miércoles, 22 de marzo de 2023

Ni grano en la cuneta

 



Echaremos de menos la hermosura
de las nubes, los campos bendecidos
por las lluvias de mayo, la retama
en flor y la salvaje sencillez
de la amapola. Cuídate del año
en el que el agua no riegue la tierra,
no empape bien y anegue
los valles, no prepare
el momento que rompa la semilla;
cuídate de ese tiempo
en el que cieguen tus ojos a puños
con polvo del camino
para que no lo veas:
no veas agostada
la vieja piel del hombre,
ni grano en la cuneta.

© Pedro Ojeda Escudero, 2018

Los pronósticos anticipan un año más caluroso y seco de lo normal. Ya van unos cuantos así. Enredados en la política de lo pequeño, se nos escapan las cosas grandes. Hoy he visto atardecer desde la ventana de casa y me he acordado de un verso del Viaje del Parnaso de Cervantes: hoy de mi patria y de mí mismo salgo. Lo escribió Cervantes, que tuvo suficientes experiencias de viaje en su vida, para parodiar sus ganas de emular a un perusino de ingenio griego y de valor romano (se refería a Cesare Caporali de Perugia, que publicó en 1582 su Viaggio in Parnaso). En sus alforjas cargó con un pan candeal y ocho maravedís de queso y se despidió de su vida. Eso deberíamos hacer todos con frecuencia, salir de nuestra patria y de nosotros mismos, pero no como viaje turístico sino para comprender que esto es de todos. Hace tiempo escribí un cuento en el que los seres humanos debían abandonar sus casas y marchar lejos. No como una tragedia, sino como alegría: dejaban preparadas sus casas para otros y ellos llegaban a hogares en los que alguien les había dejado un ramo de flores silvestres en la mesa de la cocina. Si alguna vez, después de muchos años, retornaban a su casa primera, la veían enriquecida con la vida de los otros. Cervantes dice que con un pan candeal y ocho maravedís de queso se camina más ligero. En su tiempo, un puñado de uvas. Hay teorías sociales que dicen que nos equivocamos cuando nos hicimos sedentarios y comenzamos a preocuparnos de lo tuyo y de lo mío y dejamos de compartir la tristeza y la alegría del otro. Fue hace tanto...

6 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Sigamos agotando al mundo, resolveremos el problema cuando ya no lo haya.
Saludos

Sor Austringiliana dijo...

Cervantes estaba acostumbrado, nosotros vivimos en nuestra cáscara sedentaria y de ahí no salimos... Y nos preocupamos de memeces, el día de ayer fue especialmente memo. Tiene que llover.

São dijo...

Ainda ontem António Guterres denunciava o uso vampírico e insustentável que a Humanidade ( uma parte dela ) está fazendo dos recursos do planeta.

Amigo mio, abrazo.

Fackel dijo...

Tal vez salir para entrar; con la mente, con la voluntad, con la intención, con la bondad. Tan escasos estamos y tan pobres seremos en nuestras relaciones. ¿O ya somos?

LA ZARZAMORA dijo...

Si ya lo dice el refrán... "uvas y queso, saben a beso" y, ¿para qué más, Pedro?

Ele Bergón dijo...

Sino existiese el agua, no existiría la vida. Por eso, cuando los días pasan y la lluvia no moja la tierra, nos preocupamos, como así lo hacían nuestros antepasados en las rogativas, que a veces funcionaban y otras no.

Aquella famosa canción de ¡Tiene que llover! ¡Tiene que llover! también la podemos cantar en estos tiempos, cuando ya hemos pasado la famosa Transición.

Besos