Soy de ese tiempo de las afueras, de ese lugar en que el sabes que todo cabe en una mochila y aún menos. Un mundo que comienza en septiembre y guarda castañas asadas en un cucurucho, entre las manos, en el que la vida es tan frágil que puede irse si te quitas el verdugo para ir a clase, en el que los charcos se helaban y las nieblas duraban semanas y el camino a casa era un barrizal si llovía. Soy de ese tiempo de las afueras que siempre llevas dentro y por eso guardas aceite, pasta y lentejas por si acaso, de unas afueras que siempre te dice que en donde estás es solo una circunstancia y que de ahora no perteneces y es posible que tampoco de mañana.
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