sábado, 29 de agosto de 2020

Y en esto, se nos ha ido el verano

 


Si hay una fruta de verano es la sandía. El melón, no lo es tanto. El melón se guarda entre paja o periódicos viejos y se consume también a lo largo de los meses siguientes y los más duraderos, en Navidad. Así que, definitivamente, la sandía es la fruta del verano. Nada más cruzar el río, en Puente Duero se instalaba un puesto de sandías durante todo el verano. Elegir una sandía para consumir en el día tiene su ciencia. Tan seguros estaban de su género, que te daban a catar una prueba que extraían de la sandía con una incisión precisa. El cliente habitual ni pedía la cata, había confianza. Las familias que pasaban los domingos en el pinar compraban una y la ponían a refrescar en el agua del Duero o en un barreño metálico, junto a las botellas y una gran barra de hielo comprada en alguna de las fábricas de la ciudad. El operario te despachaba una gran barra que agarraban con un gancho. Era lo último que se cargaba en el coche, antes de ir hacia el pinar, para que durara casi todo el día. A la hora del postre, el padre abría la sandía con precisión de cirujano y repartía grandes rajas a los miembros de la familia. Era el momento en el que los chavales sabíamos que se nos daba permiso para levantarnos de la mesa de camping y comíamos a bocados sedientos la sandía, cuyo jugo nos corría por la comisura de la boca hasta el mentón. El sabor de la sandía era más poderoso que el del pollo asado de la comida. Ya la gente no veranea en el pinar. También han cerrado aquellas fábricas de hielo.
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Hay un momento en agosto en el que cambia el tiempo y bajan de golpe las temperaturas. En agosto, frío en el rostro, se decía. Quedarán días agradables, pero por estas tierras hay que salir con chaqueta si te puede pillar el atardecer. Por la mañana, al despertar, todo está fresco y nuevo, como si alguien hiciera limpieza general para preparar el curso.
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Parece que comenzaremos septiembre sin haber preparado los exámenes de recuperación. Suspenderemos.
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Anoche, en el jardín de la Casa de Zorrilla, actuó Hot Club de San Marcos, uno de los grupos impulsados por Jesús Parra. Lo pasamos bien porque Parra siempre es garantía de un rato agradable con buena música, pero tuve la sensación de que con los aplausos finales se daba por clausurado el verano. Un verano en el que muchos se han comportado como los malos alumnos que tenían asignaturas pendientes para los exámenes de recuperación y dedicaban las vacaciones a la holganza, algunos con bravuconería, otros pensando que quedaba el suficiente tiempo. Ahora, deprisa y corriendo querrán preparar en una semana lo que no hicieron en más de dos meses. Ni siquiera la conciencia del suspenso general en el que pagarán justos por pecadores me quitó de disfrutar de la música. Sin levantarme del sitio asignado y con mascarilla.

Concierto de Hot Club de San Marcos ayer por la noche en el jardín de la Casa de Zorrilla de Valladolid

11 comentarios:

María dijo...

Es verdad, qué tiempos, cuando antes se veraneaba en los ríos y pinares, y éramos tan felices, esos años no los conocerán nuestros hijos, aquellos años tan distintos de ahora, que nos conformábamos con unas rajas de sandía y qué ricas estaban.

Me has trasladado a mi infancia, Pedro, gracias, por este ratito tan agradable.

Y esperemos que en Septiembre se comience el curso con normalidad, que parece no van a retrasar fechas, como en otras regiones.

Besos.

Emilio Manuel dijo...

¡¡Menudo verano!!, peor que este, que recuerde, ninguno, ni jazz, ni música en el aljibe, ni cine en las noches, ni copa a altas horas con la fresquita, tampoco churros al amanecer, para que seguir, una mierda de verano.

Sor Austringiliana dijo...

Los siete grados con que hoy ha amanecido mi ciudad confirman lo de "agosto frío en el rostro", al menos por estas tierras. Nos traes el sabor de aquellas comidas en el campo, refrescadas con sandía, mejor melón en mi caso. Los veranos eran largos y juguetones pero siempre nos sorprendía el mes de septiembre, había que pensar en el colegio...
A este verano yo le quitaría hasta el nombre de verano. Se presentó de repente y nos ha dado cada disgusto, en fin... El otoño no se presenta con buenos colores, cada uno con su cuidado que es el de todos. Veremos las quítameriendas y crujirán las hojas secas a nuestros pies, esperamos...

Berta Martín Delaparte dijo...

Nosotros también íbamos a Puente Duero / Viana ; mi madre preparaba lo típico, tortilla de patatas, coquetas, el pollo frito. etc.
Recuerdo esos días insufribles de calor Agostero. Pero con que gusto nos bañábamos en las aguas del rio.

Describes tan bien el acto de venta, compra, degustación y placer de comer la sandía, que hasta se me ha ensalivado la boca y los sentidos.

Deseo que el nuevo curso escolar comience y no se paralice.

Un abrazo 😘✔

Fackel dijo...

Había aquellas casetas de melones y sandías en diversos lugares de la ciudad. Del que más recuerdo tengo ahora es de uno junto al viejo y desaparecido mercado de las Delicias. Yo acompañaba de niño a una de mis tías que vivían en la calle Sevilla. Lamentablemente -y reconozco la relativa envidia que me producen los consumidores de estos frutos- ni el melón ni la sandía han sido frutas de mi devoción, cuestión de gustos que jamás logré superar. Raro que es uno.

andandos dijo...

Estaba pensando, estos días, que uno de los valores que tienen las personas mayores y que no suele tener traducción económica es su memoria.Tenemos la memoria de nuestros veranos pero ¿cómo eran los veranos de nuestros abuelos? Si no escribían no lo sabemos. Con el paso del tiempo te vas dando cuenta de que es lo que tienes, tu propia memoria, y lo común a tu generación.

Un abrazo

impersonem dijo...

Ya hace días que noto en mí la tristeza de la despedida... Noto el otoño a tiro de piedra, y lo llevo mal... y, además, este año se aproxima una conjunción dramática de múltiples factores descontrolados o dejados al azar... Este verano ha sido raro y el otoño se nos viene encima sumidos en una incertidumbre desconcertante...

Abrazo

La seña Carmen dijo...

Me ha gustado mucho este post, paremia incluida.

Doctor Krapp dijo...

Nacido un 1 de septiembre llevo toda la vida intentando convencer a la gente de que al verano le quedan 21 días después del cambio de calendario. Es una batalla inútil, lo sé, pero es una forma de reivindicarse.
Jazz y sandía siempre es buena compañía.

Ele Bergón dijo...

El último domingo de mayo, se celebra una Romería de la Virgen de Hornuez, por tierras segovianas, en un lugar paradisiaco lleno se enebros y sabinas donde se lleva cada familia su comida.

La última vez que fuimos recuerdo entre risas, como una sandía rodaba por la ladera, hasta llegar al final de una fuente de aguas crstalinas.
Al leerte, lo he rcordado con una sonrisa y el sabor de esta fruta que tanto refresca en el verano.
Empieza septiembre y ¡ojalá no repitamos curso!pero hemos estudiado poco. Qué la Virgen deHornuez nos asista, para poder seguir con actividades culturales, como la que comentas.
Besos

LA ZARZAMORA dijo...

Este año, las bicicletas serán para el otoño.

Besos.