Atilano Sevillano (Argusino de Sayago, Zamora, 1954), se embarcó hace un tiempo en la aventura literaria de abordar todos lo géneros breves que se cultivan en la actualidad y de los que él ya venía dando buena muestra desde el inicio de su producción literaria. A falta de alguna entrega más, ha publicado relatos breves y microrrelatos en De los derroteros de la palabra (2010), Lady Ofelia y otros microrrelatos (2015), Al pie de la letra. Micorrelatos de la A a la Z (2017) y Minificciones de diván (2018). Recientemente ha salido al mercado su libro de aforismos, Esquirlas (2020). Con Trazos aborda la poesía breve de origen japonés, presente también en obras anteriores suyas. Es autor de los libros de poesía Presencia indebida (1999) y Hojas volanderas (2008). Sus escritos se caracterizan siempre por la precisión en el lenguaje, el acierto de la expresión y la imagen adecuada que desvela el sentimiento o lo que no parecería verse a primera vista.
Trazos. Haikus y otros poemas breves (Vitruvio, 2020) cuenta con un excelente prólogo de José Antonio Olmedo López-Amor, poeta y crítico literario, que ilumina correctamente al lector para comprender los poemas del volumen, tanto en su línea de procedencia oriental como en su contenido. Como digo, en este volumen, el autor parte de las formas poéticas de la tradición japonesa: la tanka, el haiku y el senryu, todas ellas conocidas e imitadas en Occidente desde hace más de un siglo, tiempo en el que han derivado hacia verdaderos éxitos en la adaptación a una nueva lengua y manera de ver el mundo, pero también hacia fórmulas amaneradas y resultados empobrecedores por mecánicos y previsibles. El prestigio de estas formas poéticas y su cultivo en los últimos años ha dado cosechas de libros reprochables en su totalidad, tanto por no saber medir bien el hilo que debe mantenerlas en su origen como el equilibro con un nuevo decir que resulte correcto y creíble. No es este el caso de Trazos, en el que observamos una cuidadosa apropiación personal de estas formas métricas a partir del canon de la adaptación en España.
El libro consta de tres secciones, cada una de ellas correspondiente a una de esa formas japonesas. En la primera, Susurros de tankas, el autor trabaja con esta estrofa. Se divide en tres partes: Kokoro (es un concepto japonés que hace referencia a la integración de la mente, el espíritu y el corazón), en donde encontramos poemas que cantan la unidad producida casi siempre por el amor, que lleva a la exaltación del momento como plenitud (Ya te instalaste/ en primavera nueva/ como el gorrión./ Ya no habrá más invierno/ en ruda fortaleza); Del poema, que reúne textos metapoéticos, en los que todo se explica, nace o termina en la escritura (Es bien sabido/ que el paisaje se crea/ en el poema./ Si habitamos el centro, se detiene el lenguaje); Tempus fugit, a partir de este tópico literario, tan presente también en la poesía tradicional oriental (La eternidad/ no es la suma de tiempos,/ es el olvido./ Nada perdura siempre,/ me despido del año).
La segunda sección, Instantes se divide en Flor de cerezo, Canícula, Viento de otoño y Nieve. Se trata de haikus que mantienen uno de los principios básicos de esta estrofa, que debe llevar dentro el trascurrir del tiempo, marcado aquí con las estaciones, a partir de una fugaz imagen que lo expresa (un día más/ picotea en el sendero/ el gorrioncillo).
La tercera y última de las secciones se titula Rumor de senryus, dividida en De la ciudad, Cuitas y Ráfagas. En ellos hay la variedad necesaria de esta forma poética, jugando con inteligencia con la reflexión y la ironía. En ellos aparece también el mundo urbano actual o circunstancias de nuestro presente, jugando en inteligente contraste con la misma forma que se adapta (Surcan los coches/ enormes bulevares./ Eterno atasco.), lo que acentúa la ironía de alguno de ellos (Como si nada/ manirroto el alcalde/ nos sube el IBI).
Este libro de Atilano Sevillano, tan respetuoso con el canon de la adaptación de estas formas orientales, pero a la vez tan personal en su mirada y en la reflexión poética, es un buen ejemplo del camino más interesante sobre el que trascurre hoy este tipo de poesía.
8 comentarios:
A ver si puedo echar un vistazo a ese libro, porque en materia de haikus no es oro todo lo que reluce. Gracias por la reseña.
Le echaré un vistazo.
Gracias por tan currada reseña Pedro.
Besos.
Gratidão por eu ficar sabendo mais.
Beso, querido amigo, feliz Outono!
El haiku es poesía concentrada y tiene que saber a naturaleza.
De acuerdo contigo en que habrá mucho de reprochable en esas copias de género nipón y bien poco será lo bueno.
Besos
Pd. Bien poco será lo bueno, digo, y como recomiendas a Atilano Sevillano, lo tendré en cuenta.
Atilano Sevillano, al leer su nombre, me ha sonado a las tertulias donde, en otro tiempo, asistía por Madrid. Luego he buscado su imagen y la verdad es que no lo recuerdo. De cualquier forma, lo tendré en cuenta, porque ya sabes que es una literatura que me gusta.
Besos
No lo conocía, muchas gracias. Creo que la comarca, supongo, del Sayagués, donde nació Atilano, sale en el Quijote, bueno, la manera de hablar en contraposición del "toledano". Ya ves de qué me acuerdo.
Un abrazo
Publicar un comentario