Te llamaré vida por no llamarte muerte. Da menos pereza levantarse por la mañana.
Qué difícil regresar si al ir no dejaste migas de pan marcando el camino.
Donde más se necesita la ayuda del hilo de Ariadna es en la intemperie.
Hay un momento en el que el mar parece un sueño.
Hemos despoblado Castilla con tanta saña que ya no queda quien escuche el canto del mirlo.
En mi tierra, el horizonte es una llamada inevitable. Como en los viejos mapas, un terreno incógnito en el que el cartógrafo ha escrito hic sunt dracones, adornando la frase con dibujos de terribles serpientes aladas, pero se equivocó y grabó las letras sobre el territorio conocido. Y los pobladores hemos huido de los monstruos durante siglos, ciegos, sin comprender que los demonios están dentro.
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