Seguimos en fase 0, aliviada. Suben las temperaturas. Hay que salir al campo con la fresca, en la primera franja horaria que nos permiten, para evitar el calor de la última hora de la tarde.
Estos días, en el paseo por la sierra, nos hemos encontrado en varias ocasiones con Julián, un médico jubilado muy querido tanto en Béjar como en Candelario, en donde ejerció. Julián ha sido un médico de los de antes, de aquellos que miraban al paciente para saber qué tenía y escuchaban. Por desgracia, muchos médicos jóvenes son de otra pasta y a los que quieren ser como eran antes los recortes económicos en la sanidad pública les han obligado, además, a escribir el informe en el ordenador mientras atienden al enfermo porque no hay tiempo para hacerlo después. Mis padres, cuando enfermaban, clasificaban de primera a los médicos por los que miraban a la cara y los que no. He dicho ha sido, pero no sé si se puede dejar de ser médico alguna vez. De hecho, Julián se ha presentado como voluntario para colaborar en la organización sanitaria en los momentos más duros de la epidemia. Se quita importancia diciendo que solo ha atendido el teléfono y el ordenador para derivar la llamada y realizar algún seguimiento. Todo en Julián es así, quitarse importancia. Ahora anda pacientemente buscando insectos para fotografíar con su cámara. He visto alguna de esas fotografías y son magníficas, le alabo la paciencia. Le hablamos del picapino de la fuente del lobo y del cuco del camino de Santa Ana y al día siguiente ya había podido ver a este último. Nunca se deja de ser médico, de hecho le hicimos una consulta sobre algún problemilla menor. Los médicos tienen ese problema con los conocidos, incluso ya jubilados. A los filólogos, como mucho, nos preguntan si una palabra lleva o no tilde.
En el Congreso de diputados, el gobierno ha sacado adelante otra prórroga del estado de alarma, tan necesario para salvaguardar la salud de la sociedad, aunque menor en tiempo a lo que pretendía inicialmente porque ha tenido que negociar los apoyos, como debe ser en democracia. El debate ha sido bronco y crispado, incluso con expresiones y comportamientos impropios. Quiero pensar que a la mayoría de la población lo que le importa es el resultado y las garantías sanitarias, junto a los primeros cimientos de la reactivación económica y que ya está muy por encima de las formas de algunos de nuestros representantes públicos. Qué mal espectáculo el de la bronca política que cala en algunos extremos de la población, qué mal ejemplo y cómo descalifica a los políticos que la practican, sean del color que sean.
Estos días se han dado algunos escraches contra políticos del gobierno en los domicilios en los que viven, pero a unas horas en los que quienes están en la casa son los familiares y no los políticos. No son los primeros que se dan en España, hace años se actuó así cuando los miembros del gobierno pertenecían al partido político que ahora está en la oposición. Parece ser que no es una acción ilegal, pero sí es injustificable. No le encontré razón alguna en su momento y no se la encuentro ahora. Me ha parecido siempre una acción cobarde, intimidatoria y estéril.
En el Congreso de diputados, el gobierno ha sacado adelante otra prórroga del estado de alarma, tan necesario para salvaguardar la salud de la sociedad, aunque menor en tiempo a lo que pretendía inicialmente porque ha tenido que negociar los apoyos, como debe ser en democracia. El debate ha sido bronco y crispado, incluso con expresiones y comportamientos impropios. Quiero pensar que a la mayoría de la población lo que le importa es el resultado y las garantías sanitarias, junto a los primeros cimientos de la reactivación económica y que ya está muy por encima de las formas de algunos de nuestros representantes públicos. Qué mal espectáculo el de la bronca política que cala en algunos extremos de la población, qué mal ejemplo y cómo descalifica a los políticos que la practican, sean del color que sean.
Estos días se han dado algunos escraches contra políticos del gobierno en los domicilios en los que viven, pero a unas horas en los que quienes están en la casa son los familiares y no los políticos. No son los primeros que se dan en España, hace años se actuó así cuando los miembros del gobierno pertenecían al partido político que ahora está en la oposición. Parece ser que no es una acción ilegal, pero sí es injustificable. No le encontré razón alguna en su momento y no se la encuentro ahora. Me ha parecido siempre una acción cobarde, intimidatoria y estéril.
Hoy he terminado con las reuniones de clase que he mantenido con mi alumnos por videoconferencia. He de decir que las echaré de menos porque no me las he tomado como un pasavolante, sino con el mismo entusiasmo con el que procuro ir a las clases presenciales. En la reunión de hoy se ha colado el canto de un pájaro desde la casa de uno de los alumnos y por un momento me he creído en la sierra. Ahora quedan las últimas tareas, la corrección y la calificación. Y toda la burocracia universitaria, claro.
Escribo esto ya al atardecer. Un poco antes, cuando comencé este texto, el cielo estaba luminoso con algunas trazas de nubes puestas como por mano de pintor. En la calle, cada día hay más gente que pasa a cualquier hora, más ruidos como los que eran habituales: automóviles que pasan; Paco, el dueño de la zapatería de abajo, subiendo la verja y comenzando su rutina a primera hora de la mañana y cerrando por la tarde; ladridos de perros; niños que ríen, gritan o lloran cuando pasan; saludos entre vecinos. Ahora las personas se paran a hablar con más tranquilidad, casi todos con mascarillas. Desde aquí no se escucha a la veintena de participantes en la cacerolada de la corredera contra el gobierno nacional y que no sé si seguirán manifestándose cuando las decisiones sean tomadas por la administración autonómica. El sol, lentamente cae y la noche se impone con calma. Mañana será otro día.
10 comentarios:
Seguramente que los médicos nunca dejan de serlo...
Es una prórroga necesaria, todavía seguimos en peligro de contagio y de retroceso... ayer oí que el calor no va a tener sobre el virus el efecto extintor que se esperaba... así que es mejor encomendarnos a prudencia que a temeridad... y sí, el debate ha sido innecesariamente bronco, y conviene que nos fijemos por qué y por quiénes...
A mí tampoco me gustan nada los escraches, ni me gustaron los de antes ni me gustan los de ahora...
Creo que los docentes os lo estáis currando y bien... y los finales de curso son muy trabajosos...
Aquí ha hecho calor y yo encantado...
No sé cuándo volveremos a la "normalidad" de antes, me temo que todavía queda más tiempo del que pensamos (ley de Murphy mediante)...
Algunos se han aficionado a la música de percusión metálica ¡qué le vamos a hacer, cada cual tiene sus gustos musicales y su manera de expresar sus enfados (dirigidos o espontáneos)!, el problema es que "los músicos", como evidencian las imágenes de tv no guardan la distancia legal e imperativamente establecida... fomentando un riesgo que nos puede alcanzar a todos y cada uno... y las "razones" (el sentido propio del término exige argumentos razonados y razonables) que esgrimen no se sostienen ni con contrafuertes...
Ya es ese otro día al que te referías...
Abrazo
Necesitamos médicos de antes, de los que ven en ti a un ser humano y no un dato para meter en el ordenador. Tengo suerte con mi médica de la Seguridad Social, hace lo que puede para ser de los de antes, aunque el sistema le obligue a ser otra cosa. Cuando me pasé de Adeslas a la Seguridad Social, tenía que elegir entre tres o cuatro médicos, me senté con la gente que esperaba a las consultas y pregunté a una chica joven:qué tal esa doctora. Me contestó: se implica. Me bastó la información. Victoria, porque se llama Victoria, ha estado de baja y me temo cuál ha sido el mal. Espero que se haya recuperado. Que no me la cambien.
Necesitamos profesionales, personas de antes.
Cierto, mañana será otro día sin escarmentar.
Pues esta mañana en mi paseo reglamentario, me he encontrado con María Jesús, mi médica que iba con la enfermera hasta el domicilio de un paciente. La conocemos desde hace tantos años que siempre nos pregunta por el resto de la familia. Yo a mi vez le he preguntado por la suya y sí ya estaba al cien por cien en el ambulatorio y me ha dicho que solo al 50% que atendía bastante por teléfono y luego dice nuestra presidenta Ayuso que estamos preparados para pasar a la fase 1. La he encontrado algo más delgada, me informaron que estuvo en IFEMA y me he alegrado de volverla a ver.
Muchos médicos no dejan de serlo nunca y los profesores creo que tampoco, así que los políticos, en especial algunos, siguen poniendo por delante, sus intereses personales, ni tan siquiera en la pandemia.
Besos
Nos hacen falta buenos profesionales, buenas personas y, si no es mucho pedir, buenos políticos. Este ambiente crispado duele, duele oír a una presidenta autonómica animando a las masas a manifestarse contra el gobierno, duele ver a los furibundos abanderados todos juntos sin importarles que haya contagios...
La esperanza está en tus alumnos y los de tu edad. Me hubiera gustado escuchar tu clase on line, con canto de pájaro incluido.
Las calles van recuperando vida, los pequeños comerciantes abren con o sin cita previa, nos paramos a hablar un poco con los conocidos, qué tal todos bien, qué tal lo habéis llevado, faltan los bares y las terrazas...¡Qué calor da la mascarilla!
A la hora del paseo, espero no encontrarme con los de las cazuelas. Calladita, María Ángeles.
...los de su edad. Corrijo.
Los médicos no es que no te miren ya a los ojos, es que no los sacan de mirar la pantalla del ordenador. El Congreso solo es ya una prolongación de Twitter pero en versión de pago.
España necesita buenos médicos y buenos maestros. No sé si como los de antes, pienso que han de ser como los de ahora: gente preparada (y apoyados con el dinero público).
Ya las calles no están tan silenciosas.
La mayoría de profesores de primaria y secundaria con los que he hablado están saturados. Alumnos, padres, autoridades educativas...de aquí a pocos días el tema de la educación volverá a salir. Estoy seguro de que vosotros también estáis cansados.
Un abrazo
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