domingo, 14 de marzo de 2021

De la ruina y el olvido

 


No amenazaba ruina por lo vivido, sino por lo no vivido.

En demolición permanente, debía recoger del suelo todo lo que decía ser.

Lloraba continuamente la pérdida de amigos porque no le salía en positivo la cuenta de los intereses creados.

Vació primero el interior, luego cargó con la parte externa. Hasta dejar el esqueleto al aire de su propia biografía.

*

El territorio de mi infancia era el de las afueras, nunca me sentí parte de mi ciudad. Cuando esta creció, fue sepultando las calles sin asfaltar, las acacias que bordeaban el camino, las aceras irregulares de las casas molineras, los almendros en flor, el prado en el que me tumbaba entre la hierba crecida al inicio de las vacaciones de verano, la acequia que regaba los campos de cereal. Todo es tan frágil como la memoria.



10 comentarios:

CarmenS dijo...

Las ciudades se comieron las afueras, el campo donde los niños jugaban. O los descampados que ahora son bloques de pisos.

CarmenS dijo...

Necesitamos recordar pero la memoria nos hace daño a veces

Emilio Manuel dijo...

Hoy la infancia se hace en el interior, el individualismo es el futuro.

Fackel dijo...

Los aforismos son la plasmación de los pensamientos que se nos presentan al vuelo. Su frescura es lo más interesante. Pero qué difícil transmitir a otros los propios pensamientos -siempre fugaces- cuando es cosecha muy personal. Son como los sueños. Puedes hablar de ellos pero solo tú, cada cual, puede sentirlos. Porque sus significados se sienten más que se entienden.

Sor Austringiliana dijo...

Los aforismos tienen siempre un halo de misterio. Sólo el aforista conoce los resortes interiores. Los demás tratamos de interpretar a través de nuestro propio ruido de dentro. La infancia sigue ahí por mucho material de obra o derribo que le echen encima.

mojadopapel dijo...

Esa época no es frágil en tu memoria y conforma el principio de todo lo que eres hoy,es nostalgia y fue empuje, una época que te marcó como persona.

Berta Martín Delaparte dijo...

No te quejes, muchos no vivimos en lo que tú denominas " en las afueras".

Tú al menos tienes la dos zonas , toda una suerte.

Quizás tú no te hubieras convertido en el gran poeta que eres, si la ciudad no se hubiera expandido.
🌼

Myriam dijo...

¡Qué bueno que conservas los recuerdos de infancia con frescura!

Besos, Pedro

andandos dijo...

Las ciudades que conocimos, tal como las conocimos ya no existen. Recuerdos físicos, cada vez más pequeños, están muy abajo, cada vez más, de la ciudad que vemos ahora. Es un juego más bien triste buscarlos.

Un abrazo

Ele Bergón dijo...

Vivir siempre es mejor que no hacerlo, porque la demolición arrastra cualquier hálito de vida.

Los intereses creados llevan al llanto por lo pensado con mala fe.

Las biografías permanecen más en el tiempo cuando son sinceras.

Obviamente, la memoria es muy, muy selectiva, pero nos sirve, aunque sepamos que nos estamos engañando.

Gracias a ti, creo que estoy un poco aprendiendo a hacer aforismos.

Besos