lunes, 11 de mayo de 2020

Hoy llueve sobre Béjar como si estuviera en un poema de Karmelo Iribarren


Hoy ha llovido a ratos y a ratos no, ha salido el sol y se ha nublado. Ha llovido con dulzura, con desgana, con tristeza, a ratos animosamente. Hay más gente en la calle para comprobarlo. De todas las formas, en esta parte de la calle mayor nunca pasa mucha gente. Antes sí, cuando no habían cerrado los comercios a consecuencia de la caída de la industria textil. Me dicen: aquí había una floristería, allí un zapatero, esto era una academia de idiomas, una tienda de ropa, aquí arreglaban pequeños electrodomésticos. Incluso en los primeros años tras los cierres -primero uno, luego otro- las personas paseaban la calle porque vertebraba el casco antiguo y se iba desde la corredera hasta la plaza mayor para tomarse algo. Ahora, salvo cuando hay teatro en el Cervantes, apenas pasa nadie. Durante el confinamiento estricto, el silencio era profundo. Por la mañana pronto, los basureros, luego el alma en pena de alguien camino de la farmacia o la panadería; al caer la tarde, los aplausos y la caravana de vehículos de policía, ambulancias, bomberos y otros agradeciendo el respeto de la población por su labor. Y nada. Ni siquiera los perros a los que se sacaba a pasear ladraban. Ahora, a partir de las ocho, personas que pasan y hablan entre sí o con aquellos con los que se cruzan manteniendo las distancias. Conversaciones breves, para saber qué tal van las cosas y si alguien ha estado enfermo, si ha fallecido fulano. Cuando pasa una familia, los niños corren o van en patinete y gritan alegres. Los perros han vuelto a ladrar.

En esos días malos, si al atardecer llovía ligeramente, me parecía estar en uno de esos poemas de Karmelo C. Iribarren en los que el poeta pasea la ciudad de punta a punta camino de un bar o de una librería y llueve. Hace unos días deberíamos haber celebrado un encuentro con él en la Casa de Zorrilla de Valladolid dentro del programa Letraherido para presentar su nueva antología, San Sebastián Blues, tan bien editada por la editorial papeles mínimos. En este libro se coleccionan algunos de sus mejores poemas relacionados con la temática del título, su ciudad y la música, pero en muchos llueve, hasta sesenta días seguidos en alguno. No recuerdo ningún otro poeta en cuya obra llueva mejor sobre una ciudad, en realidad no sé si mejor es la palabra que busco, quizá más apropiadamente, tampoco, en los poemas de Karmelo llueve para que lo contemple el poeta, para que el poema tome nota de la lluvia y la lluvia explique la razón del poema mejor incluso que las palabras. En los poemas de Karmelo llueve sobre la ciudad como no pudiendo hacer otra cosa, es parte de la realidad y la mirada poética. Tengo que preguntarle a Karmelo la razón por la que en sus poemas nunca llueva en primavera y parezca ser siempre otoño o invierno. Quizá en San Sebastián nunca llueva en primavera o Karmelo se niegue a verlo porque en la vida, chaval, la primavera es tan fugaz que ya solo es recuerdo brumoso e inventado. Yo qué sé. Este virus me ha dejado sin poder verlo hasta quién sabe cuándo y echo de menos una buena charla con él.

Es curioso esto de la escritura. Tan curioso que, ahora que ha dejado de llover, sigue lloviendo sobre Béjar.

9 comentarios:

mojadopapel dijo...

Antes cuando llovía me gustaba viajar... Ahora la lluvia me acoge

Sor Austringiliana dijo...

En los versos de Karmelo C. Iribarren, la lluvia acude fiel, aunque no llueva. Son tan guipuzcoanos que llevan paraguas y chubasquero, aunque no llueva.
Llueve en nuestro corazón, aunque no llueva. Aquí también.

Emilio Manuel dijo...

Hoy llueve a cantaros sobre Granada, no estamos acostumbrados a tanta agua. Tiene sus ventajas esta lluvia, los gilipollas irresponsables, se quedan en casa.

Fackel dijo...

Yo recuerdo de pequeño que en este mes la lluvia se daba por un hecho y no había discusión, lloviera mucho o poco, no lo sé. Hoy día se habla a todas horas del tiempo, si va a hacer así o asá, se está pendiente de la información de los móviles o del actor de la sección meteorológica de una tv cualquiera. Hay cierto agobio y tensión respecto al tiempo, y pocos, como has hecho tú en el relato, hablan de las sensaciones o recuerdos o situaciones relajantes que pueden proporcionar los días de lluvia. Hay algo de reconciliación con la naturaleza a través de la lluvia, y ahí nosotros no hemos hecho nada. Deberíamos aprovechar, eso sí, la circunstancia.

Ele Bergón dijo...

Es así como llueve ahora por aquí, con pereza, como si quisiera llover, pero sin tener ganas de hacerlo.

He leído algunos poemas sueltos de Karmelo C. Iribarren y te digo que me gustan y mucho. San Sebastián Blues, será mi próxima adquisición.

Por aquí, ya van abriendo los pequeños comercios y esta mañana estuve en la librería papelería, quedé con su dueña, Elena, volver esta tarde porque me apetece comprarme un libro. Miraré los de las próximas lecturas de La Acequia.

Antes del virus también llovía, hacía sol, se nublaba, siempre ha sido el tiempo de primavera, pero ahora, nos parece todo tan distinto...

Besos

Mona Jacinta dijo...

Acabo de descubrir este blog por un link que ha puesto Karmelo Iribarren en twitter. Qué bonito texto. Me quedo en la acequia.

El Deme dijo...

Escribir es llover sentimientos.

impersonem dijo...

Pues aquí ha llovido hoy, creo que todavía sigue ahora, hace un ratito he salido con el perro y nos hemos mojado los dos...

No sé si donde estás es parte de la España despoblada o a medio despoblar, pero si se han cerrado comercios, me imagino que estará en camino... Es una realidad que se va imponiendo por el transcurso del tiempo...

Supongo que en San Sebastián llueve bastante y los poetas de allí impregnarán sus poemas de la realidad que les envuelve y allí la lluvia podría asemejarse al líquido uterino que les envuelve y alimenta su imaginación, inspiración e inquietudes varias...

¡Sesenta días seguidos lloviendo! ¡Eso sí que es llover sobre mojado!

Abrazo

Edurne dijo...

Los de Donosti y los de Bilbo, siempre llevamos la lluvia con nosotros, y el paraguas en el bolso. Siempre.
Los poemas de Karmelo están llenos de muchas cosas, muchas verdades, muchos sentimientos, y también mucha lluvia...
Me apunto esa nueva antología, ahora que ya he pisado una librería después de dos meses.
Besos.
;)