Aún recuerdo cuando cantaba a las ventanas abiertas a la luz de un domingo por la mañana. La casa olía a café recién hecho y la vida era tan lenta que daba tiempo a respirar varias veces antes de que se pusiera el sol.
Nunca se olvida la primera vez que ves volar un colibrí, tampoco la luz sobre los tilos en flor.
Las once mil puertas de aquel edificio daban a una única salida.
Siempre he tenido la esperanza de que dos rectas paralelas consigan encontrarse.
Cuando estuve muerto, sentí tus labios.
El otro día me encontré con alguien que me recordaba a mí en el futuro. Me miró con compasión.
11 comentarios:
Alguien me dijo que dos rectas paralelas al final se encuentran en el infinito cansadas de no tocarse.
Nunca creí que " por mucho que se prolonguen nunca se juntan". Nunca fui amiga de la señora Geometría.
Joooo! es increíble la capacidad que tienes de sublimar hasta las estrellas de bonito que escribes y de pronto...plof!
Te precipitas al suelo. Ánimo! ; ) Además, ya sabes que las líneas paralelas se giran como las manecillas de un reloj y se vuelven secantes ; )
Un beso
Creo que yo vivo todavía con la idea de que las rectas paralelas se juntan ahí adelante, en alguna parte. La cuestión es que uno no llega nunca al vértice de unión.
La Geometría es la diosa que todo lo mide, la que seduce con su precisión, la que nos explica las proporciones de la belleza.
Las paralelas nos incitan a prolongarnos.
Salud
Francesc Cornadó
Reflexiones que hacen pensar. Ida y vuelta en este juego de sensibilidades. Buena semana para vos, Pedro!
Siempre he creído que las líneas paralelas están condenadas a encontrarse o....a separarse del todo. Sin término medio.
¿Por eso la costumbre cristiana de besar a los muertos...
para que se lleven un último recuerdo impreso o para que revivan si acaso?
Tudo se toca ... até as retas paralelas.
Besos, amigo mio.
Aun llevo sellado el aroma del azahar... en mi primer beso. La muerte, desde aquel instante, puede recostarse en los malogrados recuerdos, porque la vida perfuma todavía pese a todo lo malvivido, aquellos renacidos naranjos en flor.
Las pequeñas ventanas abiertas a la luz del sol en primavera, iluminaban las estancias y deshacían la oscuridad del frío invierno.
Los juegos de la luz radiante de Castilla, permanecen en nuestra vida.
Demasiadas puertas para encontrar la salida.
Me gusta imaginar que esas rectas paralelas llegan al infinito.
La vida y la muerte, nos lo han puesto en el mismo paquete.
No te compadezcas por mucho tiempo, no sirve para nada.
Besos
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