martes, 31 de agosto de 2021

El sabor a tristeza de la zarzamora. Regreso.

 


Se regresa en septiembre aunque no te hayas ido a ninguna parte, aunque el verano no te haya servido para descansar y olvidarte de todo. Después de vaciar la maleta, poner una lavadora, ventilar la casa, hacer una compra urgente para que el frigorífico te permita tirar los primeros días, buscar un lugar para los recuerdos de agosto, te sientas en el sofá y te quedas en silencio. Dejas que la casa te acoja y se apacigüe el ruido que llevas dentro.

El final del verano lo marcan las moras de zarza. He escogido unas cuantas de la cuneta de un camino y las he preparado con azúcar, leche y una ramita de hierbabuena, dejándolas reposar en la nevera unas horas, a la manera de mi madre. Qué delicioso, sencillo y humilde regalo. Quizá no tenga tiempo de recoger más esta temporada. He recordado cuando aficioné a mi perro a comer moras y las comía directamente de la zarza, volviendo los labios para no pincharse con las espinas. Qué joven era yo entonces, cuando exploraba con Chispas aquella acequia de mi infancia, uno de los canales de riego de la acequia madre. En los bordes de la acequia, chopos, álamos, olmos, zarzas y los terrenos de cereal. La primera cucharada me supo al tiempo en el que todo lo que tenía se concentraba en aquel tazón de leche y moras preparado por mi madre. Qué vacías ahora las manos, tan llenas de otras cosas que no necesito.

Estoy triste, lo confieso. Estoy muy triste y este verano me ha dejado sin fuerzas para afrontar el siglo que comienza, el curso quise decir, en qué estaría yo pensando.

13 comentarios:

Neogeminis Mónica Frau dijo...

A veces se vuelve del descanso aun más cansado, y resultan ser emotivas todas las cargas que nos pesan. Ya pasarán estas tristezas también y verás renacer tus bríos cuando deban. Un abrazo, mientras tanto

Paco Castillo dijo...

Amigo Pedro, primero un inciso; si quieres llegar al final de mes no se te ocurra poner esa lavadora entre las 09:00 y las 10:00 am.

Ahora sí, qué bien suena ese postre que haces con moras silvestres, con mi mujer y mis hijas estuve comiendo moras de las zarzas, en los campos asturianos, un deleite.

Saludos de bienvenida.

Alimontero dijo...


Querido Pedro, siempre me connueven tus palabras cuando recuerdas a tus padres... Tantas cosas que hacemos a los hijos con amor y no pensamos que nos recordarán por eso.
Hoy las cosas se aprecian de otra manera, si es que lo hacen... yo también siento añoranzas de aquellas manos de mi madre...
Gracias Pedro querido,
Beso,
Ali

La seña Carmen dijo...

Estas lluvias, tan benéficas, si no vienen acompañadas de piedra, habrán limpiado las moras de ese polvo que se les ha ido pegando durante todo el verano.

Haremos mermelada.

Sor Austringiliana dijo...

En realidad nunca nos vamos a ninguna parte y el equipaje es el mismo. Vaya, lo digo yo que de verdad no voy a ninguna parte.
Como el año pasado, veo a tu perro relamiéndose con las moras y evitando los pinchos. Y las moras en leche que tan bien preparaba tu madre...
Nadie como tú para hablar de sentimientos, Pedro. Buen comienzo de curso.

Emilio Manuel dijo...

No estaría de más que nos contarás en qué pensabas.

Francesc Cornadó dijo...

La ilusión nos impulsa, noy ayuda a recomenzar; sin duda también las moras y el recuerdo endulzado de aquellos tazones de leche con la ramita de hierbabuena.
Un abrazo.
Francesc Cornadó

São dijo...

Meu querido amigo, esse desânimo é momentâneo , é a ressaca que toda a gente tem a seguir às férias...


Te abraço com muito carinho, desejando-te um Setembro feliz e um um óptimo regresso :)

Sor Austringiliana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
mojadopapel dijo...

El dolor es sólo eso, dolor. La tristeza y el desánimo es imposibilita te, hay que dejar llevarse por el dolor, el dolor cura y cicatriza,la tristeza hay que combatirla porque destruye.

andandos dijo...

Es que los veranos ya no son lo que fueron. Quiero creer que una vez fueron como los recordamos. A la tristeza tendrás que combatirla a la manera clásica tuya: escribiendo.
Un abrazo!!!

Myriam dijo...

Estoy muy de acuerdo con MOJADOPAPEL. El dolor se atravieza para poder dejarlo atrás. La tristeza o el desánimo van pegados a pensamientos negativos altamente corrosivos que se retroalimentan en una espiral peligrosa. Siempre hay motivos para sentirse uno agradecido con la vida.

Besos
Y perdón por mi demora en venir, pero ya estoy de regreso en el mundo bloguero.

Campurriana dijo...

Esa tristeza es normal. Por el final de un verano que no es como otros veranos. Por las ausencias. Por los duelos de muertos y de vivos.

Yo también me siento triste al regresar, Pedro.
Quizá, porque no me he ido.