Agradece el campo la lluvia de estos días, que termina de esponjar la tierra como abono. Por aquí ha caído como debe, con lentitud y constancia. ¿Estará ya la primavera en las tierras del sur? Por aquí, como dijo el poeta, la primavera tarda. Que no se me olvide preguntárselo a José Luis Rúa, allá en Ayamonte, para que me dé noticias de los almendros.
Anda la gente desatada, como si fuera tan importante lo que hace o lo que opina cada cual, sin la conciencia de que todo terminará en ese abono que hoy empapa la lluvia. Hay tanta pretensión de mármol y granito, que asusta. No hay páginas en el libro de historia que soporten tanta eternidad.
En el supermercado había poca gente esta tarde. Yo tenía poco en la lista de la compra: cada vez dejo más cosas para las pequeñas tiendas del barrio. Mañana compraré el pan lechuguino en la panadería y las naranjas donde el peruano. En el pasillo de las chucherías, una niña escogía lentamente con la ayuda del vigilante de seguridad, que le informaba de los precios y la posibilidad de combinar diferentes tipos. Estaba sola o, al menos, yo no vi a sus padres cerca. ¿A qué edad comencé yo a hacer los primeros recados con las monedas en el puño bien cerrado para no perderlas? Recuerdo que una tarde, los obreros que estaban arreglando algo por allí, al otro lado de la verja, me encargaron ir a por una botella de vino en el bar del barrio. Me pasaron por encima de la verja unas monedas y una botella vacía, para que la descontaran del precio. Hice el recado y me dieron las vueltas. Posiblemente fue mi primer sueldo. La niña terminó de escoger las chuches, que ha guardado en una bolsa de plástico trasparente para que se las cobrasen en la caja, dio las gracias al vigilante de seguridad y se perdió entre los pasillos, mientras yo elegía el detergente de lavadora. Hoy me he traído uno en pastillas que venía en una caja de cartón reciclado.
4 comentarios:
Con qué sencillas cosas se puede ennoblecer la vida, Pedro. No pide más la mayoría de ka gente. Con poco se conforman si valoran lo sustancial.
Por aquí la lluvia pasó de largo, apenas dos gotas, esperamos que caiga más para el campo y para Sierra Nevada.
Ay, me traes ejercicio de memoria. Desde niños hicimos recados, que acaso eran pequeños, pero nos parecían fundamentales: el pan, La Casera, llevar algo a donde la abuela, churros de par de mañana con cola incluida que uno llevaba fatal porque siempre había quien por ser niño había que ignorarlo y colarse, etc. La lluvia debe traer siempre recuerdos. Es la fecundidad manifestada también de esa manera.
Los almendros en flor andan por ahí abajo, no demasiado abajo, mas bien por el medio, adelantadísimos. Subirán pronto y los disfrutarás, no conozco a nadie que los celebre como tú. Lluvia y sol y adelante con las flores.
Los pretenciosos, mejor no pensar en ellos y mirar la lluvia caer. O mirar a un niño que nos trae al niño que fuimos. Yo me fijo en los chavales que cambian cromos en la Plaza Mayor, pero ahora se hacen acompañar por sus papis, son unos moñas estos nenes de ahora.
Las naranjas aquí son de los pakistaníes, qué cosas.
El mundo gira. Llueve.
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