martes, 1 de septiembre de 2020

Hemos vendido la casa de mis padres

 


Hemos vendido la casa de mis padres. A mi padre le compensaron con este piso cuando le despidieron del trabajo en el que había estado casi toda su vida. Antes, se entraba a trabajar en una empresa y se pasaba décadas en ella hasta que uno se jubilaba o la empresa cerraba por cualquier motivo. Qué extraño se les hará esto a los jóvenes de hoy. A mi padre le compensaron el despido por cierre de la empresa con la propiedad de este piso, cuya tasación aceptó sin cuestionarla. Era un tercer piso sin ascensor, humilde pero digno. Muy luminoso y en un edificio con muy buenos vecinos, que ayudaron y quisieron mucho a mi madre cuando se quedó viuda. La única reforma que hicieron mis padres para entrar, como no tenían dinero, fue tirar un tabique para ampliar la cocina. Venían de una época en la que las cocinas debían ser amplias para convocar a la familia junto a la mesa y celebrar la Navidad juntos. Luego, poco a poco, fueron introduciendo mejoras según ahorraban o los hijos ayudábamos. Curiosamente, si a mi padre no le hubieran despedido de aquella empresa en la que llevaba décadas trabajando, jamás hubieran tenido un piso en propiedad. Mis padres nunca quisieron endeudarse ni pedir un préstamo a un banco porque para ellos el dinero del que se disponía era el que se tenía. Hemos vendido la casa de mis padres, que fue su única propiedad en la vida porque todo lo pusieron en nosotros, para darnos estudios a los hijos. Para ellos, tener estudios era la diferencia entre su vida y la que soñaban para nosotros.

Al entregar mi juego de llaves en la notaría a los nuevos propietarios, quise quedarme con el viejo llavero en el que mis padres me lo pasaron en su día, cuando cambiaron la cerradura de la puerta de entrada. Debió ser a finales de 1991. Lo sé porque en él hay una participación de 20 pesetas en un décimo para el sorteo de la Lotería Nacional de aquel año, con el que había obsequiado un comercio de la zona a los clientes más fieles. Como no salió premiado, ha sido el llavero en el que siempre he guardado aquel juego de llaves de la casa de mis padres. Después de poner las llaves encima de la mesa apreté con fuera el llavero, es lo único que me queda de aquella casa, que ahora se llenará de otras voces y otras vidas. Lo voy a poner en un cajoncito, junto a sus alianzas de boda y algunos otros recuerdos.

22 comentarios:

Edurne dijo...

¡Qué entrañable esto que cuentas, Pedro! Toda una vida en ese llavero. Yo guardo uno de igual factura que era de mi aita, en vez de una participación de lotería el había puesto si DNI en miniatura. Cada vez 6 lo miro, que lo cojo, lo aprieto fuerte y la vida se me cambia de sitio.
Estas reflexiones tuyas, tus recuerdos, nos transportan a nuestras propias vivencias.
Gracias.
Un beso.
;)

Neogeminis Mónica Frau dijo...

Se sienten honestas y entrañables tus palabras, Pedro. Conmueven y nos ponen a pensar en lo rápido que se van las cosas al cajón de los recuerdos. Gracias por compartir otra parte de tu historia. Un abrazo

Lola Fontecha dijo...

Entrañable y vívido. Gracias

Myriam dijo...

Entrañable texto lleno de cariño reminiscencias y nostalgia. Puedo imaginar la cálida energia de esa casa. Un ciclo se cierra. Más allá de en el llavero en tu ❤️ está la continua presencia de quienes te dieron la vida y te formaron en el hombre de bien que hoy eres.

Un abrazo muy fuerte.

Fackel dijo...

Interesante anécdota. No recuerdo ahora haber conocido un caso análogo. Este país es todo una casuística, o suma de casuísticas. Sí, es difícil imaginar que hoy se dé algo así y menos que las nuevas generaciones lo entiendan.

Sor Austringiliana dijo...

Todo lo pusieron en vosotros y ahí viven ahora. Vivís su sueño, os tocó una gran lotería, sin duda. Pertenecieron a una generación soñadora y luchadora. Nuestros respetos.

La seña Carmen dijo...

Soy de las que pierden llaves y llaveros, alguna llave vieja guardo, sí.

Solo digo que me ha gustado mucho.

Emilio Manuel dijo...

No tuve ese apego a la casa de mis padres cuando la vendimos, posiblemente por que salí muy joven de ella hacia otros lares para trabajar, no me va a ocurrir lo mismo cuando dentro de poco tengamos que vender la casa de mis suegros, en ella también he vivido experiencias de distinta manera.

São dijo...

Comovente testemunho,meu querido amigo....


Eu vivo na casa que era de meus pais, mas , muito provavelmente, será também vendida quando eu morrer.

Fiquem as memórias.

Beso, Pedro.

mojadopapel dijo...

Se cierran etapas y esta es una de ella, es lógico que afloren recuerdos y emociones vividas. Las guardarás dentro de tí, igual que guardarás esa llave en el cajón de los recuerdos.

Silvi (reikijai) dijo...

Qué Fuerte...! Me trae tu relato a los Míos; Yo guarde una baldosa del patio de la casa de mi Abuela. GRACIAS !!!

LA ZARZAMORA dijo...

Hay llaves que nunca cierran.

Besos.

Silvi (reikijai) dijo...

Qué Fuerte...! Me trae tu relato a los Míos; Yo guarde una baldosa del patio de la casa de mi Abuela. GRACIAS !!!

María dijo...

No te imaginas lo que me he sentido identificada con todo lo que has escrito, porque es lo mismo que hemos hecho nosotros. La verdad es que da mucha pena, porque en ella hay muchos recuerdos. Pero a mí me da mas pena entrar en ella y no encontrarlos.

Un abrazo enorme y feliz mes de Septiembre.

María dijo...

Te dejo también mis lágrimas, que aunque no se ven, me están cayendo.

Otro abrazo enorme.

andandos dijo...

No has podido, ni seguramente querido, vender también los recuerdos que esa casa tiene para ti. Todo ha cambiado tanto en pocos años que nuestros padres, sus maneras de hacer, parecen de hace siglos. Me ha gustado mucho.

Un abrazo

Berta Martín Delaparte dijo...

Ya ves Pedro, las modas regresan y, actualmente ese tipo de cocinas son de nuevo lugares de encuentros.
Supongo que la participación de 20 pesetas en un décimo de lotería, el cual no salió premiado, tus padres lo conservaron en recuerdo, a los momentos llenos de ilusiones y sueños que disfrutasteis juntos , con la esperanza de que podía tocaros un premio.
¡ Que bonito es soñar , con la familia unida !
Un abrazo.😘✔

Luis Antonio dijo...

A muchos, sobre todo si son jóvenes, les sorprenderá esta historia que cuentas. Las cosas cambian y no siempre para mejor.

Saludos

Alimontero dijo...


Querido Pedro, me hiciste recordar lo mismo con el piso de mis padres.
Antes era todo tan diferente, no digo que haya sido ni mejor ni peor, sino diferente.
También mi padre trabajó toda la vida en la misma empresa, mi madre, quien también trabajaba lo hizo en dos..."se estilaba así", fue la forma que ellos encontraron para darnos la educación, como tú bien expresas.
Hoy, cuanto mas lugares hayas trabajado tienes más experiencia y "curriculum".
La vida cambia, las cosas cambian y nosotros también.
Los sentimientos permanecen, como los recuerdos, de las Navidades, los cumpleaños, etc...que maravilla!!
Cada uno de nosotros 4, los hermanos, nos quedamos con algo significativo...
Que hermoso Pedro.. la casa de nuestros padres!...si hasta la huelo aún...

Te abrazo,
Ali


Ele Bergón dijo...

Creo haber tenido un llavero como el que nos muestras, seguro que con otro número de lotería.

Cuando vendimos nuestra primera casa de Vicálvaro, estuve bastante tiempo soñando con ella. Fue nuestro primer hogar de casados y me costó mucho desprenderme de ella.

¡Cuánto debemos a nuestros progenitores! Mi padre fue también de los que tenía muy claro que sus hijos debían de estudiar, ya que a él, nunca le dieron esa oportunidad.

Realmente tu relato es sentido, sincero, entrañable y lleno de cariño, por eso nos llega de una forma muy especial.

Besos

impersonem dijo...

Es un relato de vida personal muy muy muy entrañable, evocador de recuerdos y de afectos... Leyéndolo me he puesto melancólico, pero es tan entrañable que también me ha sacado una sonrisa afectuosa...

Abrazo

Unknown dijo...

En ese momento estoy ahora, vamos a vender la casa de mis padres, primero se fue mi padre, a los años mi madre, ella amaba su casa, para ella era la mejor casa que podía haber tenido, era un piso normal, pero mi madre estaba orgullosa. Allí vivimos tantas cosas.... mis padres, mis tres hermanos y yo, primero sus hijos, luego vinieron los nietos, la casa se llenaba de alegría, juegos y por supuesto las comidas que mi madre preparaba con tanto amor y también mi padre, alguna que otra vez, sobre todo él preparaba migas, que le salían riquísimas.
Ya tenemos un comprador, en poco tiempo será suyo...
Mis ojos se llenan de lágrimas pensando en toda la felicidad vivida en esa casa, el cariño de mis padres, su trabajo, su esfuerzo, su esperanza en un buen futuro para sus hijos.
Nunca olvidaré esa casa, sé que cuando pase por allí, casualmente y también seguramente a propósito, miraré hacia arriba y echaré de menos aquel tiempo pasado y ya perdido.