martes, 7 de octubre de 2025

Manuel Machado en Burgos

 


Hoy han sido dos horas de clase especiales. Siempre que puedo, me gusta contextualizar las cosas que trabajamos en literatura con recursos de todo tipo y alusiones a otras artes. El primer día, invité a mis estudiantes a salir al jardín de la Facultad, antiguo Hospital Militar de Burgos, para comprender mejor el espacio en el que desarrollaremos las clases. En este curso, que dedicamos al tiempo que trascurre desde las décadas finales del siglo XIX hasta la guerra civil de 1936 a 1939, tiene mucho sentido hacerlo por el protagonismo del espacio: la construcción de este hospital tuvo lugar en ese período, así como muchas otras cosas de las que ocurrieron por entonces (las guerras de Cuba y Filipinas, la guerra de Marruecos, la utilización del ejército en las tensiones políticas durante toda aquella época, la dictadura de Primo de Rivera, la sublevación militar de 1936 y la guerra que ocasionó, etc.). Este grupo de estudiantes es excelente: variado, motivado, dialogante y con muchas ganas de comprender las razones de lo que estudian. Me siento afortunado.

Estos días, estamos con la explicación de la poesía modernista y quise concretar algunos aspectos en la figura y en la obra de Manuel Machado (Sevilla, 1874 - Madrid, 1947) al que, por cierto, debía una entrada en este blog. Pocos autores como él definen qué es la poesía modernista en España: el impacto de Rubén Darío, la búsqueda de nuevos ritmos y fronteras para una definición diferente de la poesía, etc.; también por la dedicación a la bohemia, su estancia en París... En él se afirman algunos de los principios más vivos del modernismo que han llegado hasta nosotros y que aún influyen en una línea de poetas contemporáneos: el ritmo y la perfección formal del poema, el parnasianismo, el aire culto y la mezcla de lo español y lo cosmopolita, el cultivo de la voz poética en su relación con la propia poesía. Algunos de sus libros lo convierten en un imprescindible de la historia de la poesía española: Alma (1902), El mal poema (1909), Apolo (1911), Ars moriendi (1921).

A Manuel Machado, la sublevación militar de julio de 1936 le sorprendió en Burgos, en donde visitaba anualmente por la festividad de la Virgen del Carmen a su cuñada, monja en el monasterio de las Esclavas del Sagrado Corazón. Residía en una pensión seria de la ciudad, de esas a las que se podía ir con la familia, la pensión Filomena, sita en la calle de Aparicio y Ruiz, número 8. No tuvieron la habilidad o la oportunidad suficiente para subirse al último tren con destino  a Madrid y se quedaron en la ciudad a esperar acontecimientos. La espera se prolongó hasta el final de la guerra, en 1939. Regresaron entonces a Madrid, en donde Manuel recuperó su cargo como director de la Hemeroteca y el Archivo Municipal de Madrid hasta su jubilación. Aparte de la guerra y todo lo que trajo consigo, dos acontecimientos hirieron profundamente al poeta. 

En primer lugar, fue detenido el 29 de septiembre de 1936. Mariano Daranas, corresponsal del ABC en París, lo había delatado por sus declaraciones a una revista francesa que, leídas hoy, resultan inocentes, pero imprudentes en el ambiente del momento. Estuvo en prisión hasta el 1 de octubre. Su liberación se produjo por las innumerables cartas, visitas y llamadas telefónicas que intercedieron por él. Manuel no volvió a ser el mismo. En prisión tuvo la oportunidad de presenciar actos violentos y las sacas de presos camino del pelotón de fusilamiento. Supongo que su edad y la familia le inclinaron a escribir poemas de exaltación a Franco en los años posteriores. 

En segundo lugar, el fallecimiento de su hermano Antonio en Colliure (22 de febrero de 1939) y de su madre (25 de febrero). La noticia le llegó a Manuel, que realizó un viaje penoso junto a su mujer Eulalia hasta la localidad francesa, en donde estuvo dos días. Aquel viaje de ida y vuelta, debió suponer una tristeza infinita.

Esta vinculación con Burgos hizo que la viuda del poeta donara su biblioteca y archivo a la Diputación Provincial de Burgos y a la Institución Fernán González, que aún custodian el legado, del que han salido interesantísimas aportaciones académicas. Por esta razón, la Institución Fernán González colocó en 2021 una placa en el edificio en el que se encontraba la pensión Filomena.

Todo esto sucedió a menos de quince minutos andando del aula en donde imparto estas clases. El parque de la Isla, el conocido palacio de la Isla levantado por el banquero Juan Muguiro y Casi y su esposa Francisca Muguiro y Cerragería en 1883 como vivienda de verano al que seguro que fueron invitados en ocasiones anteriores Manuel y Eulalia y que pasó a convertirse en la residencia de Francisco Franco y sede de la sección política de su gobierno tras la sublevación; el edificio en el que se encontraba la pensión Filomena; el convento de las Esclavas del Sagrado Corazón; la antigua estación del ferrocarril... He visitado hoy estos lugares con mis alumnos y hemos hablado de poesía, pero sobre todo de la personalidad de Manuel y de sus vivencias en aquellos años. Cuando hemos leído algunos de sus textos ante la que fue la pensión en la que residió, nos hemos preguntado todos qué habríamos hecho en su lugar, qué hubiera pensado cada uno de nosotros en la prisión burgalesa aquellos días de septiembre y octubre de 1936. Cuál hubieran sido nuestros pensamientos en el viaje de ida y vuelta a Colliure. El lamento interno del poeta por haber perdido aquel último tren hacia Madrid. El regreso definitivo a la capital en 1939 y las sensaciones al volver a ocupar el despacho correspondiente al cargo que había dejado en 1936. La pérdida de su hermano y de su madre en el exilio...

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