jueves, 3 de febrero de 2022

La vida como razón poética en la obra de Karmelo C. Iribarren. Comenzamos la lectura de El escenario y noticias de nuestras lecturas

 


Uno de los rasgos que mide la condición de poeta es el hallazgo de una voz poética personal. Karmelo C. Iribarren (San Sebastián, 1959) ha construido su voz al margen de cánones oficiales, escuelas y modas, incluso en contra del encasillamiento en el que lo han querido introducir algunos críticos literarios.

Cuenta la leyenda (se lo he oído al propio autor) que, una noche de finales de los años ochenta, destruyó todo lo que había escrito salvo un puñado de poemas. Como aquellos escritores que cuando publican sus obras completas renuncian a los primeros libros porque no se reconocen en ellos, ese gesto resuelve la cuestión inicial de todo poeta, la más importante, que se concretará ya en sus primeros títulos y, especialmente, en La condición urbana (1995). La crítica se apresura a catalogarlo dentro del realismo sucio con ceguera temporal que ha dejado huella en algunos manuales literarios. También se han tanteado unas y otras categorizaciones que lo acercan a diferentes corrientes literarias o lo convierten en un islote solitario. En el siglo XXI, su obra obtiene el reconocimiento que merece y amplía notablemente su público por la presencia en las redes sociales de internet y las nuevas generaciones de escritores y lectores. Será a partir de La ciudad (2002) y, especialmente, la publicación de la primera edición de su poesía completa, Seguro que esta historia te suena (1985-2005) (2005), un título que define a la perfección su poética. Seguirán Ola de frío (2007), Atravesando la noche (2009), nuevas ediciones de sus libros, antologías y nuevos libros como Las luces interiores (2013), Haciendo planes (2016), Mientras me alejo (2017) y Un lugar difícil (2019). En 2014 aparece Diario de K, libro de fragmentos en prosa que comparten y complementan la mirada de sus poemas.

Karmelo C. Iribarren cuenta la vida desde la perspectiva de un paseante urbano que se refugia en los bares y cafés para contemplarla mejor, un tanto ya de vuelta de todo, pero dispuesto a comprobar que la vida continúa con sus rutinas, sus repeticiones y sus sorpresas y que ni siquiera le somos necesarios. Sus poemas cuentan breves fragmentos de lo cotidiano en los que se condensa toda una historia y una actitud ante la existencia. Ha vivido y todo lo filtra en la escritura desde el personaje en el que ha convertido su voz poética. Un personaje que sentimos verdadero, creíble y que reconocemos. A veces con ironía, en otras con un romanticismo alejado del fácil sentimentalismo, pasea su ciudad viviéndola desde sus poemas porque en la obra poética de Karmelo C. Iribarren la literatura está cargada de la vida que no se suele hallar en los grandes titulares de la prensa sino en las biografías de las personas que, como él, salen a ver la vida cotidiana, los cambios de estación, las modificaciones que ha traído el tiempo y lo que permanece inalterable en las costumbres humanas, con la moderación y distancia aconsejable en cada caso, que es lo que marca cuidadosamente el poema. Hay un apasionante trabajo de gran altura literaria en su obra, que desnuda al poema de toda la retórica innecesaria hasta dejarlo en la frontera misma de la vida. Un estilo que triunfa en donde otros muchos han fracasado porque no es nada fácil trabajar el poema formalmente como lo hace Iribarren para que conserve toda la poesía sin parecerlo. Así sucede también en el ritmo métrico de sus poemas.

Durante este mes de febrero tendremos ocasión de comprobarlo en su nuevo libro, El escenario (Visor, 2021), un libro en el que se acentúa la sensación de alejamiento melancólico de un mundo que poco a poco se vuelve ajeno. Como siempre las entradas sobre esta lectura se publicarán los jueves.

Noticias de nuestras lecturas

Como saben los seguidores habituales de este club, habíamos dejado sin cubrir los títulos de abril y mayo, recordando que uno de ellos debía ser de autor fallecido. Para completar el listado propongo:
  • Abril: Memorias de Leticia Valle de Rosa Chacel. Recuperamos así un libro que fue lectura recomendada en secundaria hace unas décadas, para comprobar su actualidad. Hay varias ediciones baratas en el mercado, fáciles de encontrar.
  • Mayo: Pájaros en un cielo de estaño de Antonio Tocornal (Premio València de narrativa Institució Alfons el Magnànim), publicada por Versátil Ediciones en 2020. Un libro imaginativo, que derrocha sabiduría narrativa atractiva para el lector. Puede encontrarse en librerías o directamente en la página de la editorial (aquí).
Para conocer la forma de seguir las lecturas de este club y sus características y la lista del presente curso, pinchar sobre este enlace.
ADVERTENCIA: Las entradas de La Acequia tienen licencia Creative Commons 4.0 y están registradas como propiedad intelectual de Pedro Ojeda Escudero. Pueden ser usadas y reproducidas sin alterar, sin copias derivadas, citando la referencia y sin ánimo de lucro.

Recojo en estas noticias las entradas que hayan publicado los blogs amigos (si me he olvidado de alguien, agradezco que se me avise). Entrada del Club de lectura cada jueves (salvo casos excepcionales), en este blog.


5 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Me encanta este poeta, y debería escribir en plural, y decir nos encanta, porque algunos de sus poemas los leemos en voz alta entre un grupito de amigos. Nos encanta Iribarren, y cada día, con cada verso, con cada "cierre sorprendente" (cito a una amiga), nos deja reflexión para cuando en las mañanas frías vamos con la bolsa debajo del brazo a comprar la fruta, el pescado y el pan nuestro de cada día.

Sor Austringiliana dijo...

Tenías razón, en la obra de Karmelo Iribarren llueve más apropiadamente que en ningún otro, "para que el poema tome nota de la lluvia y la lluvia explique la razón del poema mejor que las palabras".
Conozco un poco San Sebastián y aunque no la conociera, salir con Karmelo a su "espacio de contemplación y emoción contenida" , como escribe José Luis Cancho, es lo más natural, como si fuera el paisaje de cada uno, el mío por ejemplo que no tiene ría ni mar. Me puse el gorrito de lluvia de los donostiarras y a atrapar sentimientos desde el Urumea, que en Zurriola no puede ir ya ni para delante ni para atrás, como todos nosotros al llegar al mar. Y fluyen, un verso, otro verso, la vida misma, con unas palabras que se deslizan con un ritmo de seda. Seguro que los acentos están en su sitio y las palabras bien medidas, los lectores no sabemos de eso, solo leemos y nos llegamos a creer que es nuestro propio pensamiento, no el del poeta.
¡Un poeta que se le entiende! exclamé aquel día en que nos presentó "El amor, ese viejo neón". Pero hay muchas capas debajo, lo cortés no quita lo valiente.

São dijo...

Concordo: todo o artista , qualquer que seja a área, deve ter a sua voz própria!

Beso, amigo mio, bom fim de semana :)

Ele Bergón dijo...

Solo conozco algunos poemas sueltos de este autor y por eso estoy deseando leer su libro. Me parece que es de los autores que con palabras sencillas y cotidianas, sabe transmitirnos poesía.

Besos

Rita Turza dijo...

Enamorada de la poesía de Karmelo. Un poeta con una voz única.
He leído el poemario, como todos los de Karmelo y cuando más lo leo más me gusta. Intentaré poner una entrada a mi blog este mes.
Soy un desastre, Pedro. Ya me podrás perdonar.

Un abrazo enorme.