Uno de los sectores golpeados con dureza por el cierre de las actividades durante la pandemia ha sido el mundo de la cultura. También lo será, mientras duren las restricciones de aforo y las recomendaciones de distancia entre personas y la crisis económica que nos espera, en los próximos meses.
Estos días he hablado con actores, escritores, editores, músicos, programadores y otras personas que provienen de este mundo y las noticias no son nada esperanzadoras. Muchas de ellas sobreviven como pueden con las ayudas gubernamentales, pero no aguantarán mucho tiempo cuando se supriman tras el final del estado de alarma, mientras no regrese la verdadera normalidad y para esto queda mucho tiempo. Hay pequeñas empresas culturales que cerrarán en cuanto se retiren las ayudas o los ERTE (compañías de teatro, empresas de gestión cultural, pequeñas productoras, etc.) porque no habrá espacio para ellas. Aunque la capacidad de reinventarse es constante en el sector cultural, me temo que nos veremos abocados a la semiprofesionalidad o al riesgo de invocar constantemente a la vocación, como si bastara la vocación para comer a diario. Ya es demasiado alto el número de personas relacionadas con la cultura cuyo sustento económico procede de otro tipo de trabajos o del apoyo familiar. En todo caso, nos espera una caída mayor en la precariedad en la que suele vivir este mundo, con el riesgo que supone esto para la producción cultural constante y de calidad que debe tener un país como España, con el peligro añadido de que la desaparición de un ecosistema cultural propio deja vía libre a la entrada de las grandes multinacionales de la cultura, que entienden todo según el balance económico y que contribuyen a homogeneizar la cultura según parámetros ajenos.
Soy consciente de que muchas personas de otros sectores económicos han visto reducidos al mínimo los ingresos durante las pasadas semanas y ven el futuro con desesperanza, pero hoy quiero centrarme en aquellos que trabajan en el sector cultural (autores, actores, directores, promotores, gestores, técnicos, publicistas, editores, impresores, etc.) que ya se había visto afectado por la irregularidad en el pago de las administraciones públicas desde hace años y las consecuencias de la crisis económica que arrastramos desde 2008, que obligó a renegociar y reducir contratos, así como a trabajar por unos cachés ridículos en ocasiones.
Vaya por delante mi completa defensa del sector en contra de las constantes burlas e injustificables desprecios que manifiesta una parte de la opinión pública y ciertos políticos, una mezcla de desinformación, rencor perpetuo, desprecio por lo propio y sectarismo ideológico (de todos los lados del espectro político). Soy de los que piensan que debe darse un apoyo de las administraciones al mundo de la cultura porque la cultura es un bien público. Más en situaciones por las que atravesamos, en las que las medidas sanitarias harán muy difícil la celebración con normalidad de actos públicos. Conciertos, espectáculos escénicos, presentaciones de libros, etc., tendrán un aforo muy limitado y las normativas implicarán, además, un aumento en los costes de producción derivados de las disposiciones de higiene.
La cultura es una industria de la que viven decenas de miles de personas en España, solo por eso ya merece el apoyo y la protección de los organismos públicos en situaciones como la que atravesamos. Después de las dudas iniciales, el sector entró en las disposiciones de apoyo económico al igual que cualquier otra empresa o trabajador. Resultaron muy sorprendentes las declaraciones iniciales del ministro de cultura, pero se corrigió a tiempo y este cambio de criterio es de alabar. No favoreció tampoco cierto carácter anárquico de muchos de los que trabajan en el mundo cultural, pero sus asociaciones y el apoyo mutuo corrigieron en gran medida la inicial desorientación.
Todos aquellos que tienen en el mundo de la cultura su único o principal sustento económico, han sufrido la suspensión o el aplazamiento sin día de los eventos programados. A pesar de ello, han sido muchos los que han contribuido de forma gratuita a que la sociedad tuviera un acceso a la cultura de calidad durante el confinamiento. También ha habido otros que se han encerrado legítimamente en la idea de que el trabajo en el mundo cultural siempre hay que pagarlo, incluidas las situaciones que hemos atravesado. En todos, tanto en los que han sido generosos como en los que no lo ha sido, existe el temor a que el público haya tomado la cultura durante estos días como un mero entretenimiento que no se haya valorado suficientemente en lo que significa. No creo que aquellos que hayan caído en confundir la cultura con el entretenimiento más básico hayan pensado así solo durante el confinamiento. Seguro que ya lo pensaban antes y ahora se han limitado a aprovecharse impunemente de lo que se daba gratis en las redes sociales cuando se compartían espectáculos escénicos, películas, monólogos, libros o poemas, como antes se dedicaban sin pudor al pirateo de los productos culturales violando los derechos de autor y propiedad. Quiero pensar que ha habido un número notable de personas que haya valorado el esfuerzo y que comprendan la necesidad profunda que tiene una sociedad de la cultura y se conviertan en público dispuesto a pagar por lo que ahora se le ha regalado contribuyendo a superar mejor el confinamiento. Esto es algo que no han valorado los profesionales que no han querido compartir nada (estaban en su derecho). En el mundo de la cultura siempre ha de estar presente un cierto grado de generosidad y de función pública, so pena de que ese hueco que se deja pueda ser ocupado por los arribistas, aprovechados y falsificadores.
Ahora toca un doble esfuerzo. Por un lado, las administraciones públicas han de apoyar la cultura promoviendo todo tipo de actos. Me llegan noticias que no dejan de causarme tristeza. Gran parte de los ayuntamientos contratan para las próximos meses con la condición de que el profesional sea de la localidad y rebajando el caché, cosa que también ocurre en el nivel regional. Siempre he sido partidario de que exista una cuota que proteja a los naturales de un lugar, pero esto no debe impedir la circulación de la cultura porque su encastillamiento -uno de los riesgos que hemos sufrido desde que existen las comunidades autónomas y que explica alguna de las carencias de nuestra cultura-, la empobrece notablemente.
Por otro, los ciudadanos. En la medida de las posibilidades de cada uno, debemos consumir más cultura en los próximos tiempos o pagar por la que consumimos como estamos dispuestos a pagar por cualquier otra cosa. Hacer un esfuerzo para comprar libros, películas o música, asistir a los espectáculos, visitar los museos, etc. Más que nunca somos responsables de lo que queremos ser como país. No me gustaría contemplar una España vaciada también en esto, un erial cultural que ocuparán irremediablemente los proveedores de cultura masiva de origen externo, con fines exclusivamente lucrativos, produciendo una colonización cultural del país, que ya es notable hoy en día.
10 comentarios:
Em Portugal todas as pessoas ligadas â Cultura também estão com problemas sérios, infelizmente.....
Beso, amigo
Si a un lado ponemos el precio que están los libros, los teatros, los cines, los espectáculos musicales, etc.. y por otro los parados que se ha llevado la pandemia y la rebaja de salarios que va a venir después, veo difícil que el mundo de la cultura pueda salir indemne de este caos.
Lo más necesario.
Si es que estoy de acuerdo contigo. Y me alegra de que alguien lo explique de manera comprensible y muy bien.
Un abrazo
No puedo comprar un libro sin tocarlo, de igual manera que necesito sentir el tacto de mis seres queridos, necesito tocar y oler los libros, no he comprado un solo libro en Amazon, durante estos días tan difíciles que nos ha tocado vivir, cuando terminé la sal de la tierra, esperé a poder ir a ver a mi librera de referencia leyendo clásicos, digo librera y no librería porque es la que me aconseja, la que sabe mis gustos, con la que puedo comentar la lectura y, sin duda, si tengo que ayudar a alguien es a ella
Sinceramente ¿hay dinero público para todos?
¿No es cierto que muchos sectores culturales vivían en equilibrio inestable viviendo de subvenciones a futuro y lo que ha hecho esta catástrofe es echar abajo toda una estructura precaria?
Me gustaría resaltar dos conceptos que señales: la libre circulación de la cultura evitando su encasillamiento y la protección del bien cultural propio para evitar la colonización externa de productos masificados de baja calidad.
Besos
Soy de las que pienso que un pueblo sin cultura no avanza, no se desarrolla. "No solo de pan vive el hombre"... la cultura eleva el Alma. Nosotros estamos comenzando lo que uds finalizando (¿?) y siempre habrán otras prioridades "gubernamentales"... La recesión que se nos viene postergará todo aquello que no sea de primera necesidad, entonces activaremos "el trueque"...creo que está siendo utilizado en muchas partes, y la lectura también entrará en este ítem...
Saludos Pedro,
beso,
Ali
Con la ayuda de todos, reinventemos las cultura.
Este virus nos está atacando por todas partes y la cultura, aunque sea un bien necesrio, no todos la consideran así. Yo sigo comprando libros y quiero seguir viendo exposiciones cine, teatro, conciertos...donde esté lo directo...pero me temo que este mundo virtual nos va arrasar.
Besos
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