jueves, 21 de mayo de 2020

El año en el que vimos las montañas


Seguimos en fase 0, aliviada. El calor va en aumento y las temperaturas serán más altas en los próximos días. Se confirma que este mes de mayo será también el de mayor temperatura media desde que hay registros. Algunos científicos, al inicio de la pandemia, lanzaron el reto de que pensáramos cuánto de lo que ha ocurrido se debe a nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza por la globalización desmedida basada en el mundo financiero e industrial desenfrenado e insostenible. De hecho, durante las semanas de confinamiento de la población, algunos días con severa restricción de las actividades empresariales, se ha reducido notablemente la contaminación debida al tráfico de vehículos y trabajos en las fábricas. Se ha publicado que en el entorno de algunas ciudades llegaba hasta el 50% el descenso en algunos parámetros. Hoy he visto en los medios de comunicación una imagen espectacular de la cordillera del Himalaya captada a más de 160 quilómetros de distancia. Desde hacía varias décadas no se podía contemplar con esta nitidez por culpa de la contaminación. Es decir, los más jóvenes nunca habían visto el Himalaya de esa manera. La sorpresa para todos ellos ha debido ser mayúscula, no olvidarán el año en el que vieron las montañas. A menor escala, nosotros hemos podido apreciarlo desde las ventanas de nuestra casa mirando la sierra de Béjar cada día como nunca habíamos podido apreciarla.

En el fondo, he anotado tantas cosas en este diario para que no se me olviden cuando todo pase. En el momento de balance podré hacer dos columnas con las cosas positivas y negativas. Entre estas, los fallecidos y enfermos; la falta de previsión de todas las administraciones, en gran parte debida a los recortes económicos de los últimos años; el exceso de patrañas, de teorías conspiranoicas y la versión torcida de la realidad que ha circulado por medios de comunicación y las redes sociales hasta envenenar muchas mentes; las declaraciones de algunos políticos nacionales y extranjeros, la crispación en momentos en los que era más necesaria que nunca la colaboración eficaz sin que esta pueda pretenderse sumisión, el aprovechamiento de la pandemia para llevar el agua al molino de cada uno; el egoísmo de tantos en todos los sectores de la vida pública y privada; el drama que se ha vivido en muchas residencias de ancianos españolas, que han demostrado grandes carencias permitidas por las comunidades autónomas que tenían las competencias reguladoras. Sin embargo, veo muchas más cosas en lista de la parte positiva: la generosidad de tanta gente, el agradecimiento, el trabajo eficaz de quienes han tenido que cumplir sus jornadas laborales en beneficio de todos en condiciones de gran peligro, el esfuerzo de muchos por informar adecuadamente, la vocación pública de una parte de la cultura (otra ha estado escondida a la espera de que se reactivara el aplauso fácil y el beneficio personal), la incuestionable eficacia de las decisiones que han contribuido a que España pueda salir antes que otros países con el mismo grado de afectación por el virus y que las estadísticas demuestran por mucho que se las retuerza, incluso contando con algunos titubeos y varios errores. Son mayoría los que han respetado las normas para evitar que el número de fallecidos fuera mayor, incluso a costa de un alto sacrificio emocional y económico.

También puedo hacer dos columnas en lo personal, en cómo he vivido la epidemia y el confinamiento, pero he de dejar pasar algunos días para intentar ser objetivo.

Parece ser que el próximo lunes la zona en la que me encuentro pasará a la fase 1, en la que se permite mayor desahogo personal y comercial, una mayor vitalidad que espero sea aprovechada con sentido común. Sin embargo, ya se nos dan anuncios preocupantes para los meses de otoño, para cuando venga el próximo brote del virus y aún no tengamos vacuna. Ojalá solo sea por exceso de celo y tener las estructuras mejor preparadas, pero el futuro a medio plazo no parece favorable. Mientras tanto, que no se nos olvide que cada día mueren decenas de personas por este virus en este país y miles en el mundo. Como se mueren por otras enfermedades y por la mayor de todas las epidemias, la pobreza. Pero este argumento último no debe manejarse nunca para rebajar la importancia de los fallecimientos por esta pandemia, que afecta a todo el mundo y singularmente a los más desfavorecidos.

Cuando pasemos a la fase 1 por aquí, dejaré de escribir en este blog con el formato de diario que mantengo desde que se declaró el estado de alarma en España, para recuperar el sentido que tenía antes.

5 comentarios:

impersonem dijo...

Pues sí, lo que dices de la disminución de la contaminación en paralelo con la coyuntura de la pandemia, es así... Yo vi unas fotos de Madrid, a no mucho de haber empezado el confinamiento estricto, comparando unas que mostraban a Madrid en plena actividad con otras que la mostraban con el con la gente confinada, y la diferencia era impresionante, la boina de contaminación estaba casi desaparecida... no sé si de tales evidencias sacaremos conclusiones constructivas, eficaces y eficientes para atajar la contaminación del Planeta...

Han sucedido muchas vicisitudes durante la pandemia como para que no tengas problemas de contenido para llenar tu diario; hechos de relieve y de contraste, e informaciones para todos los gustos susceptibles de interpretación y de aceptación o rechazo...

Sobre las teorías conspiranoicas caben innúmeras acotaciones...

Lo de las residencias de ancianos exige atención inmediata, reflexión y muchos cambios de provisión y gestión...

¿La labor de quienes han tenido que seguir trabajando en puestos declarados esenciales? Encomiable, de agradecer y de aplaudir... pero deberían reconocérselo mejorando sus condiciones laborales...

No sé cuántas cosas positivas y cuántas negativas han estado presentes en la esfera de esta coyuntura, yo pienso que el análisis de lo positivo y lo negativo, más que cuantitativo ha de ser cualitativo...

Pienso que sí, que pasaremos a la fase 1 en prácticamente toda la comunidad...

Con respecto al posible próximo brote para el otoño, tengo mis pensamientos, mis miedos y mis conclusiones... ¿Habrá vacuna? ¿Habrá terapia curativa? ¿Qué intereses y variables determinan o condicionan lo anterior? No sé, en todo esto hay un no sé qué y un qué sé yo que yo no sé qué... que convendría saber lo que es... llámame conspiranoico si quieres... pero si te pones a contrastar toda la información que se nos ha dado, sobre todo la que se nos dio al principio que ha sido corregida por la vía de los hechos, y lo que cada cual puede presumir del lenguaje verbal y no verbal de los protagonistas de turno... la boina de contaminación de Madrid se ha despejado durante el confinamiento, pero la que se ha formado sobre esta pandemia hace tiempo que es visible a poco mirar...

Perdón por la extensión y el pesimismo y la desconfianza final...

Abrazo

María dijo...

Ya no queda nada para pasar a la Fase I. Esperemos que todos seamos responsables y precavidos, porque el bicho sigue estado.

Besos

Emilio Manuel dijo...

Parece que el lunes comenzarás a escribir en tu formato de siempre.

Sor Austringiliana dijo...

El aire más limpio, las aguas más limpias y nuestra suciedad más a la vista. Debemos mimar esta casa planeta, no tenemos otra.
Ayer iba en dirección contraria, no tropecé con los de las cazuelas. Sólo me crucé con un zangolotino en bicicleta que repetía mecánicamente que el presidente ha matado a mucha gente. A su lado, a pie, su novieta le decía que se callara. Adolescentes
Espero la fase 1 y el paseo en libertad, si no consigo sentarme en una terraza me da igual, un libro y el pretil del río me bastan.
Seguiremos aquí.

Luis Antonio dijo...

Comentario muy racional y objetivo el que has hecho sobre este episodio atípico que estamos padeciendo con unas u otras emociones. No es fácil mantenerse estoico - aunque sea en a pariencia - ante este evento...Por eso, te felicito