Las casetas en desuso de los guardagujas que se conservan en algunos pasos a nivel representan una de las pocas esperanzas de que el mundo vuelva a ser analógico.
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Miro la verja que protege la entrada a la casa por lo que debió ser un pequeño huerto con higuera. Ya no está la familia del ferroviario, pero las higueras siguen obrando el milagro de su fruto dos veces al año.
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Recuerdo que apurábamos para cruzar el paso a nivel antes de que lo cerraran, mirando desconfiadamente a un lado y al otro, no fiándonos de que el operario permaneciera atento a su trabajo y despierto. Era lo único que sabíamos de aquellas personas cuya familia vivía a la espalda de la caseta. Un día vi, en la parte trasera, una mujer tendiendo la ropa de cama, blanca al sol de una mañana de mayo. No recuerdo si era hermosa, solo el olor a limpio que llenó el cruce y un cierto vértigo, como si el tiempo se hubiera ajustado para siempre por la albura de un momento imprevisto. Quizá el mundo tuviera remedio.
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El sonido del tren de mercancías, al pasar entre las vallas del cruce, recuerda cuántos latidos constituyen la paciencia. Cuando comprendes su lenguaje, te adormeces para dejarte llevar como si el convoy atravesara la estepa de un lejano país nórdico, cubierta de nieve. No regresarás nunca, aunque se levante la valla, arranques el automóvil y te entregues a las labores del día. Del lento paso de un tren nadie sale ileso.
11 comentarios:
No sé que son guardajugas. Las únicas agujas que conozco
se guardan en el costurero.
Y besos, obvio
Cuando pensamos mas en el pasado que en lo que nos viene, es que la cosa va chunga.
Me traes el ruido rítmico del traqueteo del tren sobre los raíles. Y la melancolía en la noche que se oía en toda la ciudad, ahora tan lejos del tren, bien lo sabes tú.
El tiempo del tren pasó. No sé qué habrá sido de aquel guardabarreras que me salvó la vida con su voz.
Qué sugerentes son estos ámbitos, ahora prácticamente abandonados. Me recuerda al de la línea de Ariza, a donde a veces acudo para imaginar o recordar el pasado.
Mi mejor amigo, rompiendo las estadísticas... se cruzó en las vías de un tren y al amanecer, y otro, se colgó con su cinturón del armario apenas se despertó.
Acaso ¿los que cambiaron nuestras agujas ... pensaron en el hecho de que nuestro reloj biológico podría no seguir lógica alguna??
De niña, debajo de mi casa -hoy una de las grandes arterías de Valencia- bajábamos a jugar a "la calle"... hoy espacio inexistente. Jugábamos a la comba, con una goma, a rayuela, al pollito inglés, nos descalabrábamos( así era) y al lado pasaba un tren y había una acequia. Nuestras madres salían al balcón y gritaban nuestros nombres, y nadie, ni nuestras madres ni nosotros decíamos quien nos había insultado, ni quien nos había arrancado el par de coletas.
Jamás escuché a mis padres defenderme... como nadie vino a reclamar mis descalabros. Nada. "Eran cosas de niños"...
Hoy la fisonomía de aquel barrio en el que crecí, como sus gentes, las lloronas y alcahuetas que sacaban sus sillas "al fresco" ... han desaparecido de aquel mapa también, y ¡por suerte! ya que en algo avanzamos; como por desgracia, sigue habiendo trenes que ... van tan rápido que ya no quedan ni Penélopes para esperarlos.
Besos, Pedro.
Myriam, los guardagujas eran los operarios de ferrocarril que se encargaban de abrir y cerrar los pasos de nivel y cambiar las agujas que cambiaban el sentido o dirección de las vias del tren.
En el mundo analógicos siempre llegabas a horario y, al parecer, había menos accidentes de tránsito. Aunque, claro, dicen que lo digital venía a solucionar todos los problemas. En fin...
Saludos,
J.
MOJADOPAPEL, Entendido, gracias por tu explicación. Besos
"El tren cero", de Yuri Buida.
Me gusta tu primer aforismo.¡Ojalá se cumpla!
En la familia de Mariano hubo un ferroviario y me gustaba ir a su casa.
Siempre me dieron y me dan miedo, esas vías extendidas en medio del campo, cuando hay que cruzar una carretera porque pienso: ¿ vendrá el tren?
Interesantes estos aforismos basados en nuestro pasado reciente,dónde aún permanecen las huellas.
Besos
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