Algunos árboles frutales se entregan un año con tanta generosidad -es su condición-, que deben descansar al siguiente, exhaustos, sin frutos. Estos ciruelos son veceros. Cada dos años producen unas pequeñas ciruelas negras de agradable sabor. Cuando alcanzan la madurez hay que consumirlas pronto, en uno o dos días puesto que se estropean con rapidez. Estos árboles ni siquiera están aquí ahora para ser cosechados, la parcela está abandonada y cerca de un paseo ajardinado hace años que no recibe atención ninguna. No son míos, pero los guardo como si fueran un tesoro secreto en esa estúpida creencia que tenemos los seres humanos de que descubrimos el mundo como si nadie hubiera pisado antes por él, sin darnos cuenta de que estos ciruelos fueron plantados por alguien, alguien los cuidó durante un tiempo, los veía crecer y dar fruto, se echaba la siesta junto a ellos en las tardes de verano, aunque ahora ya no esté por aquí. Dan tantas ciruelas, que los paseantes y los animales no dan abasto y el suelo queda sembrado de ellas. Hace dos años recogía unas pocas en cada paseo para consumirlas en casa y las eché de menos el año pasado. En mi impaciencia, no comprendía que el árbol tuviera que recuperar su energía, solo pensaba en mí. Hoy he visto estos ciruelos llenos de fruta, muy verdes todavía, pero que avisa que madurará antes de septiembre, quizá debido al calor de estos meses. He sopesado con delicadeza algunos frutos, acariciando su piel tersa y comprobando las ramas más llenas. Debo esperar la generosidad del árbol, no tener prisa. A su tiempo justo, todo.
11 comentarios:
Vecero. Agradezco haber aprendido una palabra de la que jamás supe. Y por lo que veo en el DRAE tiene varias acepciones. Qué interesante.
Y lo que dices sobre que cuando un individuo descubre algo cree que no se había descubierto antes es cierto. Conviene tener claro que el descubrimiento personal es importante para uno mismo pero que aquello que nos asombra o deslumbra y que tratamos poco menos que de apropiarnos ya fue objeto de recepción de una humanidad anterior. Gracias.
En tus paseos menudos tesoros encuentras.
La espera puede ser mejor que el fruto.
Que sabia es la naturaleza, con amo o sin amo; ella sabe cuando debe ďe dar sus frutos...
Pues ya queda menos, esperemos que estos colores no las fastidien.
Me encanta esos paseos y en vez de un ciruelo a mi me pasaba con una higuera...lástima que ya no está:(
A tua sensibilidade encanta-me, querido amigo.
Besos
Ahora entiendo por qué hay árboles que no dan fruto un año, están cogiendo fuerza para el siguiente...
Me han quitado las ciruelas hace cosa de tres meses, tienen algo que no debo tomar. Me conformaré con contemplarlas, quizás no tener un fin alimenticio me haga valorarlas más.
A otros muchos, además de esos árboles, les gusta hacerse esperar...Quizás pecan de vanidad... No sé.
También te doy las gracias por la palabra vecero o supongo también vecera. Me suena pero no sabía su significado.
Las ciruelas del huerto de mi padre, eran de un color azul muy oscuro y en especial que al abrirlas para comerlas, la pipa salía muy fácilmente y por ello me has recordado al huerto que tengo en el pueblo y que ya me han quitado hasta la pared que hacía linde en el camino y casi lo reconozco.
Lo que no recuerdo es si el tipo de ciruelas que daba, se alternaba con los años, creo que no, pero no estoy segura.
Besos
Está bien que descansen y se recuperen, como los seres humanos deberían.
Primera vez que leo la palabra "vecero" y veo que se usa para algo más que plantas y ahora entiendo porqué hay tanto nabo en el gobierno ;-).
Besos
Cada cosa tiene su tiempo, y hay un tiempo para cada cosa.
En la espera, como en esos lugares de tránsito, es donde tal vez empecemos también nosotros a reconstruirnos, y lograr un empuje para los días venideros.
El todo, tal vez consista en darnos ese respiro para seguir dando fruto.
Besos, Pedro.
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