La ciudad está en fiestas y todas las noches hay fuegos artificiales. Al primer estruendo, asomo a la ventana para verlos y escuchar mejor los estallidos. Palmeras, lluvias de estrellas, humo, colores. Suena la traca final. La ciudad está en fiestas y todas las noches hay fuegos artificiales.
Hace mucho tiempo, en mi barrio a las afueras de la ciudad, las peñas de jóvenes construían endebles casetas para las fiestas, con troncos, ramas, cartones y plásticos, aprovechando cualquier material. Como todos éramos conocidos, se servía sangría a cualquiera que pasaba o un quinto de cerveza Entonces, las fiestas del barrio se celebraban pasado San Mateo y refrescaba al atardecer. Recuerdo una noche en la que una chica a la que apenas conocía me dio la mano casi sin querer mientras tocaba la orquesta. Éramos muy jóvenes. Tuvimos las manos enlazadas mientras duró aquella canción y la siguiente. Ella tenía la mano fría. Yo le cedí mi cazadora y la abracé desde atrás.
¿Qué habrá sido de las chicas a las que besé en aquella época? Besos inexpertos, llenos de deseo y ansiedad. Una madrugada tuve que acompañar a unas amigas a su casa, pero antes de salir del bar me acerqué a una chica con la que me había estado mirando toda la noche. Puse mi cara a unos centímetros de la suya para decirle hola y ella inició el beso. Su boca sabía a ron y Coca-Cola, estaba fresca y cálida. Tenía unos labios carnosos y una mirada de miel que brillaba. Ahora regreso, le dije. Ella me miró, con la boca entreabierta. Te espero, me dijo. Cuando volví, ya no estaba. Y eso es todo lo que sé de ella. Aquel beso no lo he olvidado.
En realidad, mi barrio no estaba a las afueras de la ciudad, sino fuera. Es la ciudad la que fue creciendo hacia él, como amenaza. No queda nada de aquellos tiempos. Quizá una mano entrelazada en una noche de fiestas y un beso con sabor a ron y Coca-Cola. De todo ello hace ya más de cuarenta años.
8 comentarios:
Entrañable viaje a aquella temprana juventud, cuando tantos besos sabían "a ron y Coca-Cola", me has hecho acompañarte a esos primeros escarceos amorosos, cuando vivíamos como si no hubiese un mañana.
Me ha encantado leerte, Pedro.
"Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia, pero su tren vendió boleto de ida y vuelta...". Siempre vuelven algunos fuegos naturales de la memoria, que cuarenta años no es nada...
¡¡Que tiempos aquellos cuando nos iniciábamos con el sexo contrario, llenos de miedo, deseo, esperanza!!, ¡¡ah!!, y granos, muchos granos. Fue bonito mientras duro, luego vendría algún que otro sinsabor.
Saludos
A todos nos han dado,
en un noche de fiesta,
besos que nos han matado.
Amigo, yo te comprendo,
porque a todos nos han besado
en una noche de fiesta.
Eran otros tiempos, amigo mío, las fiestas, las relaciones, los barrios, todo era de otra manera. El recuerdo perdura y nosotros nos adaptamos al signo de los tiempos.
Abrazos
Que buena memoria, yo de esa época no recuerdo a, quienes pasaron como el viento, es decir con total irrelevancia.
Besos
Nosotros también estamos de fiesta, año nuevo y justo el 7 el noveno cumple de Isabel, mi tercera nieta.
He estado más arriba en el escenario que abajo, en las verbenas, pero también me han sucedido cosas, y todavía he visto más, como la que cuentas.
Un abrazo
El tiempo se va, pero nuestros recuerdos permanecen aunque no tengamos en cuenta que la mente nos puede engañar y distorsionar nuestras vivencias. Lo que nos importa es de lo que vivimos cómo nos parece que fue.
Besos
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