Las ciudades se nos van sin darnos cuenta. Han pasado veinte, treinta, cuarenta años, cincuenta. Y de mi ciudad queda tan poco ya que cuando camino por ella parezco un extraño, un viajero que busca pequeños indicios que le confirmen que ha vivido.
Me has puesto a pensar en continentes desgajados y desaparecidos, ciudades enterradas y cubierta de agua. Mientras vivamos, siempre quedará algo que nos recuerda nuestra ciudad, luego, que pase lo que tenga que pasar.
También desaparecen las personas con las que hablábamos. Supongo que llega el día en el que los que recuerdan cómo eran antes las cosas son minoría. Bueno, estoy seguro de que será, en parte ya lo es, así. Un abrazo
Bueno, yo me miro al espejo y me digo ¡Estoy viva! (y aunque jovata, todavía no decrépita) Entondces mi descendencia y me sorprendo llena de gratitud. Las ciudades, tantas he cambiado y me han cambiado... Esa es la maravilla del movimiento. Y sin embargo apoesar de sus cambios, llevo en mi una parte de cada una. También de aquelkas que he visitado con frecuencia.
Más de una vez me he acercado a la calle Orense de Madrid, en su número 25, porque fue la primera casa donde dormí, cuando tenía 8 años, por ver si la volvía a encontrar. Algo quedaba,pero la casa con su azotea, desde yo buscaba el horizonte, ya no estaba.
El tiempo pasa y solo nos queda un recuerdo,posiblemente distorsionado, de aquello que vivimos.
Pues de mi pueblo ni te cuento... cada vez más vacío... menos gente... aunque poblado de recuerdos en cada metro de calle, en cada camino, ¡en tantos lugares que acusan ausencias! Ay... ¡qué será de los pueblos!
Bueno, yo recuerdo algunas cosas del Valladolid de los 70...
10 comentarios:
Es una reflexión extraña pero también la observo... ¿Será que la edad nos hace pensar en ello?
Paseamos con el mapa de la ciudad perdida, ella pasa y nosotros con ella.
Me has puesto a pensar en continentes desgajados y desaparecidos, ciudades enterradas y cubierta de agua. Mientras vivamos, siempre quedará algo que nos recuerda nuestra ciudad, luego, que pase lo que tenga que pasar.
Cierta estúpida idea de la modernidad es culpable de nuestros cascos urbanos y el florecimiento de los antiguos en otras partes.
Es que nos vamos yendo, nos vamos yendo (lo digo sin dramatismo ni acritud, no obstante el ramalazo nostálgico que a veces nos airea)
También desaparecen las personas con las que hablábamos. Supongo que llega el día en el que los que recuerdan cómo eran antes las cosas son minoría. Bueno, estoy seguro de que será, en parte ya lo es, así.
Un abrazo
Bueno, yo me miro al espejo y me digo ¡Estoy viva! (y aunque jovata, todavía no decrépita) Entondces mi descendencia y me sorprendo llena de gratitud. Las ciudades, tantas he cambiado y me han cambiado... Esa es la maravilla del movimiento. Y sin embargo apoesar de sus cambios, llevo en mi una parte de cada una. También de aquelkas que he visitado con frecuencia.
En fin, que ne enrollado.
Besotes x2
Más de una vez me he acercado a la calle Orense de Madrid, en su número 25, porque fue la primera casa donde dormí, cuando tenía 8 años, por ver si la volvía a encontrar. Algo quedaba,pero la casa con su azotea, desde yo buscaba el horizonte, ya no estaba.
El tiempo pasa y solo nos queda un recuerdo,posiblemente distorsionado, de aquello que vivimos.
Besos
Es el tiempo vivido. Ya es antiguo aquello que vivimos de niños. Ya somos antiguos nosotros.
Pues de mi pueblo ni te cuento... cada vez más vacío... menos gente... aunque poblado de recuerdos en cada metro de calle, en cada camino, ¡en tantos lugares que acusan ausencias! Ay... ¡qué será de los pueblos!
Bueno, yo recuerdo algunas cosas del Valladolid de los 70...
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