domingo, 24 de mayo de 2020

Solo por contemplar las rosas


Seguimos en la fase 0 aliviada y mañana entramos en la 1. Todo el país sale de la fase 0 y buena parte de él se hallará ya en la 2. Hace unos días todo esto parecía imposible. Los planes del gobierno son que a partir de ahí se acorte la duración de cada fase y, si nada malo ocurre, en vez de quince días sean solo de una semana, con lo que si se cumple esa proyección, en un mes recuperaremos la vida normal con ciertas restricciones y recomendaciones sanitarias.

Se habla ya de forma decidida de la apertura al turismo extranjero en verano o de cómo se organizará el regreso a las aulas en septiembre. Hace unos días, los expertos que asesoran al gobierno aseguraban que la duración mínima recomendable de cada fase debía ser la de los quince días, pero los datos deben haber mejorado mucho o, al menos, estabilizarse. Quizá sean las fuertes presiones económicas nacionales y europeas las que hagan avanzar más rápido y aconsejen acompasar nuestro ritmo al de otros países. Hay mucho temor a que una región o una nación se quede descolgada. Parece que unos días o un mes puede ocasionar tan serios trastornos para la recuperación económica que haga aconsejable asumir cierto riesgo. Supongo que también pesa el intento de dejar sin argumentos a la oposición política que, desde que se vio que todo estaba más controlado, se apresuró a clamar por la supresión rápida de las medidas tomadas para contener la epidemia que ella misma echó en falta al inicio.

Mañana escribiré mi última entrada aquí con el formato de diario, para regresar al que era habitual.

El caso es que los expertos que leo y escucho, no solo españoles, no quisieran ir tan rápido. Ven el peligro real de propagación del virus y de nuevos brotes. Escribí aquí hace días que no me gustaría ser político en estos momentos en los que hay que tomar la decisión de abrir la mano porque no puede ir más allá el confinamiento por razones psicológicas, sociológicas y económicas. Es la conversación que más oigo estos días en los breves ratos en los que converso a distancia o por teléfono. Supongo que nos hemos acostumbrado a las noticias, que lo peor parece haber pasado y las noticias más dramáticas de la pandemia ya no son de aquí sino de América (los datos de allí son muy malos, incluso la falta de datos de muchas zonas de aquel continente o de los países más pobres de Asia y África). Por aquí la cifra de fallecidos y contagiados ha descendido tanto que muchas personas consideran que estadísticamente es difícil que les afecte y cuando desaparece el temor y se asume que alguien caerá, no se piensa que uno mismo pueda ser el que apunte su nombre en el lado malo de la estadística. La mayoría piensa que bastará con llevar una mascarilla y guardar unos hábitos higiénicos durante unas semanas. Nos iremos relajando tomando una cerveza en las terrazas de los bares y recuperando la vida social, incluso en las playas, que se abren de forma inmediata.

Si sucediera el rebrote que se vaticina para septiembre, me pregunto cómo aceptaremos volver a las restricciones de movimiento y si nos sentiremos responsables de algo. En mis paseos diarios veo ya pandillas de jóvenes sin protección y sin guardar la distancia, he visto besos furtivos en los bancos de los parques. Regresan después cada uno a su casa, en donde se encuentran con sus padres y con sus abuelos. A través de los medios de comunicación y las redes sociales he visto también las imprudencias cometidas por decenas de jóvenes de varios lugares de España haciendo botellón, celebrando fiestas locales, reuniéndose sin temor en las calles para celebrar un cumpleaños o el regreso de alguien que ha estado ingresado.

Es lógico que los jóvenes se sientan inmortales ante este virus porque las cifras les dan la seguridad de saberse en la franja de edad con menos riesgo, pero las imágenes de los participantes en las manifestaciones de los últimos días convocadas por los grupos ultraconservadores, no dejan lugar a dudas. No son jóvenes y su actitud es la de la celebración al reconocerse como grupo, se jalean, cantan y bailan, como si hubiera algo que celebrar. Hacen bien ejerciendo el derecho a manifestarse que ampara la democracia y en pedir la dimisión del gobierno si a su juicio lo ha hecho tan mal como para hacerlo, pero la actitud festiva con la que se han concentrado sin guardar las medidas de seguridad que nos protegen a todos define el problema y califica por sí misma a quienes hasta hace poco afeaban que no hubiera un luto oficial por los fallecidos o que no se llevara una corbata negra o un crespón del mismo color en la solapa o en el perfil de las redes sociales.

Sin embargo, la mayoría de la población sale a la calle con precaución, guarda la distancia recomendada, se protege con mascarillas. La mayoría no es culpable de los resquicios abiertos para un posible rebote de la epidemia que pudiera colapsar el sistema sanitario como ha sucedido en los momentos más difíciles de la pandemia.

Hoy he comprobado si podría regresar a Valladolid en trasporte público porque tendré que hacer algunas gestiones en breve que exigen mi presencia física, de las contempladas como permitidas en la normativa. En el caso de Béjar solo es posible a través del autobús, porque hace mucho tiempo que se suprimió la línea férrea, pero la empresa concesionaria, ALSA, tiene suspendidos todos los horarios. Quizá sea esa la medida verdadera de que todavía esto, en verdad, no ha terminado en la parte de la España más que vaciada abandonada...

Esta mañana, en mi paseo, he subido hasta la plaza de toros de la ciudad, una de las más antiguas de España (es conocida como la ancianita y fue inaugurada a principios del siglo XVIII). Pasado el Regajo y un poco antes de la Colonia madrileña, se levanta una de las villas más hermosas de la zona. Construida a principios del siglo XX, guarda toda su belleza como edificio y el jardín es una delicia. La barandilla y los accesos han ganado con la pátina del tiempo. Desde la altura, cuelgan, hacia la calle, las rosas de varias especies. Solo por contemplarlas ha merecido la pena el día.

8 comentarios:

Sor Austringiliana dijo...

En el paseo siempre se descubre algo aunque no se busque nada, o sí, se buscaba.
La vida de antes o casi. La nueva normalidad va tomando forma, nadie piensa en caer dentro de la parte negra de la estadística. O sí. Cuidado. Seguimos.

Fackel dijo...

El caso es que los expertos que leo y escucho, no solo españoles, no quisieran ir tan rápido. Ven el peligro real de propagación del virus y de nuevos brotes. Dices. Esa es la sensatez, visto lo poco claro que está todo, aquí y en todo el planeta. Las vidas y los sufrimientos de los que hayan quedado tocados no se devuelven. Estoy de acuerdo contigo en el cuidado mayor que está teniendo probablemente la inmensa mayoría de la población, no sé si en todos lados y edades. Lo que es claro es que la situación generada da para muchas preguntas sobre la endeble economía española. Si fuéramos todos cuerdos y racionales y no fanáticos "de los míos" se trataría de considerar el problema con ánimo constructivo y en los márgenes que se nos permita. Pero va a haber mucha desesperación, hay muy mala saña en los aprovechados y no es para ser optimistas. Salud y buen retorno.

Emilio Manuel dijo...

Que te sea leve.

Francesc Cornadó dijo...

Salgo a la calle y tengo la sensación de que la mala educación se ha decretado por fases.
Salud y mucha salud.
Francesc Cornadó

São dijo...

Amigo mio, os peritos estão , suspeito, como nós : sem certeza de nada....

Besos e boa semana

impersonem dijo...

Lo dices todo y bien...

Yo creo que las presiones del sector económico se están imponiendo al criterio ponderado de los técnicos y de los médicos... y no creo que sea el camino más acertado... pero sí el más peligroso...

Alguna gente sale a la calle haciendo caso omiso a las obligaciones de prevención que la norma que vincula y disciplina la actividad que se puede llevar a cabo en cada fase impone...

Yo sólo sigo saliendo con el perro y a por pan... nada más... y durante un tiempo es lo que haré...

Creo que en fase 1 no se puede desplazar uno de provincia, aunque como cambian tanto los criterios, a lo mejor este ya se ha quedado obsoleto...

La OMS ha dicho que cree que no habrá un rebrote tan virulento en otoño, no sé en qué estudios sostiene este nuevo criterio, pero teniendo en cuenta lo que "acertó" al principio de la pandemia, yendo del coro al caño y del caño al coro una y otra vez, no sé con qué versión quedarme... en lo de la prevención suelo ir a máximos...

Lo de las vacaciones y las playas va a ser complicado, ojalá me equivoque, pero las vidiotecas ya tienen reportajes que muestran el peor de los ejemplos...

En fin, como dice el dicho: "lo que sea sonará..." y era una flauta... así que ya veremos quién la toca si casualidad o causalidad...

Abrazo

LUISA M. dijo...

Comparto contigo esta preocupación por cómo se está llevando a cabo esta desescalada por parte de algunas personas, grupos o colectivos. Aunque sean minoría ponen en riesgo la salud de todos con su actuación irresponsable. Me encanta el remate del texto "solo por contemplar las rosas merecido la pena". Me quedo con esa nota positiva. Un abrazo.

andandos dijo...

Vivo muy cerca de la plaza de toros también. Y durante estas semanas he visto muchos vídeos de pueblos y lugares a los que no creo que vaya nunca, pero me ha gustado. No conducir también me ha gustado, hablando de Alsa.
Un abrazo