Cada una de las veces que he regresado a esta casa, en la que pasé el confinamiento de la población decretado por el gobierno en marzo pasado, me asomo para ver si aún hay alguna sombra de lo vivido. Durante aquellas semanas, tomé dos fotografías al día. Una desde la ventana del salón, que da a la sierra; otra desde el balcón, que da a la calle mayor. Los dragones que embellecen la rejería del balcón me miran de soslayo cada vez que asomo. No se fían de mí, ahora que estoy libre. Parecen preguntarse qué quiero ahora de ellos. No les respondo, pero quizá sea cómo guardan la división de las calles que se ve desde aquí. Ellos saben, mejor que yo, que no se puede andar por dos calles a la vez, salvo en casos de bilocación, que no suelen ser frecuentes o, al menos, yo no estoy dotado para ello. Los epidemiólogos preferirían ahora otro confinamiento; los políticos sacan las cuentas económicas y de imagen y nos les salen. A mis espaldas, la casa aún se resiente de los paseos diarios de aquellos días, intentando quitarse nuestro peso de encima.
11 comentarios:
Hubo santos de los que se cuenta que tenían esa virtud, ya no hay santos como los de antes.
El lugar donde pasamos la primavera del 2020 se ha quedado con nosotros, ya para siempre. Los pasos, las tablas de gimnasia, las llamadas de teléfono, la compra del supermercado a la espera del paño de lejía, el olor del alcohol, las manos enrojecidas, los noticiarios continuos, el termómetro, las lecturas de huida, asomarse a la ventana a atrapar un poco sol de tarde, los pájaros cantaban como nunca...
Sigue ahí.
Tampoco se puede amar a dos mujeres a la vez, ¿o sí?.
Los que desdoblan la personalidad dirán que ellos sí, que pueden y de hecho lo hacen. Pero mejor no seguir sus indicaciones, por si acaso.
Lo que dice Emilio Manuel...es otro tema, si se me permite. Una feminista radical diría que las mujeres no son calles y un resentido del amor calificaría de callejones sin salida la experiencia. Y los dragones siempre alerta.
Ya es difícil andar una sola calle, no me imagino el sufrimiento de andar por dos calles a la vez.
El título del post lo dice todo. Queremos cosas antagónicas y, claro, no paramos de protestar, si no es por lo uno, es por lo otro.
Un amigo dice que no podemos pedir bacalao gordo y que pese poco.
Saludos.
No, no se puede, imposible.. Y eso que ya lo he intentado, pero acabas perdida en no se sabe bien qué baldosa colindante, en qué pisada borrosa, en qué señal mal puesta...
No, no se puede andar por dos calles a la vez.
Besos.
;)
Pasear por casa es bastante aburrido. No hay sorpresa alguna...Lo he comprobado estos días y me temo que habrá que seguir por la misma ruta carente de misterio alguno...
Escribes lo que muchos pensamos. Es sorprendente como se va aceptando el deterioro general, poco a poco. Vamos como declinando, o degenerando.
Un abrazo
Aqui estamos em confinamento com regras mais apertadas, pois a maior parte das pessoas ignorou as instruções e tentou arranjar modo de se encaixar nas excepções.
Imagina : em Cascais, houve quem fosse passear trelas, respondendo aos polícias que o cão fugira e o estavam procurando, por exemplo.
Beso, amigo mio, boa semana
Me temo que ya hace algún tiempo que elegimos una calle por la que hemos decidido avanzar sin mirar atrás ni quien se queda por el camino.
Ahí está el conflicto, cuando tenemos que decidir si caminamos por una calle o por la otra, porque podemos acertar en la decisión o por el contrario, equivocarnos. De cualquier forma, tenemos que seguir, campeando el temporal.
Besos
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