De este gato hablé ayer y no sé por qué hoy me he vuelto a acordar de él cuando he oído las nuevas noticias sobre Diego, "El Niño de El Royo". Es un gato pequeño, que asoma desesperado cada poco tiempo para mirar hacia arriba, al trozo de cielo que queda encajonado entre las cornisas de las casas de mi calle. Se fija, sobre todo, en el vuelo de las palomas. Desaparece unos minutos y vuelve a asomar. ¿Tendrá sueños de alas, cielo y espacio?
¿Qué será de Diego después de que ni su familia ni las instituciones sociales que deberían protegerle lo hagan? Sé que en otras épocas y en otros lugares hay muchos niños como Diego. Pero aquí tenemos asistentes sociales y jueces, y se supone que somos un país moderno y sensible ante los que no pueden tener voz propia. ¿Cómo será Diego dentro de 10 años?
Y ahora, desde el centro en el que está recluido, ¿mirará un rato al cielo cada hora por una ventana?
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