domingo, 10 de mayo de 2020

Las manifestaciones alemanas y el carmesí castellano


Ahora, al atardecer, me ha dado la impresión de que la ciudad caía hacia la noche. Físicamente, digo. Durante un momento, el vértigo me hizo agarrarme al marco de la ventana.
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El ser humano ha caminado siempre en el borde entre el pensamiento mágico y la razón, lo que está muy bien para el arte o para los deseos y sueños que nos hacen avanzar hacia todo tipo de aventuras y descubrimientos, pero ha causado mucho sufrimiento y dolor cuando el inevitable juego de intereses cruza la frontera que existe entre ambos campos y confunde la mente humana para mal.

En Alemania, donde las medidas contra la pandemia adoptadas por los diferentes gobiernos cuentan con más apoyo de la opinión pública dentro de la Unión Europea y parecen haber dado mejor resultado hasta ahora, se producen manifestaciones contra algunas de las normas que restringen la libertad de circulación y de relacionarse para evitar la difusión del virus, a pesar de que allí han sido menos estrictas que en España o Italia. Son manifestaciones ciertamente minoritarias, casi anecdóticas por el número de personas -apenas unos miles sumando todas las ciudades en las que se han producido-, pero la prensa de aquí -sobre todo el periodismo digital, necesitado de elevar el tono para hacerse visible- las ha elevado a categoría, especialmente la prensa conservadora. En paralelo también se han producido algunas concentraciones más pequeñas de ideología ultraconservadora. Es un grupo heterogéneo que reivindica una forma de actuar que han llamado pensamiento transversal y en el que se encuentran también los colectivos antivacunas (culpables de peligrosos brotes de enfermedades ya controladas) y otros sectores que sostienen teorías conspiranoicas. Una amalgama de ideas sin ninguna vertebración razonable, que mezcla miedos, medias verdades, los muchos fallos del sistema capitalista y financiero en el que vivimos y mitos. No necesitan ninguna demostración para lo que dicen, porque les basta el recelo y la desconfianza frente a la administración -sea cual sea- de un porcentaje de la población, la desinformación que produce el exceso de información y la tendencia al mito que permanece en el ser humano desde los primeros tiempos. Esto ha existido siempre en todas las épocas, pero sorprende su persistencia en un momento en el que la información y la opinión es más libre y accesible que nunca porque si hay algo verdaderamente trasversal y público es la ciencia. La difusión de las ideas de estos grupos usa las nuevas herramientas tecnológicas para su propagación, como el terrorismo integrista o las sectas: cualquier persona armada con un teléfono móvil conectado a internet parece saber de todo, cuando el verdadero saber no es solo el acceso a la información sino la capacidad para conectarla de forma coherente y argumentada. No me ha extrañado nunca el éxito de ciertos falsos documentales que mezclan datos históricos y científicos con leyendas y mitos, conectándolos con un salto en el vacío en el que la ficción inverosímil se nos presenta con apariencia verídica para argumentar que somos hijos de extraterrestres, por ejemplo. A los que nos gusta la ficción nos hacen disfrutar, pero a los que tienen tendencia a recelar de la razón les dan alimento para no distinguir la frontera entre lo ficcional y lo verídico. Además, algunas cadenas de cable, pretendidamente especializadas en temática histórica y documentales, han contribuido a la divulgación de estas locuras más propias del pensamiento mágico como una manera fácil de ganar audiencia.

No es baladí. Este pensamiento mezclado con una pseudoargumentación científica ha provocado algunas de las tragedias más sangrientas de nuestra historia reciente, como la segunda guerra mundial. Los nazis supieron usarlo para condicionar a la población alemana. También está detrás de todos los nacionalismos que han sido, son y serán.
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Los vencejos que ayer me sorprendieron han ido en aumento. Esta mañana, mientras tomábamos el segundo café de la mañana, hablando por teléfono con la familia, contemplaba su vuelo ágil, veloz y constante por el ventanal del salón. Supongo que cazaban insectos, pero quien los observa solo ve su movimiento, el batir de sus alas, las acrobacias.

Al fondo, la sierra, promesa siempre. En el paseo de esta mañana he visto por primera vez por aquí algunas amapolas y he recordado las manchas de un rojo intenso de los campos castellanos verdeando en primavera. Campo verde y carmesí, el cereal joven ondulando y, en los despeines, el rojo grana. Esa es mi bandera.

6 comentarios:

Emilio Manuel dijo...

Esos grupos ultraconservadores hablan dirigiéndose a las tripas del oyente, basta escuchar a algunos de ellos y ver por Internet que sus mítines teatrales son iguales a los de Hitler, Musolini, o Queipo de Llano en España, es curioso, que te hablen de libertad en la que ellos no creen, pero también hablan de "los extranjeros nos roban", del diferente como un ser al margen de la sociedad, crean partidos y se aprovechan de un sistema en el que no creen, dan miedo, en cierta medida es lo que pretenden. No se si esta pandemia los revitalizará o tendrán que esconderse; como las cucarachas siempre estarán ahí.

Sor Austringiliana dijo...

A saber qué hacen los vencejos ahí arriba, volando a muchos metros por encima de los campos verdes salpicados de rojo.
Aquí abajo, los empachados de falsa información o de pseudociencia, los furibundos, los manipuladores, los nuevos fascistas, los fascistas de toda la vida...los que esperan sacar tajada.
Sentimos vértigo.

andandos dijo...

Educación, siempre es lo mismo, más educación, que al menos te hace dudar sobre lo que crees. En general interesa poco. Instrucción, formación... eso sí pero educación, eso no.

Un abrazo

Berta Martín Delaparte dijo...

En Alemania, ayer uno de los políticos de la antigua generación , der Ministerpräsident en Baden Württemberg, el señor Winfried Kretschmann , dijo algo que para mí tiene mucha lógica: Vivimos en un federalismo democrático, y sería muy extraño que algunos miles de personas no se rebelaran y protestaran contra las medidas para solventar la Pandemia del Covid-19. Somos más de 82 millones de habitantes en Alemania. ¿ Donde está el problema?
Saludos

Ele Bergón dijo...

Tenemos tanta información y tanta prisa por conseguirla, que la verdad, da miedo cómo se está utilizando en estos tiempos para enmarañarlo todo y es que esto de las palabras dichas, escritas, oídas, vistas, no paran, como los vencejos.

Besos

impersonem dijo...

Yo no sé si estoy en el pensamiento mágico o en la razón, supongo que todo el mundo, alguna vez o varias, hace el camino que va del uno a la otra y viceversa..

Creo que el derecho de manifestación debe estar al alcance de todo el mundo, siempre que lo ejerza con responsabilidad y respeto hacia los demás...

Sobre las otras cosas que dices, a mi modesto entender, caben muchas acotaciones y puntualizaciones, no todas esas cosas están tan tasadas como pueda parecer, y el tratamiento sobre el fondo de esos asuntos tiene muchos pareceres y fuentes...

Yo tengo muchas reservas con la transversalidad... no soy muy fan de ella en según qué cosas... pero no estoy de acuerdo contigo en que la Ciencia sea verdaderamente transversal y pública... alguna sí y otra no; es más, yo pienso que hay más ciencia oculta que pública, pero bueno, tal vez esto que digo sea producto de mi atrevida ignorancia o de mi pensamiento mágico, pero más allá de los moldes hay otras realidades complementarias que conviene explorar, porque si las negamos porque se salen de la ortodoxia o convencionalismos reglados (interesadamente reglados), tal vez la imagen de conjunto que podemos llegar a tener, no esté lo suficientemente completa como para llegar a conclusiones ciertas... Los desarrolladores de ciencia tienen estómago, comen y, al igual que el resto, tienen que hacer frente a servidumbres y circunstancias... y esto condiciona y más y más... no tasemos el conocimiento encerrándolo en los libros, y los "libros" en los centros y otorguemos carta de certeza a los que tienen acceso, por el medio que sea, a él y al tratamiento "científico" (reglado) que se le da, sin que fuera de ese concepto quepan otros conceptos ciertos...

Debo confesar que, por diferentes razones que no vienen al caso, yo no soy cientificista, creo que además de la ciencia reglada existe mucha más, no reglada, que no interesa reconocer...

Esta pandemia está plagada de interrogantes ¿es lícito tachar de cospiranóicos, cual perturbados mentales, a quienes las señalan? ¿Cuántas pruebas hay de que esta pandemía ha tenido origen en una zoonosis? ¿Por qué la ciencia oficial lo está afirmando sin pruebas? ¿Por qué hay otra música de viento con otros ecos diferentes? ¿Es legítimo cuestionar los dictados de la ciencia, los comunicados de la ciencia y los intereses de la ciencia? ¿Se utiliza el conductismo científico para inducir comportamientos o reprimirlos?

En fin, no todos miramos desde el mismo lugar y con la misma "fe"...

Abrazo