Dicen que Unamuno gustaba de pasear solo, las manos unidas a la espalda y la cabeza hacia adelante. A Machado, que llevaba siempre una cartera con un cuaderno para anotarlo todo, le gustaba también pasear solo para hablar consigo mismo con la esperanza de hablar con Dios un día. Mi vida también está llena de paseos solitarios, sin la intención urgente del primero y sin la esperanza del segundo. Me gusta pasear no para pensar, sino para dejar de hacerlo. Desprenderme de las palabras, de las imágenes, escuchar la naturaleza o mirar el color de las hojas de los árboles.
La fotografía de la imagen corresponde a una de las entradas del parque del Parral de Burgos, la que está enfrente de la ermita de San Amaro. Según la leyenda, Amaro fue un peregrino francés que en su camino de regreso desde Santiago de Compostela a su patria, decidió quedarse en Burgos. Es difícil saber si existió realmente. Las historias que se le adjudican son las mismas que las de otros peregrinos cristianos medievales. Siempre que la cancela de la ermita está abierta, entro. Me gusta ese espacio. Burgos todavía tiene lugares muy próximos al centro de la ciudad en los que se encuentra uno fuera del tiempo, carreteras de entrada a la ciudad en las que todavía se cultiva el campo al pie mismo de los primeros edificios modernos.
Suelo pasear para dejar de ser. A veces, lo consigo y me encuentro feliz.
11 comentarios:
Que buena entrada, la disfruté. Unamuno caminaba como decían que lo hacía Beethoven. También camino mucho pero en general me gusta la compañía, el compartir, se disfruta mucho así también. Sino aprovecho el sacar fotos. En ese paisaje de tus caminatas sacaría varias. Saludos.
Pasear por la senda que nos muestras, no es necesario mirar atrás, o sí, tan bello es lo ves enfrente como lo que dejas detrás.
La sinfonía Pastoral no existiría si Beethoven no hubiera paseado.
El paseo es creativo.
Saludos
Francesc Cornadó
Me gusta pasear para no pensar, sino para dejar de hacerlo. Dices. Y mira que es difícil. Naturalmente, los paseos recurrentes por los mismos lugares se prestan a ensimismarse más que en la contemplación, pero siempre hay novedades. Cuando me meto en el Campo Grande, por ejemplo, la abstracción no se me permite, todo atrapa, siempre descubres algo, y si no, las ardillas se encargan de recordarte que ellas y otros bichos (Torga) están ahí. Debo recuperar paseos por caminos de sirga, por cierto.
Yo también pongo últimamente mucho las manos a la espalda, pero las desenlazo en cuanto me doy cuenta por temor a caerme de bruces.
Bonitos paseos.
Sí, Burgos tiene el campo muy cerca y yo diría que lo guarda dentro, tal es el pasillo del río y los arboledas. Y si entramos en San Amaro, tras atravesar el Parral... Se retiraron hace mucho, pero se adivinan los ex votos, las muletas de antiguos cojos, las trenzas, los ingenuos agradecimientos. Mientras podamos pasear, gracias, San Amaro, aunque nunca fuiste o fuiste como tantos. Felices paseos para dejar de ser.
Los paseos por las ciudades grandes poco tienen que ver con los idílicos campestres que nos enseñas
Has escrito una preciosa entrada sobre el paseo. Interesante algo que no sabía, cómo paseaba Unamuno o Machado, o cómo paseas tú. Me parece inteligente como paseas tú: para no pensar. Yo suelo pasear para observar. Para enriquecer mi interior con lo que veo, puede ser un paisaje, o disfrutar de la sonrisa de un anciano que está acompañado, o ver una mascota tan feliz paseando con su dueño. Cualquier cosa me hace feliz, mientras sean agradables a la vista. No me gusta ver gente enfadada. Y me gusta hacer fotos con el móvil si me encuentro con la luna, o con un pájaro cantando.
Me encanta esta entrada, Pedro, hoy he paseado contigo y tus letras.
Besos.
Bienvenido al club de los paseantes. La foto es una maravilla.
Hola buenas tardes, bella imagen la que acompaña el texto, la naturaleza es maravillosa, yo no cambio una caminata por el campo o un bosque por la ciudad, realmente para desconectar mi mente necesito ver espacios verdes y escuchar el canto de los pájaros, y lo que realmente me hace relajar la mente de todo pensamiento invasivo es volar, cuando sobrevolamos campos, el río y por sobre todo la Cordillera de los Andes, mi mente se transforma y hasta surgen bellos textos para escribir, leerte es un placer. Patricia F.
Creo que pasear en solitario, es un buen ejercicio para el encuentro con uno mismo o misma y cada persona debemos de tener una forma especial de hacerlo.
Me encanta pasear por Burgos porque es una ciudad tranquila y llena de espacios verdes.
Dejara de ser y sentirte feliz, es una buena recta para el paseo.
Besos
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