Se necesita mucho amor, sabiduría y paciencia para recomponer un objeto de porcelana cuando se rompe, para contemplarlo después, con la visible huella de que se había quebrado, y asumir su pasado y nuevo presente. Una de las virtudes de la obra narrativa de José Ignacio García es su mirada atenta a estas cosas, la contemplación curiosa de la vida de sus personajes en su maltrato cotidiano y las posibilidades de que pueda ser o no restañada en una nueva oportunidad que puede proceder de la piedad, del cariño o de la dignidad. Esta mirada curiosa es la verdadera protagonista de los relatos del volumen que comentamos y una marca de estilo del autor. No en vano, es lo que nos permite reconocernos en estas historias y el pilar de su verosimilitud. Los personajes de este volumen se conducen con una mezcla de escepticismo y de ingenuidad ante las nuevas oportunidades, que resaltan más con los finales, que premian uno otra.
El último de los relatos del volumen da título al libro y contiene un ejemplo perfecto de este buen hacer de Ignacio García. Nos retrata un matrimonio destrozado no por grandes tragedias, sino por el desgaste lo cotidiano y que, ante los ojos de los demás, es un ejemplo de amor y fidelidad. Su ejemplo pone de relieve la hipocresía de la sociedad. Contado en primera persona, la protagonista hace balance de los cuarenta años vividos con su marido mientras trascurren las horas de una última oportunidad para componerlo, que procede precisamente de la ceguera de quien no ve que la porcelana, la vida, se ha quebrado. Si sucede o no un final u otro es parte de la trama, de la intriga final del relato, pero lo importante es lo que ocurre ante nuestros ojos, en contraste entre el pasado ilusionado y nervioso de los inicios de la relación y de su evolución posterior y el pequeño drama personal de la ruptura del amor y hasta de la convivencia. Un pequeño y cotidiano drama reconocible para el lector y cuyo realismo se acentúa con los pequeños detalles. Entre estos están los objetos -el R5 en el que tuvieron la primera relación sexual, el viejo colchón en el que ella duerme-, pero también las sensaciones -la frialdad, la ausencia de contactos, el silencio, los desprecios- y, sobre todo, la música. Las canciones se suceden en el relato para crear la historia de un amor que los protagonistas no pueden escribir. No es menos parte de ese realismo, el que el autor se demore en la descripción de los lugares por los que transitan los personajes -es otra de las marcas de estilo de este narrador-, no solo para levantar los espacios en los que ocurren las cosas, sino como parte esencial de la propia trama y que ayudan a crear una atmósfera que fomenta el contraste o la adecuación con lo que se cuenta, según el caso. El lector camina por estos espacios reconociéndolos y reconociéndose en los hechos.
Cuando el lector pasea por los relatos de este volumen, se va reconociendo en ellos o teme que ese sea su futuro próximo. Quizá haya comenzado a percibir que la porcelana se está quebrando.
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4 comentarios:
La protagonista del último relato es un monumento a la paciencia, al cariño y a la dignidad. Las porcelanas estallan o se mantienen con sus desperfectos, con su pegamento que poco puede hacer. Reconocemos la resistencia de unos personajes para los que no habrá perdices. Nos metemos en su salsa porque está muy bien contada.
Seguimos.
Geralmente o amor apaixonado esvai-se por esses pequenos intersticios do quotidiano e , na melhor das hipóteses , fica uma amizade serena e c~umplice.
Admiro quem tem sabedoria e paciência para colar cacos, mesmo que sejam de porcelana eu não tenho, porque saberei sempre que é uma reconstrução e quando a confiança se quebra nada a pode faer erguer de novo.
Beso, querido Pedro, buen finde.
Me ha parecido ver en la librería donde compro los libros, este de Isabel Allende, sino lo tienen en la biblioteca, lo intentaré comprar y lo leeré.
Besos
¡Qué tristeza que la protagonista d este relato, haya esperado 40 años para asumir que su matrimonio no da para más! Pero claro, no a todos les resulta fácil salir de la zona de confort.
No he podido participar en esta lectura, pero sí leo tus clases. Estoy leyendo el libro de Isabel Allende que sí pude conseguir aquí. ¡Qué interesanta la vida de Doña Inés y que bien escrito que está!
Ya sabes que aún no estoy establecida y sigo en modo nómada con mi tienda aquí y acullá, entre un apto alquilado, la casa de mi hija, y otro apto propio por desmontar, y encima en dos países y pandemia...
Pero, si vas a mandar material por correo electrónico al grupo presencial que se convirtió en virtual ¿por qué a nosotros -Los virtuales se siempre- no?, se me ocurre ahora al leerte, al menos podría seguirte a ti y al grupo por blogs y los emails.
Besos
y siempre, gracias por tus estupendas clases.
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