Estoy con Luis de Góngora en mis clases. Hace tiempo que me despojé de los prejuicios que enfrentan a Góngora con Francisco de Quevedo en favor de este. Ambos grandes escritores, de enorme influencia en la literatura posterior. A Góngora le ha perjudicado que Quevedo fuera más hábil para el mote y cayera mejor, como suelen caer mejor los camorristas. Hasta el punto de que se ha construido una visión amable de don Francisco que no corresponde al original, como se ha levantado la idea de un Góngora muy poco atractivo. Basta con darse un garbeo por sus biografías. Y por sus obras. Muchos de los que admiran tanto a Quevedo no aguantarían ni cinco minutos sentados junto a él en una conversación: es todo lo opuesto a una persona moderna. Sin embargo, Góngora se alejó del mundo cortesano y pudo crear un mundo literario propio de gran modernidad. En ambos casos hay que tener en cuenta que pertenecen a una época regida por la teología y carcomida por la miseria moral del final del imperio español. En contra de lo que muchos afirman, no es Góngora el más retrógrado de los dos en parámetros modernos, ni mucho menos. Los que piensan que no lo entienden tampoco entienden a su rival. De los dos, el cordobés supo mejor construir conceptos nuevos que iban más allá de lo esperable. Basta con leer el pasaje del macho cabrío en las Soledades, a punto de la blasfemia, para comprenderlo. De todas las formas, esto no es una competición literaria, pero si lo fuera no es seguro que ganara don Francisco echando a correr.
Escribo esto mientras veo en los informativos cómo se asaltan y destruyen espacios públicos y locales de empresas privadas en Barcelona en el trascurso de las manifestaciones que piden la libertad del rapero Pablo Hasél, que ha ingresado en la cárcel por una suma de condenas entre las que está una por enaltecimiento del terrorismo por el contenido de sus letras que, por sí sola, no le hubiera echo ingresar en prisión. Los jueces aplicaron una ley y una doctrina muy discutible, porque aquel delito no debería serlo al afectar a la libertad de opinión. Las otras condenas son por agredir a un periodista y amenazar a un testigo en un juicio y estas me parecen ajustadas. Las letras de Hasél son pésimas y fáciles, se dirigen a las emociones básicas y no al razonamiento que de verdad provoca las revoluciones sociales, y en su comportamiento está inscrito que asume las consecuencias de sus actos y sabe instrumentalizarlos en beneficio de su causa. Como consecuencia de su ingreso en prisión, se han convocado estas manifestaciones y en ellas una minoría ha aprovechado, como es habitual en estos casos en todo el mundo, para saquear tiendas de lujo y destruir propiedad pública. Los medios de comunicación ponen el foco en estas actitudes vandálicas, despreciables y que tendrán sus esperables consecuencias judiciales si se puede identificar a los que las perpetran. Y en mitad de todo, las negociaciones para formar nuevo gobierno en Cataluña, que anda desde hace unos años a la deriva.
Es curioso lo que me lleva de Quevedo y Góngora a Hasél. A saber qué mecanismos mentales han provocado esta deriva. Lo único que se me ocurre para concluir es que de los dos, Quevedo hubiera sido el que menos hubiera comprendido las razones del rapero.
9 comentarios:
Magnífico tu primer párrafo, me parece muy ilustrativo de aquellos dos grandes y me ha ayudado a ver con más claridad. O dicho de otra manera, que debo inducirme a conocer más la obra de Góngora, que al otro ya lo tenía más trillado. Pero me valen los dos para situarme en otro tiempo y ¿en otra sociedad o en una análoga en cierto modo a la nuestra?
Lo del segundo párrafo. No sabía mayormente de ese personaje hasta estos días. Se ve que vive sus días de gloria, que mezcla churras con merinas -como muchos que le defienden en nombre de conceptos más exactos y amplios-, que barre para su casa acaso por si todo cuela. Como soy perro viejo huelo a personaje siniestro al que están siguiendo más siniestros y donde se están mezclando conceptos, valores (o carencia de ellos) y simple oportunismo. Especialmente confusa la actitud y comportamiento de nada menos que un miembro del Gobierno, que buscando hueco para hacerse notar pues eso, da la nota.
Me cansa todo lo siniestro y que emponzoña la vida política y, por ende, la convivencia y solo favorece a los emergentes de la prohibición del pensamiento.
En un mundo de medios de comunicación, lo fácil que hubiera sido culpar a Quevedo y a Góngora de los males de España, como así lo es culpar a Hasel de nuestros males actuales, es lo más fácil.
Mi profe, Rafael Morales, gustaba de empezar una de sus clases leyéndonos dos poemas «anónimos». Luego nos pedía que comentáramos, el uno era conceptista, al menos según la teoría, el otro, culteranista, por el mismo manual. A medida que avanzaba la clase nos iba desvelando el nombre de sus autores. No era mal profesor Rafael Morales, aunque tenerlo en segundo y cuarto de carrera fue repetir curso, habiendo aprobado y sin posibilidad de subir nota.
No sé si pasará hoy ciertos listones esa alusión a quién iba a ganar una carrera corriendo.
En cuanto a Hasel (mis fuentes aseguran que sobra la tilde), cada medio, incluido ese periodismo espontáneo e informal que se mueve por las RR. SS., ha arrimado el ascua a su sardina, y las noticias no pueden ser más confusas, desde por qué se le mete a la cárcel (no todas las sentencias son firmes) a cuántos contenedores se han quemado.
Y como acabo de leerla, una cita de JRJ: El arte ha de ser, ante todo, «conscientemente sensual», halagador de los «sentidos intelijentes».
Para muchos, Quevedo es el del chiste escatológico y Gómgora un cura antipático que se empeñaba en escribir versos incomprensibles.
Quevedo tuvo suerte de no caer en manos del verdugo, en su tiempo era muy peligroso ser lenguaraz y meterse con los de arriba.
Me da que Quevedo era mala persona, aquello de "qué captas nocturna en tus canciones, Góngora bobo, si cuando anhelas más garcibolallas las reptilizas más y subterpines" indica mucha mala baba. Ese Hasel no le llega ni a la suela de los zapatos.
La pelea, el enfrentamiento, la provocación, ofrecen un atractivo que satisface a aquellos que no se paran ni un momento a leer y comprender un escrito. Es más atractivo ofrecer una pugna entre Góngora y Quevedo que fomentar su lectura, tiene mucho más reclamo publicitario y cinematográfico decir que Mozart y Salieri estaban a la greña que escuchar sus obras. Con el rapero pasa lo mismo, ahí lo que vale es la pachanga y la utilización política de unas letras que son una birria espantosa.
En Cataluña vamos a la deriva, por culpa del enfrentamiento entre el supremacismo y la sensatez, no salimos de la miseria mental.
Salud
Francesc Cornadó
Me ha gustado tu reflexión, opinión...
Siempre han estado y están , aquellos , esperando a que alguien encienda la mecha...
La violencia: ¡ los medios de comunicación ya tienen tema para vender más. !
En su día tuve preferencia por Quevedo. Desde hace tiempo dudo a quién admirar más. Hay sitio para ambos y la lengua castellana se siente más que honrada de haber sido el instrumento para que ambos se mostraran al mundo como lo que son...dos genios de la literatura.
Por más que lo intento, no acabo de entender la deriva de tu entrada hacia el tema catalán de Hasél...
Un abrazo
La situación histórica y social de la época de estos dos grandes de nuestra literatura, Góngora y Quevedo, de echo tiene mucha similitud con nuestra época actual. De ellos podríamos sacar la ironía o la retórica, que "personajillos", sin personalidad alguna para tener el privilegio de artistas de la "palabra", o de la música, se aprovechan de de tanta "estupidez" y vulgaridad, como la que vivimos en nuestra España. El rapero Pablo Hasél, cubierto de gloria y fama, se ha investido de la "túnica de la libertad incívica", donde todo vale.
Y con ello ha arrastrado , bajo la instigaciones oportunistas y oscuras de muchas palabras vacías e incendiarias, y de unos ciudadanos que incontrolados como vulgares delincuentes, roban, odian, destrozan, cometiendo desmanes a diestro y siniestro Y mientras tanto algunos políticos, aprendices de "labia irracional", alientan tales desmadres. Por eso me quedo, con nuestros dos grandes poetas y escritores Góngora y Quevedo. Y no quiero escuchar una vez más el lenguaje, sin sustancia literaria, de tantos políticos de mirada torva y oscuros intereses, que aprovechando ciertos personajillos, como este rapero, nos inundan de "vulgaridades" y ganas de caer en sus oportunistas vulgaridades.
Quevedo- Góngora, Góngora- Quevedo, siempre nos los enseñaron contrapuestos. Y creo que en sus personalidades debieron de ser bien distintos, como también en sus poesías. Eso no quita para que los dos sean grandes poetas.
Confieso que son los Romances de Góngora, lo que más recuerdo y algo de sus Soledades y de Quevedo sus magníficos Sonetos, pero también está en mi memoria que los versos del cordobés, me eran mucho más alegres que los del enfurruñado Quevedo.
Sabía muy poco del rapero encarcelado, es ahora cuando se debe estar haciendo tristemente famoso. Libertad de expresión, Sí, pero no todo explica la violencia, porque también existe el pacifismo.
Besos
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