miércoles, 21 de octubre de 2020

Llevaba un paisaje dentro

 


¿Y qué somos sino paisaje? Asomo a las murallas de Urueña y grito tierra, a un lado la planicie ondulada por el cereal y al otro las ondulaciones de los valles en donde vienen a morir los Torozos. Grito tierra también en las afueras de la ciudad en las que me crie, con los pies afirmados en la calle sin asfaltar que era, en realidad, cañada real por la que tenían derecho preferente los rebaños de ovejas. Grito tierra asomado al misterio del curso de la acequia que atravesaba mi infancia como una vena abierta. Grito tierra al recordar la primera vez que vi el mar, en Santander, y cuando volví a verlo como si no lo hubiera visto antes, en Praia Verde.  Grito tierra en las marismas del Guadiana y ante la nieve de la Demanda y en medio del bosque de la sierra bejarana. Grito tierra ahora, mirando hacia Extremadura.

Llevaba un paisaje dentro, como una ofrenda, que perdí al vaciar los bolsillos en la mesilla de noche. Dentro ya no quedaba nada, la orografía de un hueco inmenso en donde ni el eco respondía. A veces metía mi barbilla dentro del pecho y susurraba nombres, que eran hitos de una toponimia del miedo a perderme en el mapa de una tierra que me desconocía. En donde estuvieron los órganos fui clavando banderas con nombres extravagantes de lugares inventados que se descomponían pronto hasta hacerse ininteligibles.

Todos tenemos un paisaje,
a veces
tan solo
un banco de una pequeña plaza
de una ciudad que ya no existe.

Caminar hoy es ir rasgando el trampantojo de los paisajes falsificados.

14 comentarios:

Fackel dijo...

La cuestión es si nos reconocemos en los paisajes o solo en los trampantojos.

Hugo Carranza dijo...

Bueno si gritaban tierra era porque tambien estaban en el mar. El paisaje del mar es un poco mas hostil, pero de gran belleza.

Excelente relato, ciertamente todo es paisaje, la mente, el alma, la vida.

La seña Carmen dijo...

Me quedo sentada en el banco de la plaza que derribó la piqueta...

Emilio Manuel dijo...

Tengo dos paisajes que me sulibeyan, nuestra media y alta montaña que rodea a Granada y a 60 Km más abajo la vista del mar en un otoño en la zona de Velilla.

Sor Austringiliana dijo...

Los paisajes que desaparecieron son los más nuestros. Y también los del miedo, los del sufrimiento. Viven dentro y nos dan un aldabonazo cuando se tira del hilo.

virgi dijo...

Qué preciosidad, Pedro, siempre tan profundo y hermoso. Un abrazo grande.

São dijo...

Sim, temos todos uma paisagem dentro: a minha é ados horizontes sem fim do Alentejo.

Querido Pedro , te abraço

Ele Bergón dijo...

Y es allí,donde antes hubo un tejado y ahora existe una terraza, donde yo,encuentro mi paisaje y no necesito nada más.
Bello y sugerente texto.
Besos

Luis Antonio dijo...

Me has hecho recordar la fuente de ocho caños de uno de mis pueblos. De chavales bebíamos de todos ellos...

Myriam dijo...

Y cuántos llevo dentro....

Precioso y reflexivo texto con una imagen de ensueño.

Besos

Doctor Krapp dijo...

Esas nostalgias geográficas que nos salvan o nos matan.

Paco Cuesta dijo...

Tras cada desgarro aparece la nueva realidad de una hoja, un color, una raíz de significado indescifrable.
Un abrazo

mojadopapel dijo...

Cierto y certero tu comentario. Besos Paco.

LA ZARZAMORA dijo...

Impresionismo-Expresionismo... con un toque de puntillismo ;)

Besos, Pedro.