jueves, 2 de enero de 2025

No hay prisa en un día con niebla.

 


Después de varios días de niebla, la ciudad tenía textura de recuerdo. Los habitantes salían a la calle y se perdían al doblar las esquinas, en el laberinto imposible de sí mismos. Desde la seguridad del café, los miraba pasar, la mayoría inclinados hacia adelante de una manera extraña, a la  manera de los niños que comienzan a andar, como si algo tirara de ellos hacia la avenida, pero siempre estuvieran a punto de caerse al suelo. Señores con sombreros y abrigo de paño, jóvenes con cazadoras de polipiel y cremalleras, una señora elegante y chejoviana con un perro, una familia entera con los hijos tapados las cabezas con verdugos verdes, el aleteo de una mariposa de papel, el aliento de una joven hermosa y tímida que se calentaba las manos. Todos ellos pasaban, los veía a través de los grandes ventanales del establecimiento, uno detrás de otro, a veces arracimados. Venían de la nada y se perdían en la nada. Allá iba también mi vecino del tercero, grande y zafio, gruñendo contra el frío húmedo de la niebla; la novia peluquera que tuve cuando joven; el olor a albahaca; una bandada de aviones desorientados. Miré al camarero, que observaba todo sin asombrarse, apoyadas sus manos en la barra. He visto tantas cosas, exclamó sin quitar los ojos de lo que ocurría en la calle. Ponme otro café, le dije. Este año parece que nada existe ya, no hay prisa.

6 comentarios:

Sor Austringiliana dijo...

Vaya, la niebla te llevó a otro tiempo. O tal vez sea el de ahora mismo, vuelven a verse cosas de antes, niños con pasamontañas, señores graves de sombrero y abrigazo, todo de un verde muy feo, el de la caza que es el de la guerra, no el verde tierno del campo en primavera. Llueve. Se disipó la niebla.

Emilio Manuel dijo...

Aquí nieblas no tenemos, pero frio si que hace del carajo.

Luis Antonio dijo...

Me gusta la niebla y la deseo, pero la ciudad de Barcelona hace oídos sordos...

São dijo...

Detesto nevoeiro, ainda mais do que à chuva.

Gostei muito do teu texto e dos fantasmas fugidios que somos no meio das nuvens baixas que invadem a cidade.

Fuerte abrazo, querido Pedro, buen finde.

Francesc Cornadó dijo...

La niebla es la veladura, nos permite imaginar unos mundos evanescentes.
Saludos

Carolina dijo...

¡Hola! Sinceramente me encanta la niebla. Un abrazo ❤️