viernes, 4 de diciembre de 2020

Día de pequeñas cosas

 


Día de pequeñas cosas: papelería, panadería, visita al INSS para renovar el certificado de la firma digital, oficina de correos. Frío. Llovía a ratos. En un momento, un ligero granizar minúsculo, casi aguanieve. En las cumbres, algo de nieve. Conversaciones culturales. Para premiarme, he comprado una botella de La Zorra. Tan solo una cosa extraordinaria: acaban de permitir la reapertura de los bares y me he tomado un café cortado para mitigar algo el frío. Al llegar a casa, descorché la botella. Una copa acompañada de queso trufado mientras se hacía la comida.

Ruido de sables. Qué extraño regreso al XIX por las redes sociales del XXI, cambian los tiempos antes que las personas.

La poesía no sería lo mismo sin la tilde, pero el poema solo necesita el acento.



11 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Esa vista tan familiar no sé si tiene la tilde de la poesía o el acento del poema, pero ahí está.

Sor Austringiliana dijo...

Las pequeñas cosas agrandan la vida.
Los sables de ahora suenan a chatarra.
Los acentos convierten en música las palabras, las tildes son flechas que nos dicen ahí, qué pesados los del bolígrafo rojo.
Disfruta de tu refugio.

Emilio Manuel dijo...

No son pequeñas cosas esas compras y aún menos la compra de una botella de vino, que pese a su nombre, debe de estar fantástico mientras se espera se haga el reconfortante guiso.

Kety dijo...


Esas pequeñas cosas son las que componen la vida. Cuidaros. Besos

Myriam dijo...

De pequeñas cosas está llena nuestra vida.

Besos

Bertha dijo...

Esas pequeñas cosas son las que nutren nuestra vida

Buen provecho ud si que sabe caballero...

Abrazos feliz puente

Fackel dijo...

Así que dándole al hijo de la uva rufete, ¿eh? Salud y conjura el ruido de los de siempre.

María dijo...

Cuántas pequeñas cosas se pueden hacer en un día.

Besos.

impersonem dijo...

Me preocupa el ruido de sables.

Me gusta tu la última frase del texto sobre la tilde y el acento...

andandos dijo...

Por aquí la gente da vueltas sin cesar, arriba y abajo, incluso muchos se sientas o hacen cola para sentarse en terrazas como si estuviéramos en Oslo. En una mesa, ayer, cuatro probables jóvenes estudiantes se tomaban un chocolate con churros. Calculé, a simple vista, que salían a no menos de ocho cada uno, y les envidié. Les envidiamos, mi mujer y yo.

Ele Bergón dijo...

La pequeñas cosas cotidianas, son nuestra mejor compañía.

Algunas personas siguen ancladas en el XIX y no cambian por mucho que crean que están en el XXI.

"El poema solo necesita el acento" de lo que verdad sentimos.

Besos