viernes, 9 de octubre de 2020

Béjar desde el Ventorro Pelayo

 


Desde el Ventorro Pelayo, Béjar se antoja trepada a la peña, cortada a tajo por el Cuerpo de Hombre. Aupada allí, mira a la sierra con la confianza de quien la conoce. Desde aquí, la ciudad y la altura en la que se posa, parecen hechas por la mano de un niño, como esos castillos que hacemos en la arena de la playa cuando aún somos inocentes.

Se explica mucho del pasado de la ciudad viéndola desde aquí. Su condición vigilante, casi fronteriza entre Castilla y Extremadura, el pasado señorial, la fuerte personalidad progresista del siglo XIX, la actual quietud tras el cierre de las textiles. En casi todas las ciudades hay un alto desde el que mirarlas y comprenderlas o un costado al mar que nos descubre cómo respiran.

Qué poco me da el tiempo de sí en Béjar. Casi no hay horas para visitar a los amigos y saber de ellos, para pisar los caminos de la sierra, para comprobar cómo avanza la otoñada. Queda poco ya para los calbotes. Ojalá caiga pronto la primera nieve.

Desde aquí, qué lejos el ruido político, los intereses mediáticos. En esta mirada hacia la sierra (la Covatilla, el Calvitero, la Ceja), qué limpio el cielo. Cuando comience a otoñar el monte, caminar sin prisa por la ladera de la umbría, el olor a tierra sembrada de hojas, el misterio permanente de los arroyos y las regaderas que bajan con el agua fría desde lo alto.

11 comentarios:

La seña Carmen dijo...

Ver las ciudades desde arriba, no a vista de dron, mejor los ojos de quien sabe mirar.

Emilio Manuel dijo...

Los calbotes, ¿son castañas asadas?

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Eso es, Emilio. Por aquí se llaman así

Sor Austringiliana dijo...

Tu entrada huele a otoño y a frío y a al calorcillo de esos calbotes que no sabía que eran. Sí, hay que buscar el lugar preciso para comprender una ciudad, abarcarla y abrazarla. Lo tuyo es un abrazo total a Béjar, en todo lo que escribes de ella.
Felices paseos.

mojadopapel dijo...

Bejar nos colma de algo que no encontramos lejos de ella, y nos hace volver siempre a esta naturaleza que nos atrapa y envuelve.

Myriam dijo...

¡Qué naturaleza más bella!
La foto es preciosa.

Besos
PD aprendí una palabra nueva: calbote

Myriam dijo...

MOJADOPAPEL: qué bonito lo has dicho. Amén. y besos

Edurne dijo...

Ya estamos de lleno en otoño, en ese otoño que nos encoge un poco por dentro y por fuera.
Y los otoños de cada cual, tan iguales y tan distintos...
Que tengas un feliz y tranquilo otoño, Pedro.
Un abrazo grande.
;)

andandos dijo...

Hoy me decía mi mujer que deberíamos haber comprado castañas. Aquí no hay fiesta pero viento y casi frío sí, y no me importa. Otra vez otoño.
Un abrazo

LA ZARZAMORA dijo...

¡¡Bendito otoño!!

Besos, Pedro.

Ele Bergón dijo...

Entiendo que te sientas en Béjar como te sientes, mientras miras el horizonte. Es un lujo, despertarte y verlo, no solo el otoño, sino también el paso de todas las estaciones.

Lejos de toda clase de ruido que incordia, mirando y observando otros sonidos que la naturaleza nos quiere dejar para que la disfrutemos.

Besos