De tanto verla, la falsa achicoria resulta invisible. Está en todos los sitios, con su olor ligeramente desagradable, pero el tallo esbelto y la flor de amarillo elegante. De niño contribuía a manchar los pantalones de verde para desespero de las madres, vuelves hecho un adán. La ropa, las manos, los ojos, olían a verde hierba. En las afueras, el campo lo inundaba todo.
Cómo me imponía ir a la ciudad. Como mucho, al barrio, a comprar el tebeo con la paga. Tardé tanto en comprender la ciudad y conocer sus caminos y razones que todavía hoy no me extraña perderme en ella.
12 comentarios:
Hoy ningún niño se pone hecho un adán, eso es de tiempos pasados, los moviles han venido a cambiar todo.
Por mis lares, Estar hecho un Adán, Ser un Adán se usa para las personas descuidadas y desaliñadas en su atuendo. Es curiosa esta denominación, probablemente no sea el referente el Adán bíblico, sino otro Adán, pues malamente Adán, en su inocente desnudez, podía andar desaliñado con una mera hoja de parra por allí abajo.
Los olores y las imágenes quedan impregnados en los pantalones y en todo nuestro ser.
Recuerdo el olor de las fábricas y la imágen de las chimeneas de mi barrio de aquella Barcelona industrial. Era un trajín incesante de gente entrando y saliendo de los talleres y las fábricas. Allí no nos poníamos como adán, nos manchábamos con residuos de grasa, no había ni un rastro de paisaje natural, todo era manofactura.
Saludos.
Otros, en cambio, tuvimos desde la infancia una autoeducación urbanita, gozosa e indagadora, que nos permitió amar la ciudad, que siempre nos superaba, por supuesto. De tiempos en que no circulaban apenas automóviles, con mucho caserón desvencijado en los que nos infiltrábamos para imaginar aventuras, con solares por doquier a donde íbamos a jugar al fútbol, con excursiones callejeras tranquilas a la Fuente del Sol o de la Salud, por ejemplo. Etcétera. ¿Como adanes? Muchos días, sí. Pero más me preocuparon siempre las ortigas.
El verdín y el barro de Adán es difícil de quitar, hay que restregar, comprendo a tu madre y a todas las madres. No sé si los niños de ahora terminan hechos un brazo de mar, no creo, tal vez con los ojos enrojecidos...Aquella infancia entre hierbajos, y con tebeos, fue afortunada.
Coisas existem que por serem tão próximas se tornam invisíveis e, pior, distantes , é pena...
Querido Pedro, te abraço
Ese olor que nos recuerda a la infancia, a tantas personas que pasaron por nuestras vidas, a esos jardines de la niñez.
Qué bonita entrada, Pedro.
Besos.
Hubo una época en que el café de los pobres estaba hecho de achicoria.
Cada quien lleva en la memoria los olores y colores de su infancia grabados con absoluta nitidez, dispuestos a dispararse de improviso ante cualquier estímulo. Es una suerte.
Un abrazo
¡Qué lindas reminiscencias! ¿Y quién no se pierde en la ciudad? (Yo soy capaz de hacerlo hasta en un baño) :-)
Besos
Es curioso que mi hermano, estuviese casi siempre para mi madre, hecho un adán y sin embargo a mí, no me considerara que estuviese hecha una eva, que también lo debía estar por mi continúo desaliño. Dichos que se suelen inventar en los pueblos, donde casi todo lo que tocábamos, como estas flores amarillas y otras con sus frutos como eran las moras, cuya mancha es difícil de quitar y más si el agua corriente no existía.
Con diez años llegué a la ciudad y recuerdo los tebeos, las casas altas, los coches, tanta gente por la calle y mi añoranza del campo. Me costó mucho entrar en ella.
Besos
Me has recordado mi infancia... jugando en las eras y atrochando barro por las calles...
También me decían lo de Adán...
Se quitaba muy mal el verdín de la ropa...
Abrazo
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