa en la mano. Y siente la grieta, tan profunda, que sin pensar se sacude la piel del rostro, en la que creyó notar que el viento depositaba algo.
5 comentarios:
Leyendo tu post he recordado una vieja tarea pendiente. Ver de nuevo la película The Wall, con una música extraordinaria de Pink Floid. Es una de mis favoritas. La buscare en el videoclub.
Las plantas que crecen en la piedra, entre las baldosas, en los muros ventosos, en las grutas, incluso en la arena de las dunas, con una tenacidad alegre y desafiante, ¿se acabarán también? Últimamente no veo mariposas en mi terraza, temo que tanta obra y polvo y ruido haya acabado con ellas.
The Wall, Pink Floid... qué recuerdos. Escúchala con un buen estéreo y que la disfrutes, Francisco.
Isabel: por suerte, estas plantas son tenaces y acaban sepultando las civilizaciones innecesarias y los errores humanos, recuperando el espacio de la naturaleza. Mientras no lo comprendamos, no construiremos verdaderas ciudades.
llego aquí gracias a zbelnu, con la que intercambiamos intereses y post...volveré, seguramente.
cacho de pan: zbelnu es un magnífico camino de llegada aquí. Bienvenido. Iré, por el mismo camino, pero en sentido inverso, a tu blog.
Publicar un comentario